viernes, 30 de marzo de 2012

"ES UN PROBLEMA DE TODOS EN EL QUE NOS DEBERÍAMOS IMPLICAR TODOS"


Fernando Reyes Crespo:

No olvidemos nunca que es una enfermedad pues el que toma la sustancia y vive los efectos así como los monos y demás trastornos,es el enfermo.Es entendible que el entorno se degrade por la necesidad continuada de dinero para disponer siempre de la sustancia a la que sea adicto así como toda la sintomatologia que conlleva esta enfermedad muy complicado comunicarse con el enfermo pues vive en un mundo diferente al nuestro con unas ansiedades ,violencias ,depresiones y un largo etc...así como verse el así mismo que no puede controlar la situación pero tampoco quiere ingresar o llevar un tratamiento,comprendo lo difícil que es para la familia y su entorno mas cercano ,lo que si puedo decir que en esos momentos no es el mismo.El primer paso es alejarlo de ella durante una temporada limpiar el organismo y trabajar con la persona ,marcándole unas pautas así como un tratamiento por medio de Psicólogos ,Psiquiatras,educadores,etc....para que se pueda llegar a entender la adicción de la persona ya que cada uno somos diferentes. Y a la droga nos han llevado situaciones diferentes y las terapias posteriores a todos no le dan el mismo resultado,si la familia continua a su lado es muy importante que intervengan en el proceso de rehabilitación del enfermo,así como en la posterior reintegración a la sociedad con todos los inconvenientes que esto conlleva,hay que dotar al enfermo de herramientas para manejar situaciones que en otra etapa de su vida le llevaran directamente al consumo ,así como preparar a la familia para que entienda y refuerce la autoestima del enfermo.La reinsercion es el proceso mas delicado en la recuperación,porque el enfermo ya no esta en un ambiente protegido sino que se enfrenta a todos sus miedos anteriores y cabe la posibilidad de una recaída,la cual si se produjese hay que tratarla urgentemente para que no vuelva a caer en la adicción y solo se considere por el enfermo y los especialistas como un echo aislado previsible en el programa de recuperación.Como se ve es una enfermedad con la que a veces los que la desconocen frivolizan con ella, diciendo que es problema de cada uno y que uno si entro saldrá cuando quiera,es triste que todavía existan personas que se nieguen a reconocer esto como una enfermedad y pretender estigmatizar a los enfermos e ingresarlos para que desaparezca el problema,hay un desconocimiento muy grande del problema y sus consecuencias no hay que atemorizar sino trabajar con las personas adecuadas para que el mensaje del peligro de la droga cale en nuestra sociedad y se empiecen a concienciar la sociedad de la gravedad de esto y que cada día se entra con menos edad hay que estudiar a esta sociedad el porqué de estas situaciones ,por qué las familias no logran una educación sana hacia sus hijos.Tiene que haber un punto de inflección en todo esto,puedo entender que los grande Narcotraficantes se enriquezcan con todo esto pues la demanda es grande,cuando digo entender es entre comillas,se mueve mucho dinero pero el usuario final ,no llego a comprender como la familia no presiona para que se paren los pies a todo lo que rodea a la droga.
Sabéis que entiendo yo ,que mientras se cure mi hijo ,esposo o lo que sea ,el resto que se busque la vida ,es muy duro lo que digo pero con la asociación tengo la desgracia de ver esto y así nos va y nos ira "ES UN PROBLEMA DE TODOS EN EL CUAL DEBERÍAMOS IMPLICARNOS TODOS".

¿QUÉ OS PARECE ESTO DESDE ARGENTINA?.

Damos las gracias por esta aportación a: MARY GONZALES.





Aníbal F. busca despenalizar la tenencia de drogas para consumo personal

El ex jefe de gabinete presentó un proyecto de Ley en el Senado.  

El senador kirchnerista Aníbal Fernández presentó un proyecto de ley que plantea la despenalización de la tenencia de drogas para consumo personal.
"Buscamos priorizar los derechos humanos de segunda generación: primero atender la salud de quien consume y después atacar el narcotrafico", declaró Fernández en una conferencia de prensa ofrecida esta tarde en el salón "Arturo Illia" del Senado.
La iniciativa de Fernández busca evitar la criminalización de la persona que consume que, en definitiva, "padece una enfermedad que tiene que ser resuelta por el Estado", consideró. 
Al fundamentar su proyecto, el ex jefe de Gabinete advirtió el "fracaso" de la ley vigente sobre estupefacientes, la 23.737, que plantea derogar y que, según evaluó,"sólo consiguió atacar a los eslabones más débiles y a los perejiles". 
Según Fernández, lo único que consiguió la actual legislación es "hacer un enorme daño", incentivar "el hacinamiento carcelario" y "llenar juzgados de causas que no tienen que ver con la seriedad". 
El proyecto del también exministro del Interior busca considerar a quien ingiere estupefacientes, ya sea marihuana, cocaína o cualquier otra droga, como un "objeto al que hay que ayudar y no estigmatizarlo con una pena", aunque aclaró que "no pretende ser permisivo" a la hora de castigar. 
"Ninguno de nosotros deja de pensar en el narcotráfico y en el ataque a aquellos que le venden mugre a nuestros hijos", advirtió, y dijo no tener "dudas de que los consumidores son víctimas visibles de las bandas de narcotraficantes".
Precisó que su propuesta intenta no penalizar el consumo cuando sea "escasa la cantidad de droga hallada y no ponga en peligro a terceros" y adelantó que determina un castigo a quien trafique drogas con la misma pena, de entre 8 a 25 años, que la prevista para el homicidio simple
También establece la despenalización del autocultivo para "no obligar al consumidor a tener que comprarle a un narcotraficante" y agrava el castigo a quien cometa "apología" del uso de drogas "cuando se utilicen para ello medios masivos de comunicación". 
Antes de cerrar la rueda de prensa, Fernández tuvo un cruce con el diputado del peronsimo disidente Eduardo Amadeo, y con miembros de la Red de Madres y Familiares de Víctimas de Drogas, que le cuestionaron no haber sido consultados.

tn.com.ar

¿QUÉ TE PARECE?.TRISTE REALIDAD.DILE NO A LAS DROGAS Y UN "SI" A LA VIDA

Empezamos con ellas ¿pero cuando terminamos?.No pruebes porque nunca se sabe, se tu mismo "Y QUE NADIE TE PRESIONE".Dile no a la droga,y un si a la vida, no te mereces equivocarte pues es un infierno del cual cuesta salir ,es demasiado duro para pasar por ello.No nos lo merecemos.
Gracias :Eduardo López Sabé.

EL DROGODEPENDIENTE UNA REALIDAD SOCIAL.


