viernes, 28 de julio de 2017

Llega el día que puedes tropezar

En la cima del éxito, de la fortuna, ya sea en el trabajo o interiormente, uno está en la plenitud, se siente dueño de todos sus sentimientos, cree que puede controlarlos,vamos un poquito más adelante y aunque suene ridículo se siente invencible.
Invencible, bonita palabra. Todo lo puede vencer. Aquí en España solemos decir que “va sobrado”, luchó para llegar a la cima pero como muchos en el camino se dejó la humildad, la empatía, la asertividad y tantas y tantas cosas. Olvidó lo primordial: los que estuvieron con él para ayudarle, y se abrió paso la soberbia, el peor de los pecados capitales ¿cómo va a volver a caer? Eso ya ni lo piensa ¡zas! de un plumazo lo ha borrado de su mente.
Pero amigos, llega el día que puedes tropezar, y caer dando trompicones. Según caes, abriéndote las heridas que tú ya no recordabas y que ahora duelen mucho, y vas cayendo, cayendo, cayendo hasta que llegas al principio de la montaña. El shock es fuerte, pues como persona, mejor dicho, “el antiguo yo” te lo han partido por la mitad, y te cuesta entender, te acurrucas y lloras pues no comprendes cómo te ha podido suceder, tú que controlabas todo y que sabías más que nadie, ahora te encuentras solo y lo más doloroso es que la soberbia, de un plumazo, te la has tenido que tragar y cuesta digerirla.
Te levantas y miras hacia arriba y ves lo lejos que está la cima, y entonces empiezas a recordar lo que te costó llegar, lo que dejaste en la subida y que nunca tenías que haber abandonado, los amigos que menospreciaste y que fueron los que estuvieron a tu lado en ese duro caminar para poder llegar arriba, y te entristeces, porque entonces es cuando aprendes una lección que probablemente no vuelvas a olvidar, y digo probablemente porque por desgracia muchos la olvidan continuamente, y es una constante en sus vidas.
PERO TAMBIÉN PASARÁ


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