martes, 23 de febrero de 2016

FAMILIA E HIJOS:


FAMILIA E HIJOS:
Por último es preciso mantener una coherencia entre la educación dada en la familia, la escuela y la comunidad, y entre lo que los padres les enseñan a loa hijos y lo que hacen ellos.
No existe un patrón específico para la educación en cada familia pues cada una es diferente, pero lo que sí se puede hacer es prevenir el consumo de drogas actuando desde la educación que se les da a los hijos en cada núcleo familiar.
Existen diferentes etapas a ser enfrentadas en cada familia, todas nuevas y con sus peculiaridades. Una de ellas es contar entre sus miembros con uno o más adolescentes.
La adolescencia siempre ha tenido un mal cartel. La literatura la ha descrito en novelas y relatos como "edad difícil", "tormentosa", "critica", sin reparar en que hay otras etapas en la vida que son mucho más difíciles, tormentosas y criticas que ella. La crisis Del adolescente está, simplemente, en que se le trata como a un niño y se le exige como a un adulto. Ya no es niño, pero tampoco adulto. Esté en tierra de nadie y ahí reside su dolor.
La raíz de esta situación real que todos los padres conocen, reside en que olvidan que la adolescencia es una etapa de tránsito, en la que hay que trabajar conjuntamente con el hijo para ver que es lo que permanece de cuanto se hizo, se conquistó y se tuvo de infancia y que es lo que hay que cambiar, pues lo pasado ya no vale en su totalidad.
La etapa adolescente es una encrucijada, un momento de toma de decisiones de cara a las nuevas etapas evolutivas. Por eso tiene la doble vertiente de ser una "síntesis" de todo lo anterior, una "revisión" de cuanto hay que mantener y lo que conviene cambiar, así como una "plataforma", desde la que lanzarse hacia el futuro, no quedar infantilizado en el pasado sino para seguir creciendo con miras hacia el futuro.
Ante esta realidad, hay que plantearse como ayudar a los hijos en esa encrucijada. Facilitarle los medios para conocerse, no imponerle un camino para el que no está dotado, hacerle ver su propia realidad sin idealizarse ni idealizar lo que desea hacer.
Acertar en este terreno, saber que hacer en la vida, son requisitos para evitar que caiga en sentimientos de inadaptación, tedio o fracaso que lo lleven a buscar evasiones destructivas como puede ser, entre otras, el consumo de drogas.
Después de haber analizado diversos factores que pueden influir en la conducta de los hijos ante el problema de las drogodependencias se hace necesario concretar lo que pueden hacer los padres para ayudarles frente al riesgo. A continuación una serie de conclusiones que responden a lo anterior:
Fomentar la seguridad en sí mismos: para esto los padres deben:
Aceptar a los hijos como son: Aceptar no significa dejarle hacer lo que quiera "porqué es así", significa reconocer sus características particulares, las que son propias de él y valorarlas.
Valorar sus avances y logros: es importante fijarse en lo que el hijo hace bien y decírselo.
Los padres deben manifestarles su aceptación y cariño: que el hijo se sienta amado aumentará su seguridad.
Crear expectativas ajustadas a sus capacidades: no se debe esperar que un hijo de más de lo que él pueda, pero tampoco menos.
Ayudarles a madurar:
Dejarles la oportunidad de tomar decisiones: hay muchas cosa que los hijos pueden decidir, sobre todo las que atañen a ellos directamente.
Darles tareas: es importante que el hijo tenga la responsabilidad de realizar una serie de tareas concretas. Son sus obligaciones familiares.
No hacer las cosas en lugar de ellos: hay que correr el riesgo de que los hijos se equivoquen, y dejarles hacer las cosas por sí solos.
Darles autonomía: se les puede dar autonomía dándoles responsabilidades.
Enseñar autocontrol a los hijos: el autocontrol es la capacidad para dirigir adecuadamente las emociones (pena, ansiedad, rabia, frustración).
Estableciendo límites y normas: los límites y normas de cada familia, no importa cuáles sean deben ser claros y precisos. Los hijos necesitan saber cuáles son los límites y que pasará si se los saltan.
Establecer lazos sociales y familiares: estos constituyen un factor de protección. Las personas que se sienten vinculadas a la sociedad o la comunidad, sienten que forman parte de un proyecto en común y quieren vivir de acuerdo a las normas de ese proyecto.
Existen determinadas actitudes educativas con respecto a las drogas que los padres deben conocer para una mejor labor preventiva, y en su caso, la búsqueda de la mejor solución posible ante un caso de drogodependencias.
Educar o hablar de drogas con los hijos puede presentar a los padres algunas dificultades añadidas a la tarea general de educar. Estas dificultades vienen dadas por la falta de información, confusión o ignorancia sobre el tema, por tener temor o indignación frente al fenómeno, por la negación del problema, por no querer ver que el problema existe.
A continuación exponemos lo que a nuestro modo de ver deben hacer y evitar los padres:
Actitudes educativas a evitar:
La negación del problema. Las drogas existen y cualquier familia puede verse afectada por ellas, esconder la cabeza a este hecho no sirve de nada. Al contrario, ser conscientes de ello y saber que hay elementos para prevenir el consumo de drogas nos hace más fuertes, eficaces y capaces de enfrentar las drogas.
Tampoco es adecuado infundir miedo a los hijos, pues hay en los jóvenes una tendencia a creerse omnipotentes e indestructibles.
No son útiles las advertencias del tipo "si consumes drogas te vas a sentir mal". Al contrario el joven percibirá en principio solo los efectos placenteros de la droga.
Actitudes educativas a fomentar:
Anticiparse e informarse, aprender antes que sus hijos sobre temas relacionados con las drogas, para enseñarles a ellos.
Tener ideas claras, válidas y realistas con respecto al consumo de drogas.
Tener y mostrar una actitud firme de oposición al consumo de drogas.
Hablar con los hijos sobre drogas, conocer que es lo que ellos piensan y ayudarles a evaluar los riesgos que correrían si decidieran experimentar con drogas.
Dar mensajes que exalten la capacidad de los hijos de tomar sus propias decisiones y desataquen su sentido de responsabilidad. Por ejemplo decirles "ahora que puedes decidir lo que vas a hacer, también tienes que aprender todo lo que te puede pasar si consumes drogas".
Estar alerta ante la posible aparición de un problema de drogas en un hijo, pero no ajustarse ni preocuparse anticipadamente y en exceso.
En el caso de que el hijo haya probado o experimentado con las drogas debe actuar con firmeza e inmediatamente.
En resumen, podemos decir que conviene dar a los hijos la información sobre drogas que ellos pidan. No es necesario dar más información que la que soliciten, para no despertar curiosidad, pero siempre que hagan preguntas al respecto hay que contestarlas.
Es conveniente tratar los temas de drogas con los hijos en familia, con naturalidad, sin moralizar, aclarando dudas y dejando abierto el diálogo.
No podíamos dejar de tratar en esta parte de nuestro capítulo lo referente a la comunicación en la familia, ya que resulta un ingrediente de vital importancia a la hora de la prevención.
Realmente para los padres es muy difícil en muchos casos intentar acercarse a sus hijos, que pueden mirarle de un modo despreciativo ("eres un anticuado", "lo que tú sabes no me puede servir para nada"). Intentar no solo que escuche, sino que hable de cómo se siente, cómo vive la vida, cuáles son sus valores; que realmente los padres puedan estar en contacto con lo que es la experiencia vital de los hijos, especialmente de los hijos adolescentes.
Esa es la base para poder hablar de drogas con ellos. El poder relacionarse con los hijos, en principio hablando de otros temas, de sus diversiones, sus aficiones, sus amistades. No en plan de escudriñar que aspectos problemáticos puede haber, no queriendo dictaminar si sus amistades son convenientes o no, porque inmediatamente se van a cerrar, se van a cerrar en sus amistades, se van a aislar de los padres y van a perder la oportunidad de tener información sobre los hijos, de poderles orientar y ayudar.
No obstante considero que la familia es donde se forjan las primeras experiencias que motivarán nuestra conducta a lo largo de toda al vida.

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