Eduardo López Sabé:

Les expongo un comentario de un enfermo por droga,,es real,,y pondré sus propias palabras,,,un fragmento de esa realidad,,,ÉSTA MAÑANA ME DESPERTÉ EN EL CAMPO, NO SÉ COMO FUI A PARAR ALLÍ,,SÓLO HAY BASURA A MI ALREDEDOR,,VEO JERINGAS EN EL SUELO,,YA ME DA LO MISMO,,TENGO VIH,Y HACE TIEMPO QUE NADA ME IMPORTA,,ME LAVARÉ ALGO EN UNA FUENTE,,TENGO QUE IR A UNA ONG A BUSCAR ROPA,,MIS PANTALONES HUELEN,,CREO QUE ME LO HIZE ENCIMA,,LLEVABA DÍAS , 3 DÍAS SIN DORMIR POR LA COCA,,ME DIERON UNA PASTILLA,,ME LA REGALARON,NO SÉ LO QUE ERA,,PERO CUANDO LA TOMÉ QUEDÉ FRITO,,HOY ESPERO TENER SUERTE,,PILLAR ALGÚN BOLSO,,TENGO QUE BUSCARME LA VIDA,,NO TENGO NADA DE DINERO,ni para darme por culo,,tengo el cuerpo hecho una mierda,,que se jodan si tengo vih,,necesito tomar ,,Y NECESITO TOMAR,,,,........Es un pequeño fragmento,,real,,y esas personas existen en muchas ciudades del mundo,,y necesitan ayuda,,y no se les da medios ,,¡acaso creen que podrá ésta persona acceder a un centro de desintoxicación,,? será gracias a una ong,,que pueda ser derivado a un centro con muchas deficiencias en sus medios,,esas personas existen no lo olvidemos,,no olvidemos la prespectiva social de la droga,,la enfermedad social,,porque ese individuo con mono,,puede ir a robarle a usted,,,,no olvidemos una realidad social.

jueves, 29 de marzo de 2012

UNA AMIGO AGRADECIDO QUE CONTINUA SIN BEBER Y LO COMPARTE CON NOSOTROS"GRACIAS JUAN CARLOS"


Juan Carlos Sanchez Gil:

Hoy hace mas o menos dos años que entre a este grupo gracias a mi gran amigo y compañero Jose Guillermo.Y estoy feliz y contento de pertenecer a este gran grupo, y no sabéis lo mucho que me habéis ayudado y espero que yo a vosotr@s también.Aquí en este gran grupo humano e conocido grandes amig@s ya sabéis quienes sois no hace falta nombraros y gracias a vosotr@s y vuestra ayuda el camino a mi recuperación a sido mas llevadera,como bien sabéis ya llevo 26 meses de abstinencia que los cumplo el 4 de Abril.Y solo deciros que gracias por todo que siempre estaréis en mi corazón y que adelante, que la vida es muy bonita sin consumos.Un abrazo y aquí estaré para lo que necesitéis

DROGAS NO,GRACIAS (DNG).Tobarra.Spain.Nº R.G.A:24007(Plataforma)BUSCANOS EN FACEBOOk.

LO QUE LA IGLESIA DICE SOBRE LA DROGODEPENDENCIA,TODOS LOS MENSAJES Y ANALIZIS SON VALIDOS EN NUESTRO BLOG ESTAMOS ABIERTOS A TODOS LOS QUE TENGAN QUE DECIR Y SE IMPLIQUEN EN "LA DROGA Y SUS CONSECUENCIAS".



Indicamos algunos aspectos de un fenómeno complejo y preocupante. En concreto, queremos referirnos ahora a los siguientes puntos: la persona, la familia, la sociedad.

