lunes, 22 de diciembre de 2014

Historias de nuestra Asociación (Drogas No, Gracias) .

Llamada de una madre, todo negativo, angustia y solo un resquicio de esperanza, repite continuamente que ya no puede mas, nos pasa con su hijo, lo mismo angustia, desesperación, se atropella hablando, drogas, mas drogas, él repite constantemente que tiene que terminar, que ya ha tocado fondo.
Nos desplazamos a verlos, los encontramos en una parada de autobús, mucho calor, el día no acompaña, como es normal nos preparamos para todo, hay que escuchar y no juzgar, el camino hasta la parada de autobuses nuestra conversación es monótona, como siempre ocurre, en la cabeza se amontonan cosas, algo inevitable: la duda de sí podremos ayudar?, qué nos encontraremos?, etc... suele ser así siempre. Como decía, nos encontramos en una parada de autobús, como nos coje lejos de nuestro pueblo hay que ir a un triste bar, nunca me ha gustado reunirme en un sitio público porque la gente parece que observa y escucha, yo particularmente lo noto y lo siento. Al llegar, señalamos un bar pero él no quiere, dice que le conocen, que en ese sitio no y decidimos otros, nos sentamos los cuatro y empieza la conversación o el monotema, la madre calla, pero no evito verle los ojos hinchados y llorosos detrás de sus gafas, esta reventada, angustiada, comenta que es la primera vez que su hijo pide ayuda. Él, por si mismo, empieza a hablar y es una ametralladora, cuenta que no le quieren ayudar sino pasa un mes limpio y no puede, esta muy nervioso quiere ayuda ya, que le lleven a un centro ya, no busca los "trankimazine" y demás para poder dormir un poco, estuvo en un centro tres meses y lo abandono, había cogido peso y se creyó curado, pero solo fue una ilusión que le duro una semana.
Fuma "base" y a veces se lo pincha y lo mezcla con heroína. Tanto llora como cambia a otro tema, reconoce que ha tenido que fumar un gramo de marihuana para poder estar tranquilo y poder hablar con nosotros, delgado, moreno, sucio, mal vestido, duerme en la calle y normalmente en los barrios donde circula la droga, unas chanclas que nos muestran sus pies despellejados. Él nos cuenta que los tiene en carne viva por correr delante de la policía esa misma mañana, en los barrios marginales donde se ha escondido despues de robar un bolso, habla claro, sin miedo a veces parece que se siente orgulloso, te dice que si no tiene dinero, lo roba, o roba cualquier cosa para cambiarla por droga, es su "modus vivendi", su madre ya no le deja entrar en su casa pues ya le ha robado también.
Es el perfil del adicto que vive en la marginalidad total, duerme donde puede, consume base y lo mezcla a menudo con heroína, no descansa, abusa de los "trankimazines", pero ni con ellos logra relajarse mas de dos horas, necesita la dosis diaria, no puede vivir sin el, la policía ya lo conoce y ha estado en el calabozo y en el hospital a menudo, solo repite que quiere salir, que no puede continuar así, que se acuerda de los robos con violencia y le remuerde la conciencia, de las victimas que ha dejado mal heridas.
Habla de la droga y observo que se le hace la boca agua, le gusta y no puede evitarlo, yo lo percibo, se nota en su forma de expresarse. Mientras su madre calla, solo llora, su único hijo con 25 años y comido por dentro. Cuando notamos que se le empieza a pasar el efecto de la heroína y empieza a ponerse nervioso, rascándose , pensando que le observan, damos por terminada la reunión, con un gran mal sabor de boca por nuestra parte, a esto yo particularmente no acabo de acostumbrarme, lo reconozco.
De vuelta movemos Roma con Santiago y le conseguimos un centro que le acogen por una cantidad simbólica, respiramos profundamente, la madre nos llama con mas optimismo, nos dice que ha descansado toda la noche, pero esto sabíamos que iba a ser muy difícil y al tercer día se escapo, la madre a través de un escueto mensaje dice que tira la toalla, que no quiere saber nada de él,era su última oportunidad y se lo había advertido.
Los adictos marginales en situaciones extremas, son una lucha muy dura para ellos, para la familia y los que nos implicamos, no son situaciones fáciles. Suciedad, desnutrición, robos, monos agresivos, ya no les basta con pequeñas dosis ya son monstruos controlados por la adicción, ya ni su cuerpo les importa, los días son sufrimientos, consumir, monos, mal estar, no poder dormir, falta de higiene, enfermedades, etc... esto es una realidad que a veces no queremos ver y que muchos pueden llegar a ellas, en su día con su primer porro o su primera raya , no pensaron en ese negro futuro que se les puede venir encima, son enfermos, muy enfermos, por desgracia son ejemplos para los que empiezan con el consumo, pero su vida es un infierno y a menudo, los que ayudamos en esto, no nos gusta tratar con esa realidad , preferimos el padre y la madre con el problema de su hijo con el porro, el que bebe mucho, quizas es mas aséptico y mejor tratable , pero estos enfermos marginales son la madre de toda adicción y aunque no nos guste tambien están aqui y nos necesitan mas.
Fernando Reyes.

