lunes, 22 de diciembre de 2014

Ludopatía: La adicción al juego es otra enfermedad

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La ludopatía es una estampa social y emocional de solución elusiva y de cura fugaz.
Generalmente comienza como una actividad inocente en la juventud, progresa hasta que se convierte en una
 obsesión por poder y control. Es difícil de abandonar, porque define al jugador en su modo emocional más básico y en sus aspectos sociales más fundamentales.
Como en tantas de las condiciones que, a menudo tratamos, la labor es luenga y los resultados, al principio, ambiguos --- pero no hay que desesperarse, porque esperanzas siempre existen para quienes siguen y persisten.
Casi siempre son situaciones que se prolongan en el tiempo, porque el jugador patológico raramente reconoce serlo. Muestra tendencia a mentir, incluso a los seres más próximos, a endeudarse para saldar deudas de juego y así poder jugar nuevamente para eliminar la nueva deuda contraída, aunque manifiesta que todo se solucionará enseguida, cuando llegue la "racha buena".

Minimizan su problema manifestando (como lo hacen otros adictos, por ejemplo al alcohol y al azúcar) "esto lo dejo cuando yo quiera". Con frecuencia, la ludopatía es una adicción que se presenta asociada a otras: alcohol, tabaco, comida, medicamentos, drogas...
El perfil más clásico de quien juega de modo patológico es el de una persona caprichosa, con problemas de ansiedad, dificultades de adaptación social y escasa tolerancia de las frustraciones. En cuanto a las formas de juego, junto al bingo, las loterías y los casinos, las máquinas tragamonedas merecen una atención específica, aunque sólo fuera por su proliferación y por esa cercanía tan inmediata a toda la población.
El atractivo de las tragamonedas consiste no sólo en la relativa frecuencia con que suenan las monedas al caer, aunque sean en poca cantidad, sino que además derrochan músicas, palabras seductoras, la proximidad de mujeres escasamente vestidas, como partes del conjunto y colores en movimiento que estimulan y atraen al posible jugador.
Es una verdadera saturación tanto sensorial como sensual.
Quienes han diseñado los programas de las máquinas conocen los mecanismos del comportamiento humano. Refuerzan de tal manera la conducta que quienes padecen alguna debilidad anterior fácilmente corren el riesgo de convertirse en adictos a ese juego y a otros. Las tragamonedas devuelven al jugador un porcentaje fijo del dinero captado. Pero sepamos que si se juega de forma continuada, se pierde siempre, irremisiblemente. Mantienen la atención y la tensión del jugador concediendo pequeños premios de vez en cuando --- como hacen las dietas para adelgazar. Como las máquinas pueden ser en cierto modo manejadas por el jugador que selecciona opciones mediante palancas o botones, se le hace creer a este que de alguna manera controla el resultado de los premios a obtener.

-Las familias de jugadores patológicos pueden solicitar la prohibición de que entren a ciertos lugares de juego, como bingos y casinos.
-Si existen indicios razonables de juego patológico, acudir a profesionales especializados y también a asociaciones de autoayuda para las ludopatías.
-Normalmente, un ludópata no puede dejar de jugar sin recibir ayuda, por mucha fuerza de voluntad que tenga.
-La ludopatía rara vez tiene una sola causa o circunstancia. -Requiere de la intervención de especialistas de la salud mental para diseñar el proceso de deshabituación.
-Es frecuente que el ludópata tenga una personalidad inmadura, miedos, sentimientos de inferioridad y falta de responsabilidad.
-Como una de las características del ludópata es la impulsividad, la intervención consistirá en una reestructuración de la personalidad, que le permita afrontar situaciones difíciles, tolerar la frustración y aprender a fijarse límites.
-Además debe intervenirse en el entorno familiar o social, como en cualquiera otra adicción.
-La familia debe entender que se trata de una dependencia y asumir la responsabilidad de acompañar y ayudar al paciente en el proceso de deshabituación.
-Y la prevención. Sin ir más lejos, es importante que los hijos no oigan frecuentemente que una lotería o un juego solucionarán nuestras vidas. Deben saber desde muy pequeños que con los juegos de azar siempre se acaba perdiendo.