a) La persona
La droga no es el problema principal del toxicodependiente. El consumo de droga es sólo una respuesta falaz a la falta de sentido positivo de la vida. Al centro de la toxicodependencia se encuentra el hombre, sujeto único e irrepetible, con su interioridad y específica personalidad, objeto del amor del Padre que, en su plan salvífico, llama a cada uno a la sublime vocación de hijo en el Hijo. Sin embargo, la realización de tal vocación es -junto a la felicidad en este mundo- gravemente comprometida por el uso de la droga, porque ella, en la persona humana, imagen de Dios (cfr. Gen. 1, 27), influye en modo deletéreo sobre la sensibilidad y sobre el recto ejercicio del intelecto y de la voluntad.
Un gran número de cuantos hacen uso de la droga está constituido por jóvenes, y la edad de acercarse al problema desciende siempre más. Hay, sin embargo, hoy también numerosos adultos (35-44 años) entre los consumidores de droga y esto constituye un cambio importante en este campo. Existen además toxicodependientes fuertemente dependientes de las sustancias estupefacientes y otros que hacen uso esporádico; personas marginadas, y otras aparentemente bien integradas en la sociedad. Como es fácil deducir, se está ante un conjunto complejo de un fenómeno diferenciado y articulado.
Los episodios de violencia, que se registran entre los toxicodependientes, indican que no nos encontramos de frente al engañoso e ilusorio "viaje pacífico" de una vez, promovido por la manipulación de masa de la cultura juvenil en los años sesenta, sino de frente a una realidad violenta y a la caída del carácter moral como efecto del uso de la droga.
Los motivos personales al origen de la toma de sustancias estupefacientes, son tantos. Pero, en todos los toxicodependientes, prescindiendo de la edad y de la frecuencia con que las usan, se constata un motivo constante y fundamental: la ausencia de valores morales y una falta de armonía interior de la persona. En todo toxicodependiente pueden verificarse diversas combinaciones de acuerdo con las fragilidades personales que lo hacen incapaz de vivir una vida normal. Se crea en él un estado de ánimo "inmotivado" e "indiferente" que desencadena un desequilibrio interior moral y espiritual del cual resulta un carácter inmaduro y débil que empuja la persona a asumir comportamientos inestables de frente a las propias responsabilidades.
De hecho, la droga no entra en la vida de una persona como un rayo con el cielo sereno, sino que como la semilla echa raíces en un terreno por largo tiempo preparado.
La mujer toxicodependiente, a diferencia del hombre, es herida más profundamente en su identidad y dignidad de mujer, sobre todo si es madre y por esto las consecuencias negativas pueden ser peores.
Quien hace uso de la droga vive en una condición mental equiparada a una adolescencia interminable, como es señalado por algunos especialistas. Tal estado de inmadurez tiene origen y se desarrolla en el contexto de una falta de educación. La persona inmadura proviene con frecuencia de familias que, también independientemente de la voluntad de los padres, no consiguen transmitir los valores, sea por la falta de una adecuada autoridad, sea porque viven en una sociedad "pasiva", con un estilo de vida consumístico y permisivo, secularizado y sin ideales. Fundamentalmente el toxicodependiente es un "enfermo de amor"; no ha conocido el amor; no sabe amar en el modo justo porque no ha sido amado en el modo justo.
La adolescencia interminable, característica del toxicodependiente, se manifiesta frecuentemente en el temor del futuro o en el rechazo de nuevas responsabilidades. El comportamiento de los jóvenes es con frecuencia revelador de un doloroso descontento debido a la falta de confianza y de expectativas frente a estructuras sociales en las cuales ya no se reconocen. ¿A quién atribuir la responsabilidad si muchos jóvenes parecen no desear llegar a ser adultos y rehusan crecer? ¿Les han sido ofrecidos motivos suficientes para esperar en el mañana, para invertir en el presente mirando al futuro, para mantenerse firmes sintiendo como propias las raíces del pasado? Detrás de comportamientos desconcertantes, frecuentemente aberrantes e inaceptables, se puede percibir un rayo de ideales y de esperanza.
b) La familia
Entre los factores personales y ambientales que favorecen de hecho el uso de la droga es, sin duda, el principal, la falta absoluta o relativa de la vida familiar, porque la familia es elemento clave en la formación del carácter de una persona y de sus actitudes hacia la sociedad. Detengámonos en algunos factores de mayor importancia.
El toxicodependiente viene frecuentemente de una familia que no sabe reaccionar al stress porque es inestable, incompleta o dividida. Hoy van en preocupante aumento las salidas negativas de las crisis matrimoniales y familiares: facilidad de separación y de divorcio, convivencias, incapacidad de ofrecer una educación integral para hacer frente a problemas comunes, falta de diálogo, etc. Pueden preparar una elección de la droga, el silencio, el miedo de comunicar, la competitividad, el consumismo, el stress como resultado de excesivo trabajo, el egoísmo, etc.; en síntesis, una incapacidad de impartir una educación abierta e integral. En muchos casos los hijos se sienten no comprendidos y se encuentran sin el apoyo de la familia. Además, la fe y los valores del sufrimiento, tan importante para la madurez, son presentados como antivalores. Padres no a la altura de su tarea, constituyen una verdadera laguna para la formación del carácter de los hijos.
¿Y qué decir de algunos comportamientos distorsionados o desviados en el campo sexual de ciertos núcleos familiares?
En no pocos casos las familias sufren las consecuencias de la toxidependencia de los hijos (por ejemplo, violencias, robos, etc.), pero sobre todo deben compartir las penas psicológicas o físicas. La vergüenza, las tensiones y los conflictos interpersonales, los problemas económicos y otras graves consecuencias, pesan sobre la familia, debilitando y resquebrajando la "célula fundamental" de la sociedad.
Junto a la familia de origen, ha de ser tenida en cuenta también la familia que crean los toxicodependientes. Se trata no raramente de parejas en las que ambos son drogadictos. Muchos, aun siendo todavía jóvenes, son ya separados o divorciados, o también conviven unidos de hecho. En este contexto adquieren importancia los problemas de los hijos de los toxicodependientes, sobre todo bajo el aspecto educativo, como también los problemas de los hijos de toxicodependientes ya fallecidos.
Merecen particular atención las mujeres toxicodependientes en embarazo: muchas son madres solteras o de cualquier modo abandonadas a sí mismas. Por desgracia, en vez de salir a su encuentro con una concreta solidaridad y asistencia para que puedan acoger y respetar la vida del no nacido, se les propone, como solución más oportuna, el aborto3.
c) La sociedad
La toxicodependencia, tan ampliamente difundida, es índice del estado actual de la sociedad. Hoy la persona y la familia se encuentran en una sociedad "pasiva", es decir, sin ideales, permisiva, secularizada, donde la búsqueda de evasiones se manifiesta en tantos modos diversos, del cual uno es la fuga en la toxicodependencia.
Nuestra época exalta una libertad que "no se ve positivamente como una tensión hacia el bien... sino... como una emancipación de todos los condicionamientos que impiden a cada uno seguir su propia razón"4. Se exalta el utilitarismo y el hedonismo, y con ellos el individualismo y el egoísmo. La búsqueda de un bien ilusorio, bajo la marca del máximo placer, termina por privilegiar a los más fuertes, creando en la mayoría de los ciudadanos condiciones de frustración y de dependencia. Y así, la referencia a los valores morales y a Dios mismo son cancelados en la sociedad y en la relación entre los hombres.
Se ha afianzado en la sociedad actual un consumismo artificial, contrario a la salud y a la dignidad del hombre, que favorece la difusión de la droga (cfr. CA, 36). Tal consumismo, creando falsas necesidades, empuja el hombre, y en particular a los jóvenes, a buscar satisfacciones sólo en las cosas materiales, causando una dependencia de ellas. Además, una cierta explotación económica de los jóvenes se difunde fácilmente, precisamente en este contexto materialístico y consumístico. En diversas regiones, además, la desocupación de los jóvenes favorece la difusión de la toxicodependencia.
A ningún atento observador escapa que la sociedad actual favorece la promoción de un hedonismo desenfrenado y un desordenado sentido de la sexualidad. Se ha separado el ejercicio de la sexualidad de la comunión conyugal y de su intrínseca orientación procreativa, permaneciendo en un superficial gozo al cual, con frecuencia, se subordina incluso la dignidad de las personas.
En una sociedad que busca la gratificación inmediata y la propia comodidad a toda costa, en la cual se está más interesado en "tener" que en "ser", no sorprende la cultura de la muerte que considera el aborto y la eutanasia como bienes y derechos. Se ha perdido el sentido de la vida, y se vacía la persona de su dignidad, llevándola a la frustración y a la vía de la autodestrucción. En una sociedad así descrita, la droga es una fácil e inmediata, pero mentirosa, respuesta a la necesidad humana de satisfacción y de verdadero amor.
Hoy la familia comparte la tarea de la educación con tantas otras instituciones y agencias educativas, pero faltan entre estas muchas veces, la necesaria unión y coordinación. De esto resulta una falta de claridad y de coherencia entre los valores propuestos. Dicha incoherencia en la educación de los jóvenes es, en gran parte, responsable de la crisis de los valores que genera confusión. De hecho, son propuestos a los jóvenes ideales no sólo desarticulados sino contradictorios.
Los mass media ejercen un influjo con frecuencia negativo respecto de la mentalidad que favorece la difusión de la toxicodependencia, sobre todo en el mundo juvenil. Con mensajes directos e indirectos, y a través de la industria del espectáculo para los jóvenes, crean modelos, proponen ídolos y definen la "normalidad" por medio de un sistema de pseudo-valores. No conviene olvidar además, la violencia cotidianamente suministrada al público por medio de ciertos video cassettes.
Algunos de nosotros, participantes al encuentro, consideramos que existe el riesgo, por parte de los mass media, de presentar una imagen del toxicodependiente que induce solamente a criminizarlo como el único culpable. No se pueden negar los talentos, la inteligencia y otras capacidades de tantos jóvenes toxicodependientes; y conviene más bien tenerlas en cuenta para toda iniciativa de recuperación.
Ha sido además subrayada la responsabilidad del Estado en aquello que concierne la organización de los medios de comunicación, y más en general, del entero sistema legal que tutela a los ciudadanos de la amenaza proveniente de la distribución y del consumo de la droga.
Hablando de responsabilidad no conviene olvidar, dadas las implicaciones religiosas de los problemas ligados a la droga, algunos silencios, faltas e insuficiencias todavía presentes en la pastoral de la Iglesia.
El fenómeno de la droga, considerado en la persona, en la familia y en la sociedad, hace evidente la necesidad urgente de "sabiduría" para recuperar la conciencia del primado de los valores morales de la persona como tal. "Volver a comprender el sentido último de la vida y de sus valores fundamentales", afirma el Santo Padre, Juan Pablo II, "es el gran e importante cometido que se impone hoy día para la renovación de la sociedad... La educación de la conciencia moral que hace a todo hombre capaz de juzgar y de discernir los modos adecuados para realizarse según su verdad original, se convierte así en una exigencia prioritaria e irrenunciable" (FC, 8). Con la ayuda de esta sabiduría la nueva cultura emergente "no apartará a los hombres de su relación con Dios, sino que los conducirá a ella de manera más plena" (ibid., 8). Este es el auténtico "nuevo humanismo", que no puede dejar de ser "un auténtico humanismo familiar", al que pertenece una "nueva mentalidad... esencialmente positiva, inspirada en los grandes valores de la vida del hombre"5.