Foto: Historias de nuestra Asociación (Drogas No, Gracias) .

Llamada de una madre, todo negativo, angustia y solo un resquicio de esperanza, repite continuamente que ya no puede mas, nos pasa con su hijo, lo mismo angustia, desesperación, se atropella hablando, drogas, mas drogas, él repite constantemente que tiene que terminar, que ya ha tocado fondo.
Nos desplazamos a verlos, los encontramos en una parada de autobús, mucho calor, el día no acompaña, como es normal nos preparamos para todo, hay que escuchar y no juzgar, el camino hasta la parada de autobuses nuestra conversación es monótona, como siempre ocurre, en la cabeza se amontonan cosas, algo inevitable: la duda de sí podremos ayudar?, qué nos encontraremos?, etc... suele ser así siempre. Como decía, nos encontramos en una parada de autobús, como nos coje lejos de nuestro pueblo hay que ir a un triste bar, nunca me ha gustado reunirme en un sitio público porque la gente parece que observa y escucha, yo particularmente lo noto y lo siento. Al llegar, señalamos un bar pero él no quiere, dice que le conocen, que en ese sitio no y decidimos otros, nos sentamos los cuatro y empieza la conversación o el monotema, la madre calla, pero no evito verle los ojos hinchados y llorosos detrás de sus gafas, esta reventada, angustiada, comenta que es la primera vez que su hijo pide ayuda. Él, por si mismo, empieza a hablar y es una ametralladora, cuenta que no le quieren ayudar sino pasa un mes limpio y no puede, esta muy nervioso quiere ayuda ya, que le lleven a un centro ya, no busca los "trankimazine" y demás para poder dormir un poco, estuvo en un centro tres meses y lo abandono, había cogido peso y se creyó curado, pero solo fue una ilusión que le duro una semana. 
Fuma "base" y a veces se lo pincha y lo mezcla con heroína. Tanto llora como cambia a otro tema, reconoce que ha tenido que fumar un gramo de marihuana para poder estar tranquilo y poder hablar con nosotros, delgado, moreno, sucio, mal vestido, duerme en la calle y normalmente en los barrios donde circula la droga, unas chanclas que nos muestran sus pies despellejados. Él nos cuenta que los tiene en carne viva por correr delante de la policía esa misma mañana, en los barrios marginales donde se ha escondido despues de robar un bolso, habla claro, sin miedo a veces parece que se siente orgulloso, te dice que si no tiene dinero, lo roba, o roba cualquier cosa para cambiarla por droga, es su "modus vivendi", su madre ya no le deja entrar en su casa pues ya le ha robado también.
Es el perfil del adicto que vive en la marginalidad total, duerme donde puede, consume base y lo mezcla a menudo con heroína, no descansa, abusa de los "trankimazines", pero ni con ellos logra relajarse mas de dos horas, necesita la dosis diaria, no puede vivir sin el, la policía ya lo conoce y ha estado en el calabozo y en el hospital a menudo, solo repite que quiere salir, que no puede continuar así, que se acuerda de los robos con violencia y le remuerde la conciencia, de las victimas que ha dejado mal heridas.
Habla de la droga y observo que se le hace la boca agua, le gusta y no puede evitarlo, yo lo percibo, se nota en su forma de expresarse. Mientras su madre calla, solo llora, su único hijo con 25 años y comido por dentro. Cuando notamos que se le empieza a pasar el efecto de la heroína y empieza a ponerse nervioso, rascándose , pensando que le observan, damos por terminada la reunión, con un gran mal sabor de boca por nuestra parte, a esto yo particularmente no acabo de acostumbrarme, lo reconozco.
De vuelta movemos Roma con Santiago y le conseguimos un centro que le acogen por una cantidad simbólica, respiramos profundamente, la madre nos llama con mas optimismo, nos dice que ha descansado toda la noche, pero esto sabíamos que iba a ser muy difícil y al tercer día se escapo, la madre a través de un escueto mensaje dice que tira la toalla, que no quiere saber nada de él,era su última oportunidad y se lo había advertido.
Los adictos marginales en situaciones extremas, son una lucha muy dura para ellos, para la familia y los que nos implicamos, no son situaciones fáciles. Suciedad, desnutrición, robos, monos agresivos, ya no les basta con pequeñas dosis ya son monstruos controlados por la adicción, ya ni su cuerpo les importa, los días son sufrimientos, consumir, monos, mal estar, no poder dormir, falta de higiene, enfermedades, etc... esto es una realidad que a veces no queremos ver y que muchos pueden llegar a ellas, en su día con su primer porro o su primera raya , no pensaron en ese negro futuro que se les puede venir encima, son enfermos, muy enfermos, por desgracia son ejemplos para los que empiezan con el consumo, pero su vida es un infierno y a menudo, los que ayudamos en esto, no nos gusta tratar con esa realidad , preferimos el padre y la madre con el problema de su hijo con el porro, el que bebe mucho, quizas es mas aséptico y mejor tratable , pero estos enfermos marginales son la madre de toda adicción y aunque no nos guste tambien están aqui y nos necesitan mas.
Fernando Reyes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario