martes, 16 de febrero de 2016

En el proceso de la drogodependencia.



En el proceso de la drogodependencia.
El sujeto comienza por aproximarse al toxico, una vez que decide su consumo va aumentando la dosis y variedad de este, adentrándose en una nueva etapa conocida como escalada: una vez que el sujeto va perdiendo el control sobre el consumo, busca medidas superiores para el placer, cayendo en la poliadiccion al mezclar el alcohol con otras drogas para intensificar la reacción; lográndose una reacción biunívoca entre el sujeto y la sustancia que excluye todo tipo de compromiso social y familiar, continuando de esta manera una fase de mantenimiento de la adicción durante un periodo cuya prolongación dependerá de las variables relativas a la drogas y al sujeto.
Durante esta etapa se pone de relieve los efectos de la droga en toda su extensión, modifican de varias formas la actividad del sistema nervioso central en dependencia del toxico utilizado y de la perdurabilidad del consumo. Estas sustancias aumentan o estimulan la actividad cerebral, provocando estados de vigilia y euforia, entre los cuales se encuentran la cafeína, teína y nicotina que no por constituir estimulantes menores dejan de causar perjuicios al consumidor; algunos otros como la marihuana, disolventes volátiles llegan a distorsionar la propia actividad cerebral. Otras sustancia deprimen o disminuyen la actividad cerebral provocando relajación o sedación, entre los cuales encontramos el alcohol.
El alcohol es considerado como droga modelo con carácter portero, su consumo determina una actitud de adaptación pasiva con mecanismos de acción que condicionan la apertura a otras formas de toxicomanías. Las ingesta excesivas provocan un funcionamiento en el nivel subcortical instintivo afectivo, en este sentido las investigaciones realizadas han aportado que el contenido de las necesidades se encuentran reducidas, carentes de proyección futura, ocupando el nivel jerárquico la inclinación al toxico.
Además de los efectos inmediatos que forman parte del cuadro clínico de la intoxicación, anteriormente señalados, existen consecuencias mediatas, por cada adicto hay al menos 3 personas damnificadas, los desordenes provocados se extienden a la familia, ocasionando en gran numero de caso la perdida del vinculo conyugal; al mismo tiempo que ofrecen un modelo imitativo depauperado moralmente a sus hijos, niños y adolescentes que no pueden escapar de la herencia traumática que le legan sus padres.
El placer inicial que lleva al consumidor a decidirse por la droga inhibe un conjunto de satisfacciones, comienzan a fallar mecanismos de recompensa que abocan un nuevo estado: la depresión.
La depresión es frecuente en pacientes alcohólicos y otros toxicómanos, la perdida de esferas tan importantes como la familia y el trabajo, disminuyen la posibilidad de vivencias gratificantes inherentes a esta área de existencia humana; la cual se acompaña muchas veces de autodespreciación, autoacusación, disminución de la capacidad de obtención que lleva en algunos casos a la conducta suicida.
Cuando existe este cúmulo de experiencias displacenteras, es casi irreversible que el hombre vivencie sus fracasos desde un estado de frustración, este puede acompañarse de ira, ansiedad, tristeza; entre sus consecuencias mas prejudiciales se encuentran las tendencias escapistas y regresivas; por lo que en muchos casos la frustración no solo es consecuencia para el toxicómano, muchas veces es la causa que lo lleva a la dependencia.

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