II. Tarea específica de la Iglesia
¿Cuál es la tarea específica de la Iglesia de frente al fenómeno de la toxicodependencia?

a) La Iglesia y la evangelización
La Iglesia, enviada como "sacramento universal de salvación" (LG, 48; AG, 1), es el pueblo misionero de Dios. El compromiso misionero de la Iglesia, su actividad evangelizadora, cae sobre todos los miembros de este pueblo, cada uno en proporción de sus posibilidades (cfr. AG, 23): "A todos los fieles... es impuesto el noble honor de trabajar con el fin de que el divino mensaje de la salvación, sea conocido y aceptado por todos los hombres, sobre toda la tierra" (AA, 3).
La Iglesia es "experta en humanidad" (PP, 13). Al centro de sus preocupaciones está el hombre, objeto del amor creador, redentor y santificador de Dios, Uno y Trino. Jesucristo, "propter nos homines et propter nostram salutem" ("por nosotros los hombres y por nuestra salvación"), ha bajado del cielo, se ha encarnado, ha muerto y ha resucitado.
El mensaje de la Iglesia se dirige a toda la sociedad y a todos los hombres para señalar la alta vocación de Dios al hombre. Hace parte, sin embargo, de este mensaje, el hecho de que el hombre redimido lleva en sí mismo las heridas del pecado original y por tanto la inclinación a la dependencia y a la esclavitud del pecado.
La Iglesia anuncia que Dios salva al hombre en Cristo, revelándole su vocación, inscrita en la verdad sobre el hombre y desvelada plenamente en Cristo Jesús (cfr. GS, 22). En esta luz, todos tienen derecho a conocer que la vida es un SI a Dios y a la santidad, no simplemente un NO al mal.
La persona está llamada a vivir en ("ex sistere") comunión con Dios, consigo mismo, con el prójimo, con el ambiente (cfr. GS, 13). Vivir tales relaciones, en especial aquella con los otros, hace evidente la plena e integral valoración de la corporeidad masculina y femenina, que desvela el sentido profundo de la vida humana, como vocación al amor (cfr. FC, 11). Pero el pecado influye en estas relaciones. Para vivir los valores humanos y cristianos en modo auténtico, además de la indispensable ayuda de la gracia divina, son necesarios: la libertad del espíritu contra el materialismo y el consumismo, la verdad sobre el bien y sobre el hombre contra el utilitarismo y el subjetivismo ético, la grandeza del amor, que busca siempre el bien del otro a través también de la donación de sí, contra la banalización de la sexualidad y el hedonismo.
El amor misericordioso de Dios mira en modo especial a quienes necesitan más de su acción compasiva y liberadora. El Señor ha dicho que son los enfermos los que tienen necesidad del médico (cfr. Mt. 9, 12; Mc. 2, 17; Lc. 5, 31).
Al toxicodependiente se dirigen la solicitud y las actividades de muchas personas e instituciones. También diversas ciencias y disciplinas se ocupan de sus problemas. ¿Bajo qué aspecto, entonces, la Iglesia se pone al servicio de quienes se encuentran bajo el yugo de esta nueva forma de esclavitud?
En su actitud decididamente pastoral, empleando los instrumentos ofrecidos por las ciencias, la Iglesia se acerca al toxicodependiente con su radiante concepción de la verdad sobre Cristo, sobre sí misma y sobre el hombre6.
Ella propone una respuesta específica en cuanto poseedora de los valores morales humano-cristianos, que miran a todos, y son disponibles para todos con métodos abiertos a todos: creyentes o no creyentes, toxicodependiente o personas con riesgo de serlo, jóvenes o ancianos, sujetos provenientes de familias "sanas" o sin familia. Se trata de valores de la persona como tal. La propuesta de la Iglesia es un proyecto evangélico sobre el hombre. Anuncia a cuantos viven el drama de la toxicodependencia y sufren una existencia miserable, el amor de Dios que no quiere la muerte sino la conversión y la vida (cfr. Ez. 18, 23). Aquí se trata de la vida plena, de la vida eterna, proclamada en medio a situaciones que la ponen en peligro o la amenazan.
Al toxicodependiente, carente fundamentalmente de amor, hay que hacer conocer y experimentar el amor de Cristo Jesús. En medio de una desazón atormentada, en el vacío profundo de la propia existencia, el itinerario hacia la esperanza pasa por el renacer de un ideal auténtico de vida. Todo esto se manifiesta plenamente en el misterio de la revelación del Señor Jesús. Quien toma sustancias estupefacientes debe saber que, con la gracia de Dios, es capaz de abrirse a quien es "el camino, la verdad y la vida" (Jn. 14, 6).
Puede así comenzar un itinerario de liberación descubriendo que él es imagen de Dios, en la realidad de Hijo, que debe crecer en la similitud de la imagen por excelencia que es Cristo mismo (cfr. Col. 1, 15).
La Iglesia, con su contribución específica, interviene en el problema de la toxicodependencia, ya para prevenir el mal, ya para ayudar los toxicodependientes en su recuperación y reinserción social.
Así, nosotros somos testigos de que el prisionero de la droga, con la ayuda de la Iglesia, puede iniciar un nuevo camino y asumir una actitud que lo abra hacia una siempre y mayor plenitud de vida nueva.

b) La Iglesia de frente a la toxicodependencia
La respuesta de la Iglesia al fenómeno de la toxicodependencia es un mensaje de esperanza y un servicio que, más allá de los síntomas, va al centro mismo del hombre; no se limita a eliminar el mal, sino que propone rumbos de vida. Sin ignorar ni despreciar las otras soluciones, ella se sitúa a un nivel superior y global de intervención que tiene en cuenta su precisa visión del hombre y en consecuencia indica nuevas propuestas de vida y de valores. Su tarea es evangélica: anunciar la Buena Nueva. No asume una especie de función sustitutiva respecto de otras instituciones e instancias humanas. Su servicio está, en efecto, en la misma "escuela evangélica" hecha a través de formas concretas de acogida que son la traducción práctica de su propuesta de vida, de su mensaje de amor.
Es precisamente en la misma actividad evangelizadora de la Iglesia que se coloca su intervención sobre el problema de la toxicodependencia. Tal actividad, sea aquella dirigida "ad intra" que "ad extra", lleva a "servir el hombre revelándole el amor de Dios, que se ha manifestado en Jesucristo" (RM, 2). Este anuncio "mira a la conversión cristiana, es decir, a la adhesión plena y sincera a Cristo y a su Evangelio mediante la fe" (Ibid., n. 46): "Convertíos y creed en el Evangelio" (Mc. 1, 15). Se trata de una conversión que "significa aceptar, con decisión personal, la soberanía de Cristo y llegar a ser sus discípulos" (RM, 46). Solo en El toda persona puede encontrar el verdadero tesoro, la verdadera y definitiva razón de toda su existencia. Adquieren un maravilloso significado respecto a los toxicodependientes las palabras de Cristo: "Venid a mí todos los que estéis cansados y agobiados que yo os aliviaré" (Mt. 11, 28).
El Evangelio une la proclamación de la Buena Nueva a las buenas obras, como por ejemplo, a la curación de "toda enfermedad y toda dolencia" (Mt. 4, 23). La Iglesia es "fuerza dinámica", "signo y animadora de los valores evangélicos entre los hombres" (RM, 20). Por tanto, la Iglesia, "teniendo siempre firme la prioridad de las realidades trascendentes y espirituales, premisas de la salvación escatológica", ha ofrecido siempre su testimonio evangelizador junto a sus actividades: diálogo, promoción humana, compromiso por la justicia y la paz, educación y atención de los enfermos, asistencia a los pobres y a los pequeños (cfr. Ibid.). Sin embargo, ha de estar muy claro que en la proclamación de la Buena Nueva del amor de Dios, ella no coarta la libertad humana: se detiene ante el sagrario de la conciencia; propone, pero no impone nada (cfr. Ibid.).
El Santo Padre recuerda que el testimonio evangelizador de la Iglesia consiste en proclamar la Buena Nueva, como quien ha reconocido en Jesucristo la meta del propio destino y la razón de toda su esperanza7.
Refiriéndose al toxicodependiente, el Sumo Pontífice afirma que es necesario "llevarlo al descubrimiento o al redescubrimiento de la propia dignidad de hombre; ayudarlo a hacer resurgir y crecer, como un sujeto activo, aquellos recursos personales que la droga había sepultado, mediante una confiada reactivación de los mecanismos de la voluntad, orientada hacia seguros y nobles ideales"8. Siguiendo esta línea de la formación del carácter del toxicómano, el Santo Padre continúa: "Ha sido concretamente probada la posibilidad de recuperación y de redención de la pesante esclavitud... con métodos que excluyen rigurosamente cualquier concesión a la droga, legal o ilegal, con carácter sustitutivo"9. Luego concluye: "La droga no se vence con la droga"10.
¿Pero cuáles son los "seguros y nobles ideales" necesarios para el crecimiento del toxicodependiente como sujeto activo? Son aquellos que responden a la necesidad extrema del hombre de "saber si hay un por qué que justifique su existencia terrena"11. Por este motivo, "es necesaria la luz de la Trascendencia y de la Revelación cristiana. La enseñanza de la Iglesia, anclada en la palabra indefectible de Cristo, da una respuesta iluminadora y segura a los interrogantes sobre el sentido de la vida, enseñando a construirla sobre la roca de la certeza doctrinal y sobre la fuerza moral que proviene de la oración y de los sacramentos. La serena convicción de la inmortalidad del alma, de la futura resurrección de los cuerpos y de la responsabilidad eterna de los propios actos es el método más seguro también para prevenir el mal terrible de la droga, para curar y rehabilitar sus pobres víctimas, para fortalecerlas en la perseverancia y en la firmeza sobre las vías del bien"12.
Hoy, con la vasta difusión de la droga, la Iglesia se encuentra frente a un nuevo reto: debe evangelizar tal situación concreta. Por esto indica: 1. el anuncio del amor paterno de Dios para salvar al hombre, un amor que supera todo sentido de culpa; 2. la denuncia de los males personales y de los males sociales, que causan y favorecen el fenómeno de la droga; 3. el testimonio de aquellos creyentes que se dedican a la atención de los toxicodependientes según el ejemplo de Cristo Jesús, que no ha venido para ser servido, sino para servir y dar la vida (cfr. Mt. 20, 28; Fil. 2, 7). Esta triple actividad comporta:
Una tarea de anuncio y profecía que presenta la visión evangélica original del hombre;
Una tarea de servicio humilde a imagen del Buen Pastor que da su vida por sus ovejas.
Una tarea de formación moral hacia las personas, las familias y las comunidades humanas, a través de los principios naturales y sobrenaturales para llegar al hombre pleno y total.

III. Presencia evangelizadora de la Iglesia
Después de haber examinado cuál es la misión específica de la Iglesia frente al fenómeno de la droga, deseamos considerar los sujetos llamados a intervenir en la atención pastoral de la Iglesia en combatir el mal de la toxicodependencia y ayudar a las víctimas.
a) Presencia en la familia
La Iglesia siente el deber de reservar una atención privilegiada a la familia, núcleo central de toda estructura social, y debe "anunciar con alegría y convicción la Buena Nueva sobre la familia" (FC, 86) para promover una auténtica cultura de la vida. Aunque la familia es asediada por tantos peligros hoy en una sociedad secularizada, hay que tener confianza en ella. "La familia -afirma Juan Pablo II- posee y comunica todavía hoy energías formidables capaces de sacar al hombre del anonimato, de mantenerlo consciente de su dignidad personal, de enriquecerlo con profunda humanidad y de inserirlo activamente con su unicidad e irrepetibilidad en el tejido de la sociedad" (FC, 43).
Más aún, según el Santo Padre, la Iglesia debe tener una particular solicitud pastoral "hacia los individuos cuyas existencias están marcadas por tragedias personales y devastadoras y hacia las sociedades que se encuentran ante el deber dominar un fenómeno siempre más peligroso" como es la toxicodependencia13.
La familia es un núcleo vital e imprescindible de la misma existencia humana, dado que el hombre es a la vez sujeto personal y comunitario (reflejo del Dios Uno y Trino). Ahora bien, si la Iglesia quiere hacer frente de modo eficaz al fenómeno de la droga, debe centrar en la familia su prioridad pastoral: "el futuro de la humanidad se fragua en la familia!" (FC, 86). La familia es "La primera estructura fundamental a favor de la ecología humana" ... y "Santuario de la vida" (CA, 39), célula crucial de la sociedad, porque en ella se reflejan en el bien y en el mal, los diversos aspectos de la vida y de la cultura.
No obstante el desinterés, los prejuicios y hasta la hostilidad que hoy amenazan la institución familiar, la experiencia de cuantos trabajan con especial competencia en el mundo de la toxicodependencia (psiquiatras, psicólogos, sociólogos, médicos, asistentes sociales, etc.), confirma en modo unánime que el modelo cristiano de la familia permanece como el punto de referencia prioritario sobre el cual insistir en toda acción de prevención, recuperación e inserción de la vitalidad del individuo en la sociedad.
Este modelo radica en el amor auténtico: único, fiel, indisoluble de los cónyuges. Es necesario volver a la concepción cristiana del matrimonio como comunidad de vida y de amor, porque de otra manera se cae en modelos de egoísmo e individualismo. Esto exige una educación en el don recíproco y en la generosidad junto a una constante educación espiritual y religioso-moral.
Somos bien conscientes que tal proyecto divino choca contra la actual cultura narcisística, autosuficiente y efímera. Es entonces indispensable una estrategia de sostenimiento, de solidaridad, de apertura entre las diversas familias, en una obra de paciente y recíproca acogida.
En el esfuerzo de prevención y en la lucha contra la droga, la familia debe hacer un llamado, frente a las dificultades de la vida cotidiana, a los recursos interiores de todos sus miembros. Desde la primera adolescencia los hijos miran a los padres y a la familia como modelos de vida. Luego tienden a separarse y casi a oponerse a ellos, para buscar una propia y autónoma realización fuera de la familia, siguiendo modelos con frecuencia en contraste con aquellos familiares. La familia, debe regresar a ser el lugar donde ellos puedan tener la experiencia de la unidad que los refuerza en su peculiar personalidad. Las familias deben ser objeto y sujeto de educación en la solidaridad y en el amor-don.
Es necesario recuperar el sentido de la vida de cada día; por tanto la familia debe reaccionar ante los grandes llamados publicitarios que falsean la prospectiva de la vida.
La acción pastoral de la Iglesia, centrada en la prioridad de la familia, interesa a todos y no solamente a aquellos que trabajan en tantos sectores de "malestar social". La pastoral familiar constituye la mejor prevención porque se interesa de la educación, informa la catequesis, orienta los cursos de preparación al matrimonio, da vida a institutos de formación familiar, suscita grupos de reflexión y de oración, promueve formas concretas de empeño como el voluntariado, implicando a todo componente de la comunidad cristiana.
La familia, "Iglesia Doméstica" (cfr. LG, 11), es capaz de afrontar todo a la luz de la Palabra de Dios interpretada por el Magisterio, y si Dios ocupa realmente el primer puesto, llega a ser el lugar del crecimiento y de la esperanza pues en ella cada día se reconstruye la vida cristiana con amor, fe, paciencia y oración. El Magisterio afirma que "la familia, como la Iglesia, debe ser un espacio en el cual el Evangelio es transmitido y de donde el Evangelio se irradia" (EN, 71).
La familia crea "un ambiente de vida en el cual el niño puede nacer y desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su destino único e irrepetible" (CA, 39). En ella los adultos descubren su papel educativo para la formación del carácter de los hijos, y el niño se presenta a la vida y aprende a amar. El hombre recibe "las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser amado y, por consiguiente qué quiere decir en concreto ser una persona" (Ibid.). Los adultos son educados en respetar los hijos como personas únicas e irrepetibles, con sus dones y una propia vocación. Deben formarlos en la autoestima, en el descubrimiento de sus propias capacidades para discernir los valores morales. La familia debe continuamente sensibilizarles en modo formativo sobre el fenómeno de la droga y los peligros del descarrilamiento. Recuérdese sin embargo que "educar" no es sólo "informar": la sola información podría despertar el deseo de probar, la curiosidad y la imitación. En el proceso formativo es importante tener presente las diversas etapas del desarrollo de la personalidad del individuo que se ha de educar. Si la familia, posteriormente, descubre que está directamente implicada en el drama de la toxicodependencia no debe absolutamente cerrarse, ni tener miedo de hablar de manera clara de lo que está viviendo. Debe tener el valor de pedir ayuda a quien está en grado de ayudar y puede válidamente aconsejarla. Cerrándose, en efecto, en la propia pena a causa de una malentendida vergüenza, terminaría por hacer el juego del toxicodependiente.
Todo esto no es fácil. Pero solamente se crece a través de la superación de las dificultades, en un entrenamiento constante, hecho también de derrotas. En este caso los padres ven el sufrimiento y los sacrificios como sinvalores, pero no es así. El sufrimiento y los sacrificios ayudan a crecer y a madurar, reforzando la voluntad y el carácter. Nos lo ha enseñado quien, a través del sufrimiento, ha redimido la humanidad. A veces los padres deben saber tomar decisiones dolorosas para ayudar al hijo toxicodependiente. Decisiones que, sin embargo, nunca están desprovistas de afecto. Y de afecto tienen ciertamente necesidad también los padres. Cuánto es elocuente la observación de tantos padres cuando manifiestan que les es necesario ante todo cargarse ellos de afecto para poderlo luego dar a sus hijos tan necesitados de amor!
b) Presencia en la parroquia
El trabajo pastoral de la parroquia coopera en edificar la Iglesia, comunidad de salvación, y en sanar el corazón del hombre. Y a esto tiende a través de toda su actividad.
Ante todo, en el anuncio de la Palabra de Dios: un anuncio fuerte y comprometido en todas sus formas (catequesis, homilía, enseñanza de la religión en la escuela, etc.) que favorece el crecimiento de la fe. La palabra proclamada, cuando es acogida, renueva al hombre y lo convierte en verdadero testigo del Evangelio. En el Evangelio se aprende la caridad de Cristo, reveladora de la justicia y de la misericordia del Padre celeste, evitando así, juzgar al propio hermano (cfr. Sant. 4, 11-12). Se forman además conciencias críticas respecto a los falsos valores y a los ídolos propuestos por la sociedad consumista y hedonista. Se comprende mejor que las vías para una calidad de vida digna del hombre, no son aquellas que hacen de la eficiencia y del suceso el primer y absoluto criterio, sino aquellas que presentan al hombre propuestas exigentes y empeños valerosos, abriéndolo al horizonte de la verdadera libertad, lejos de las abundantes dependencias y placeres que lo hacen esclavo. La palabra de Dios da a los jóvenes valor, fuerza, comprensión y esperanza.
En la liturgia se hace presente el misterio salvífico de Cristo. Toda comunidad, al celebrarla gozosamente, recibe los dones de su Redentor, y descubre las indigencias de los necesitados y de los pobres.
Al recibir en la Eucaristía al Señor, descubre la exigencia de abrirse a los hermanos. La Iglesia, además, medita el ejemplo de Cristo que no vino a buscar los sanos sino a los enfermos, a llamar no a los justos, sino a los pecadores a la conversión (cfr. Mc. 2, 15. 17). Esto implica, para las comunidades eclesiales, la disponibilidad a prestar una atención concreta a las diversas formas de pobreza presentes en su propio ámbito. Hacerse cargo de estas pobrezas en nombre de la solidaridad activa, es la primera vía para prevenir estas desgracias y dar sentido a la vida.
La pastoral de la prevención es para la parroquia una prioridad pues ella es comunidad educadora. Los adultos deberían sentirse en la comunidad educadores y corresponsables de la formación de cada hijo, de cada joven. En este ámbito debe revalorizarse la corrección fraterna como recíproco estímulo al bien y a lo mejor. A la base de todo está el amor abierto a todo hombre, especialmente a los más pobres. Este amor se manifiesta en la solidaridad.
En cuanto a los jóvenes es necesaria una pastoral exigente:
En el plan espiritual del crecimiento en la santidad;
En el adiestramiento al servicio gratuito y generoso;
En las actividades de formación juvenil y en general de "educación a la vida sana", bajo el aspecto deportivo, sanitario, cultura y espiritual.
La presencia de toxicodependientes llama toda la parroquia al empeño que sobrepasa la simple ayuda económica o la fácil delegación a las estructuras especializadas. En la comunidad cristiana, deberían las familias o los grupos de familias, hacerse disponibles para acoger o asistir un toxicodependiente en la fase de reinserción social o laborativa. Así pues, deberían surgir, como ya se está dando de hecho, comunidades educativas de voluntariado abiertas al territorio (parroquia, barrio, municipio). Toma cuerpo de tal manera un servicio evangélico y se ofrece un mensaje de esperanza, concretizado por medio de precisos gestos de acogida y de amor.

