jueves, 12 de febrero de 2015

BUENA COMUNICACIÓN """...

Poder contar con un entorno seguro, sentirse apoyado y querido, ayuda a afrontar los cambios que comporta el paso de la infancia a la adolescencia. Para ello hay que establecer una buena comunicación con nuestros hijos, ya desde antes de la adolescencia.

          Tenemos que entender lo que les pasa y ponernos en su lugar, descubrir qué es lo que piensan y qué sienten, establecer unas normas que les ayuden a conseguir un orden interno pero, al mismo tiempo, saber ser flexibles y sacar partido de la negociación como herramienta de aprendizaje y de construcción de valores.

          En la infancia prevenir es sinónimo de proteger, evitar que nuestros hijos sufran ningún riesgo.

          En la adolescencia, proteger quiere decir proporcionar recursos -conocimientos, habilidades personales, testimonios y valores- para que puedan decidir.

Prevenir es ayudar a decidir

          Los padres y las madres establecemos con nuestros hijos un vínculo afectivo. Les demostramos que les queremos, que nos importan, que pueden contar con nosotros. En la adolescencia la relación se transforma: perdemos la seguridad, nos parece que nuestros métodos educativos ya no sirven. A menudo conviene seguir un proceso de aprendizaje y adaptar nuestras ideas a la nueva situación.

Razonar nuestras decisiones

          Educar es ayudar a comprender los cambios, descubrir emociones y sentimientos sin dejar que nos desborden. Las explicaciones de las normas, la negociación y el pacto nos ayudarán a establecer un clima de confianza.

Las drogas están más cerca de los adolescentes de lo que piensas

          En el inicio de la adolescencia, las drogas pueden aparecer de manera habitual en las conversaciones de chicos y chicas, a pesar de que el consumo acostumbra a ser muy minoritario. A menudo se trata de una manera de demostrar que se ha dejado atrás la infancia.

          El alcohol, el tabaco y el cannabis son las drogas más cercanas y las que más fácilmente llegan a los adolescentes.

          En nuestra época las drogas han conseguido un grado de difusión mayor que en cualquier otro momento de la historia, como un elemento transgresor, para desinhíbirse, protestar o identificarse con el grupo. La generalización del consumo puede inducir a los adolescentes a pensar que tomar drogas es una cosa normal y que no comporta ningún peligro. Y no es así.

Hablemos de drogas, sin dramatizar ni banalizar

          Hay que hablar de drogas en casa, de manera franca, evitando crear situaciones dramáticas innecesarias y huyendo del tono catastrofista que acostumbra a reforzar las convicciones de chicos y chicas ("mis padres exageran, no es para tanto"). Al mismo tiempo, sin embargo, es importante intentar no banalizar el tema.

Lo más importante es encontrar un tono sencillo, razonable y directo, que sea útil y efectivo para alertar de los riesgos de las drogas. La mejor manera es tener un conocimiento real de las drogas, estar convencido de sus consecuencias negativas y desmostrarlo con el ejemplo personal.

Tomar drogas es siempre un riesgo

          Una droga es una sustancia que puede modificar el pensamiento y la conducta de la persona que la introduce en su organismo. Tiene la capacidad de modificar el comportamiento y, a la larga, el modo de ser.

          El cerebro es una de les partes más complejas y delicadas del cuerpo. Del cerebro dependen los sentimientos, la forma de pensar, nuestro mundo interior y la capacidad de relacionarnos con otras personas. Las drogas inciden en él de manera directa e interfieren en sus mecanismos de funcionamiento.

          Las drogas comportan siempre un riesgo muy importante que puede variar según el tipo de sustancia, la manera de consumirla y las características personales de quien las toma.

          Evitar hablar de drogas o convertirlas en un tema tabú no las elimina ni reduce las probabilidades de que chicos y chicas tengan que enfrentarse a ellas en algún momento de su vida.

          Las drogas afectan al desarrollo educativo, la vida familiar y la relación con nuestro entorno

          Para los adolescentes, tomar drogas es muy peligroso.

          Cuando el cerebro se acostumbra a funcionar bajo los efectos de una determinada sustancia, la persona termina desarrollando una dependencia que no le permite vivir libremente su vida.

          Para algunas personas, a causa de su inestabilidad psíquica o porque su cerebro aún está en formación, consumir drogas comporta un gran riesgo.

Las consecuencias del consumo de drogas no son solamente sanitarias. Afectan al desarrollo educativo, la vida familiar y laboral y la relación con nuestro entorno.

Hablar de drogas ayuda a nuestros hijos a tener una actitud responsable

          Los padres y las madres tenemos que procurarnos información adecuada y adaptar nuestras explicaciones a la edad de nuestros hijos. Podemos introducir el tema de una manera que no resulte forzada a partir de una noticia que hemos visto en televisión o de una escena de una película. Es importante conocer el tema razonablemente bien, creer lo que decimos y practicarlo. Estar informados y saber cuáles son los efectos y los peligros de las drogas no estimulará su consumo.

Dialogar es indispensable

          Muchas veces, los padres, para hablar con sus hijos de temas delicados como las drogas, esperamos encontrar un momento ideal y un ambiente propicio. Muchas veces, este momento ideal no llega nunca. Hay que decidirse a dar el paso. Hablar siempre que se pueda, aunque las condiciones no sean óptimas.

          Dialogar no es sólo hablar, sino observar, mostrar interés, crear un espacio de comunicación que permita expresar ideas, dudas y preocupaciones.

          Hay que aprender a escuchar, provocar la conversación, establecer una relación de confianza y complicidad.

Seamos claros

          Las primeras informaciones que nuestros hijos reciben sobre las drogas acostumbran a ser incompletas y confusas. Hay que proporcionarles información seria, contrastada, que no reproduzca los tópicos, sin exageraciones ni falsas moralinas.

Debemos evitar:

          Interrogarles insistentemente sobre si piensan consumir drogas o si las han tomado ya. Es mucho mejor pedirles su opinión (qué piensan del consumo de drogas por parte de algunos jóvenes, qué peligros ven en ello).

          Discutir y pelearnos, de modo que la defensa de las drogas se convierta en una afirmación de su identidad.

          Desautorizar o culpabilizar de forma permanente con un juicio que fácilmente puede girársenos en contra.

¿Qué podemos hacer?

          La labor de los padres pasa por la comunicación, la confianza y la disposición para acompañarles a conseguir la autonomía y la responsabilidad.

          No siempre los padres podemos evitar que los adolescentes prueben las drogas, por ganas de experimentar o por la influencia del grupo. Nuestro apoyo puede proporcionarles recursos para resistir mejor a la presión del entorno.

          Por eso:

          No hay que esperar a la adolescencia. Mientras los hijos son preadolescentes es más fácil introducir consejos y explicaciones sobre las drogas. El aprendizaje de los valores debe ser progresivo. Nadie hará nuestro trabajo. No podemos pensar que ya son mayores o que ya se ocupará la escuela de explicarles qué son las drogas. Tenemos que asumir nuestra responsabilidad y estar a su lado.

          Debemos procurar:

          Evitar las actitudes autoritarias. Tenemos que aprender a observar los pequeños detalles, escuchar, preguntar de otra manera, dejando caer información, ideas y opiniones.

          Ser exigentes con nuestros hijos. Confiar en ellos pero, al mismo tiempo, pedirles que sean responsables, valorar sus aciertos y sus errores, sin agasajarles ni criticarles de forma tajante.

           Transmitir normas y límites. Tenemos que ofrecerles lo que necesitan (que no siempre es lo mismo que piden). Salidas, horarios, tareas pendientes, implican compromiso y responsabilidad; a veces pueden pactarse y en algunos casos deben ser innegociables.

          Reconocer su capacidad para tomar decisiones. El objetivo de la enseñanza es que chicos y chicas sean autónomos y responsables. No podemos estar siempre encima de ellos y sobreprotegerlos pensando que no son capaces de entender y actuar en situaciones complejas.

          Respectar su intimidad. Tiene derecho a ello, y también necesidad. La comunicación tiene que estar siempre abierta, pero debemos entender que difícilmente nuestro hijo nos explicará todo lo que le pasa. Tampoco nosotros lo hacemos.

Ser coherentes. Nuestras palabras pierden mucho valor para nuestros hijos si no van acompañadas de una conducta coherente. A menudo esto es más importante que los consejos y recomendaciones.

Cómo debemos actuar ante un posible consumo

          El consumo de drogas entre los adolescentes responde a distintos factores: el afán de descubrimiento, la transgresión de las normas, la necesidad de demostrar la propia personalidad, una estética o el sentimiento de formar parte de un grupo. Los padres debemos procurar que nuestros hijos desarrollen un pensamiento crítico en torno a las drogas y que aprendan a divertirse y relacionarse sin recurrir a ellas.