Foto: Ludopatía: La adicción al juego es otra enfermedad

La ludopatía es una estampa social y emocional de solución elusiva y de cura fugaz.
Generalmente comienza como una actividad inocente en la juventud, progresa hasta que se convierte en una obsesión por poder y control. Es difícil de abandonar, porque define al jugador en su modo emocional más básico y en sus aspectos sociales más fundamentales.
Como en tantas de las condiciones que, a menudo tratamos, la labor es luenga y los resultados, al principio, ambiguos --- pero no hay que desesperarse, porque esperanzas siempre existen para quienes siguen y persisten.
Casi siempre son situaciones que se prolongan en el tiempo, porque el jugador patológico raramente reconoce serlo. Muestra tendencia a mentir, incluso a los seres más próximos, a endeudarse para saldar deudas de juego y así poder jugar nuevamente para eliminar la nueva deuda contraída, aunque manifiesta que todo se solucionará enseguida, cuando llegue la "racha buena".
Minimizan su problema manifestando (como lo hacen otros adictos, por ejemplo al alcohol y al azúcar) "esto lo dejo cuando yo quiera". Con frecuencia, la ludopatía es una adicción que se presenta asociada a otras: alcohol, tabaco, comida, medicamentos, drogas...
El perfil más clásico de quien juega de modo patológico es el de una persona caprichosa, con problemas de ansiedad, dificultades de adaptación social y escasa tolerancia de las frustraciones. En cuanto a las formas de juego, junto al bingo, las loterías y los casinos, las máquinas tragamonedas merecen una atención específica, aunque sólo fuera por su proliferación y por esa cercanía tan inmediata a toda la población.
El atractivo de las tragamonedas consiste no sólo en la relativa frecuencia con que suenan las monedas al caer, aunque sean en poca cantidad, sino que además derrochan músicas, palabras seductoras, la proximidad de mujeres escasamente vestidas, como partes del conjunto y colores en movimiento que estimulan y atraen al posible jugador.
Es una verdadera saturación tanto sensorial como sensual.
Quienes han diseñado los programas de las máquinas conocen los mecanismos del comportamiento humano. Refuerzan de tal manera la conducta que quienes padecen alguna debilidad anterior fácilmente corren el riesgo de convertirse en adictos a ese juego y a otros. Las tragamonedas devuelven al jugador un porcentaje fijo del dinero captado. Pero sepamos que si se juega de forma continuada, se pierde siempre, irremisiblemente. Mantienen la atención y la tensión del jugador concediendo pequeños premios de vez en cuando --- como hacen las dietas para adelgazar. Como las máquinas pueden ser en cierto modo manejadas por el jugador que selecciona opciones mediante palancas o botones, se le hace creer a este que de alguna manera controla el resultado de los premios a obtener.

-Las familias de jugadores patológicos pueden solicitar la prohibición de que entren a ciertos lugares de juego, como bingos y casinos.
-Si existen indicios razonables de juego patológico, acudir a profesionales especializados y también a asociaciones de autoayuda para las ludopatías.
-Normalmente, un ludópata no puede dejar de jugar sin recibir ayuda, por mucha fuerza de voluntad que tenga.
-La ludopatía rara vez tiene una sola causa o circunstancia. -Requiere de la intervención de especialistas de la salud mental para diseñar el proceso de deshabituación.
-Es frecuente que el ludópata tenga una personalidad inmadura, miedos, sentimientos de inferioridad y falta de responsabilidad.
-Como una de las características del ludópata es la impulsividad, la intervención consistirá en una reestructuración de la personalidad, que le permita afrontar situaciones difíciles, tolerar la frustración y aprender a fijarse límites.
-Además debe intervenirse en el entorno familiar o social, como en cualquiera otra adicción.
-La familia debe entender que se trata de una dependencia y asumir la responsabilidad de acompañar y ayudar al paciente en el proceso de deshabituación.
-Y la prevención. Sin ir más lejos, es importante que los hijos no   oigan frecuentemente que una lotería o un juego solucionarán nuestras vidas. Deben saber desde muy pequeños que con los juegos de azar siempre se acaba perdiendo.

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