c) Presencia en las comunidades para la atención de los toxicodependientes
En la Iglesia existen también múltiples iniciativas para la prevención, la acogida y la recuperación de los toxicodependientes, y su reinserción social. Mientras su fuente de inspiración es única, diversas son las capacidades creativas de quienes la concretizan. Pero si la fuente es el Evangelio, y su servicio es un mensaje de amor y de esperanza, todas estas iniciativas no pueden ser sino de comunión, teniendo como punto de referencia la regeneración de la persona y de la familia y la llamada del hombre a vivir en relación.
La comunidad para la atención de los toxicodependientes no es solamente una estructura, sino un estilo de vida que debe encarnarse en todas partes: en casa, por la calle, en la escuela, en el trabajo, en la diversión. El elemento indispensable, y punto de fuerza del empeño eclesial en este campo, permanece la recuperación del hombre mediante una acción inspirada por una propuesta evangélica que se hace posible a través de varias formas de acogida en la cual se hace concreto el mensaje de amor y de salvación de la Iglesia.
Somos conscientes, desde luego, de cómo, en tantas comunidades, personas que han superado la toxicodependencia se convierten en apoyos válidos y testigos creíbles para otros; son como maestros de prevención con el ejemplo de esperanza y de recuperación positiva. Los ex-toxicodependientes llegan a ser especialistas en afrontar el problema de la droga puesto que han vivido en su propia piel el sufrimiento; han sabido acepta la propuesta evangélica, y por consiguiente son los más adecuados para transmitir cuanto han recibido a quien está en la situación en la que ellos mismos se encontraban.
Otras características específicas de las comunidades para la recuperación de los toxicodependientes se confían a la creatividad y a los diversos carismas y concepciones de cuantos participan en ella. En el respeto de las diversas formas de iniciativa, la Iglesia por medio de tales estructuras, ofrece un servicio eficaz a los toxicodependientes permaneciendo siempre fiel a la propia misión; y exige una propuesta de clara coherencia a cuantos pretenden seguirla. Ante estas múltiples obras e iniciativas, la Iglesia tiene también la tarea del discernimiento. La adhesión al Evangelio y al Magisterio de la Iglesia, constituye el parámetro para definir la identidad cristiana de cada comunidad, que tal pretende ser.
En un texto de esta naturaleza, no podemos adentrarnos en valorar la variedad de los métodos utilizados en la atención de las víctimas de la toxicodependencia. Esas dependen también del contexto cultural de las naciones, del estado particular de las familias y de los toxicodependientes mismos. Pueden existir acentuaciones, de acuerdo con el grado de secularización, de presencia de los valores cristianos en la comunidad y en la persona, víctima de esta esclavitud14.
La Iglesia, respetando la autonomía de las ciencias, y su propia metodología, se interesa más en el esfuerzo de la evangelización, sobre todo cuando el trabajo se desarrolla en las instituciones que pertenecen o que son puestas bajo la inspiración y la dirección de agentes pastorales de la Iglesia. La verdad sobre el hombre y sobre Cristo debe estar en el centro de una recuperación integral. Es necesario leer con atención la afirmación del Santo Padre, Juan Pablo II: "Los hombres tienen necesidad de la verdad; tienen la necesidad absoluta de saber por qué viven, mueren, sufren! Pues bien, vosotros sabéis que la verdad es Jesucristo! El mismo lo ha afirmado categóricamente: "Yo soy la verdad" (Jn. 14, 6). "Yo soy la luz del mundo: quien me sigue, no camina en las tinieblas" (Jn. 8, 12). Amad, pues, la verdad! Llevad la verdad al mundo! Testimoniad la verdad que es Jesús, con toda la doctrina revelada por El mismo y enseñada por la Iglesia divinamente asistida e inspirada. Es la verdad que salva nuestros jóvenes: la verdad toda entera, iluminadora y exigente, como es! No tengáis miedo de la verdad y oponed solo y siempre a Jesucristo ante tantos maestros del absurdo y del recelo, que pueden tal vez fascinar, pero que luego llevan fatalmente a la destrucción"15.

d) Presencia en la cultura
Existe una interdependencia entre el perfeccionamiento de la persona humana y el desarrollo de la misma sociedad (cfr. GS, 25). Desde el momento en que el hombre y la sociedad tienden, en el interior del orden temporal, al bien común, por medio de la cultura, de manera especial, el desarrollo y la transmisión de esta se encuentran entre los principales campos de servicio a la humanidad en la que la Iglesia debe estar presente.
La cultura contribuye al desarrollo y a la perfección de las capacidades del hombre, tanto mentales como físicas. A través de la cultura el hombre promueve el bien común de la sociedad creando aquellas condiciones sociales aptas para satisfacer con facilidad sus necesidades y sus legítimos deseos. Tales condiciones sociales, si quieren corresponder a la verdadera vocación del hombre, deben basarse en la eminente dignidad de la persona humana que puede ser completamente comprendida sólo a la luz de la trascendencia de la revelación cristiana.
Por esto la Iglesia debe "evangelizar -no de manera decorativa, a semejanza de un barniz superficial, sino de modo vital, en profundidad y hasta las raíces- la cultura y las culturas del hombre..., partiendo siempre de la persona y regresando a las relaciones de las personas que entre ellas y con Dios" (EN, 20). A través de esta evangelización, la Iglesia mira a la conversión, es decir, a la transformación de las conciencias, sea individuales que colectivas. Al hacer esto, la Iglesia no destruye, sino que transforma interiormente la cultura, regenerando "los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el diseño de salvación" (EN, 19).
Por otra parte, la toxicodependencia es el resultado de una cultura que, vacía de tantos valores humanos, compromete la promoción del bien común y, por tanto, la auténtica promoción de la persona. De aquí el empeño que pide el Santo Padre a los laicos en promover el ámbito del bien común que protege la solidez de tantas personas en el bien. Es por tanto la misión de la Iglesia reevangelizar esta cultura y animar este orden temporal que la hace posible. Esto es sobre todo tarea de los fieles laicos en su participación en el orden social en sus diversos aspectos (cfr. CL, 42).
Es necesaria la presencia evangelizadora de la Iglesia en los puestos privilegiados de la cultura como las instituciones educativas (escuela, universidad, etc.), para una eficaz acción de prevención. Tales centros son también lugares fundamentales para la formación del carácter donde los educadores son llamados a detectar a tiempo aquellos que pueden ser víctimas de la droga. La escuela debe obrar siempre en estrecha colaboración con los padres en cuanto participa, en modo subsidiario, en la formación de los jóvenes.
Dada la importancia de los medios de comunicación social, sea para la formación que para la transmisión de la cultura, no puede faltar la presencia de la Iglesia en este campo. La Iglesia evangelizadora debe hacer una obra de prevención promoviendo, a través de ellos, un "nuevo humanismo" (cfr. FC, 7).
Conclusión
Estas páginas, fruto del encuentro de personas con muchos años de experiencia, proponen algunas reflexiones para el trabajo de prevención de la toxicodependencia y la recuperación de los toxicodependientes. Objetivo final del presente estudio es que el hombre, dejando a un lado las falaces dependencias, reencuentre la verdadera libertad en la dependencia filial del Padre celestial.
Al concluir, nos dirigimos a la Madre de Dios, que ha vivido en modo armonioso sus relaciones fundamentales de acuerdo con el querer de Dios. Ayude, María, a cuantos son amenazados por el azote de la droga y a aquellos que han llegado a ser sus víctimas, guiándolos al Padre en el conocimiento y en el amor de su Hijo, Jesucristo. El, Señor de la vida, haga pasar tantas personas, esclavas de la droga, de la desesperación a la esperanza.

Alfonso Cardenal López Trujillo
Presidente del Pontificio Consejo para la Familia

QUE IMPORTANTE ES LA FAMILIA(AQUEL QUE LA TENGA)


Eduardo López Sabé:

Y las familias cuando descubren que el hijo toma droga,,,,CÓMO ME HAS HECHO ÉSTO A MÍ,,,TANTO QUE TE HEMOS DADO NO NOS LO MERECEMOS,,GRITOS , PELEAS,,LLANTOS,,AMENAZAS,,,Y SÓLO SE ACOJEN AQUE EL HIJO O HIJA LES DIGA ,,LO DEJARÉ ,,TOMO POCO, SÓLO HA SIDO HOY,,,,NO PASA NADA,,,,EN MUCHOS CASOS, LA MADRE,,SIGUE LO QUE SE LE HA DICHO,,Y LUEGO VIENEN LOS PROBLEMAS MUCHO MÁS GRAVES,,,----------------
1- 
PARA EMPEZAR NO SE CULPEN TANTO USTEDES,,PORQUE ALGO DE CULPA TENDRÁN EL PROCESO PRODUCIDO,,,NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE,,PERO AHORA NO ES ÉSTO LO PRIMORDIAL,,LO IMPORTANTE ES AYUDAR,,SALVAR LA VIDA DE LA PERSONA,,Y ESO SÓLO SE CONSIGUE,,CON CALMA,,CON PAZ,,CON TRANQUILIDAD,,,ASÍ DE SENCILLO,,Y CON MUCHA DECISIÓN,,SI EL HIJO LLEVA MÁS DE UN AÑO, TOMANDO,,HAY MUCHAS MUCHAS PROBABILIDADES DE DEPENDENCIA,,Y HABLAR CON ÉL,,HACERLE VER QUE SE VAN A TOMAR UNA DECISIONES POR SU SALUD,,,Y QUE NO VALEN NI LOS CHANTAJES EMOCIONALES,,HACERLE VER QUE SE VA A IR A MÉDICOS,,,PARA VER SU ESTADO DE SALUD,,---LO NORMAL ES QUE EL HIJO DIGA QUE NO QUIERE,,,Y USTEDES DIGAN QUE NO LO QUIEREN VER MUERTO,,,Y QUE HAGA LO QUE USTEDES LE DICEN,,SI ES POR LAS BUENAS,,O POR VÍA JUDICIAL,,PERO HAY QUE HACERLO,,POR SU VIDA,,,¿HAN VISTO LAS DOS PERSPECTIVAS DE AYUDA AL ENFERMO POR DROGAS,? PORQUE NO OLVIDEN,,¡QUIEN ES LA PRIMERA PERSONA EN VER LA REALIDAD DE LA FAMILIA,,? ES SIEMPRE LA FAMILIA,Y LA FAMILIA TIENE MUCHO QUE VER

martes, 27 de marzo de 2012

DROGAS EN ALEMANIA(Stella M. Rodríguez Maurig)


Drogas en Alemania: menos muertes y más consumidores en 

2011

Las muertes por consumo de drogas ilegales se redujeron en Alemania en 2011, pero más personas las probaron por primera vez. El consumo de narcóticos llegados de Afganistán y América Latina inquieta a las autoridades.
Varias tendencias opuestas han llamado la atención de las autoridades alemanas: mientras que el número de muertes propiciadas por el consumo de drogas ilegales se redujo el año pasado, la cantidad de personas que perdieron la vida al mezclar estupefacientes y la de las que probaron narcóticos por primera vez creció notablemente.
En 2011, 986 personas murieron por el consumo excesivo de cocaína, heroína, éxtasis, cannabis o hachís. “Esa es la cifra más baja desde 1988. Y, en comparación con el año 2010, se trata de un descenso del 20 por ciento”, comentó Mechthild Dyckmans, delegada del Gobierno alemán para el tema de las drogas, durante la presentación de un informe este lunes (26.3.2012) en Berlín. En 2010 se registraron 1.237 muertes por drogas en Alemania. Eso sí, la sobredosis de heroína sigue siendo la causa principal de los decesos en este ámbito.
A juicio de Dyckmans, el descenso en el número de muertos por consumo de drogas es atribuible al éxito de los programas de prevención auspiciados por el Gobierno federal y las autoridades regionales; los tratamientos con metadona, los espacios para el consumo controlado de drogas y las medidas de higiene en torno a la inyección de estupefacientes dieron resultados. “Los consumidores de drogas ilegales son cada vez mayores, gracias a las ofertas de ayuda para la supervivencia hechas por el Estado”, dijo Dyckmans.
“Al mismo tiempo, el consumo de heroína entre los más jóvenes está menos extendido”, acotó, aunque no pudo ofrecer explicaciones concretas para el descenso en la cifra de los muertos por consumo excesivo de drogas. Jörg Ziercke, presidente de la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA, sus siglas en alemán), advirtió que el éxito de los programas de prevención no debería llevar a sus administradores a dormirse sobre sus laureles. Para él, el creciente número de personas que probaron narcóticos por primera vez es alarmante.

Ziercke y Dyckmans, durante la presentación del informe de la BKA sobre las drogas y sus estragos en Alemania.
Laboratorios afganos, en la mira
El contingente de nuevos consumidores de drogas ilegales creció en un 15 por ciento en Alemania. Eso implica que alrededor de 21.000 personas pertenecen a un grupo potencialmente riesgoso para la seguridad ciudadana; su tamaño puede contribuir al incremento de la criminalidad relacionada con las drogas. “Esta es la octava vez que aumenta el número de personas que probaron anfetaminas y metanfetaminas por primera vez”, señaló Ziercke. Las anfetaminas y metanfetaminas son drogas sintéticas, también llamadas “drogas de diseño”.
No obstante, la BKA nunca había decomisado tantas drogas sintéticas como en 2011: el descubrimiento de 1,4 toneladas supone un aumento del 17 por ciento, en comparación con hallazgos previos, y ha hecho sonar la alarma por el aparente auge en el consumo de crystal, una droga recreativa con gran potencial para crear adicción rápidamente. Según Ziercke, crystal es responsable por un aumento del 164 por ciento (2.112 casos) en el número de nuevos consumidores.
Las autoridades perciben también un contraste entre la cantidad creciente de pastillas de ecstasydecomisadas y el descenso en los hallazgos de cannabis, cocaína y heroína. El principal productor de la heroína que se consume en Alemania y el resto de Europa sigue siendo Afganistán, asegura la BKA. “Solamente con la producción afgana de opio se pueden fabricar cantidades de heroína suficiente –entre 600 y 650 tonaladas– para satisfacer la demanda del mercado mundial”, sostuvo Ziercke.
Sólo como referencia: un estudio publicado en enero por la Organización de las Naciones Unidas apunta a que entre 12 y 14 millones de personas consumen 375 toneladas de heroína al año en todo el mundo. Y, según ese informe, la superficie total ocupada por los cultivos de amapola en Afganistán creció nuevamente en un 7 por ciento durante 2011. En más de 130.000 hectáreas se siembra la planta de donde se extrae un líquido lechoso conocido como opio puro. Los expertos dan por sentado que en 2011 se produjeron 5.800 toneladas de opio puro en el país asiático.
América Latina, otro frente preocupante

Expertos opinan que si no se reduce la demanda, no se puede reducir la producción.
En la lucha internacional contra el narcotráfico, la BKA apuesta a la destrucción de las cadenas de reserva. “Si no podemos intervenir contra la siembra o la producción, debemos por lo menos impedir el refinamiento de opiáceos”, dijo Ziercke. De esa manera se podría controlar e impedir el transporte de materia prima para la producción sintética de drogas en laboratorios de Afganistán y países vecinos. Al menos esa es la esperanza del presidente de la Oficina Federal de Investigación Criminal.
“Si no puede haber heroína sin químicos, entonces tenemos que evitar que esos químicos lleguen a Afganistán”, agregó Ziercke. De ahí que la BKA ya haya firmado los acuerdos necesarios con empresas de la industria química alemana. Y la BKA quiere ampliar esta estrategia a los países vecinos de Afganistán mediante iniciativas diplomáticas. El precedente de esta operación es la cooperación entre la BKA alemana y las autoridades peruanas en las investigaciones contra los carteles de la cocaína.
América Latina es otro frente que preocupa a los alemanes y a sus socios en el bloque comunitario. En 2011, 7.000 toneladas de cocaína llegaron a puertos europeos provenientes de Chile; los acuerdos y la reducción de controles entre la Unión Europea (UE) y ese país suramericano hacen que este último se convierta en un puente ideal para que la mercancía ilegal, producida sobre todo en Perú, Bolivia y Colombia, llegue al Viejo Continente. Y la UE es el consumidor de cocaína más grande del mundo, después de Estados Unidos.

El Gobierno colombiano ha conseguido frenar la producción de drogas en su territorio, pero ésta ha aumentado en Perú y Bolivia. La cocaína llega a los puertos chilenos por el norte de ese país; su alargada frontera, con 150 puntos de paso descontrolados y a más de 4.000 metros de altura, no ofrece resistencia alguna a los narcotraficantes. Es por eso que tanto Alemania como Chile están interesadas en mantener el diálogo para combatir a las organizaciones que se dedican a este negocio. Eso sí, como bien lo ha dicho, entre otros, el eurodiputado español Agustín Díaz de Mera García Consuegra: “Si no se reduce la demanda no se puede reducir la producción”.
Autores: Richard A. Fuchs / Evan Romero-Castillo
Editora: Rosa Muñoz Lima