miércoles, 4 de febrero de 2015

AHOGADOS POR EL ALCOHOLISMO


Vanesa Iglesias De la Fuente

Hola Fernando Antonio Reyes Crespo Emoticono smile Me gustaría compartir con vosotros esta entrevista en forma de carta de una madre y esposa que ha sufrido un calvario durante más de 20 años por culpa de la enfermedad de su marido... Siempre comentamos y hablamos de todo lo que pasan y la lucha diaria de quienes sufren la adiccion, pero ¿qué hay de las personas que están al otro lado, aguantando y viendo como su pareja se va descomponiendo poco a poco...? Lo que ella cuenta al final deja un mensaje cuanto menos esperanzador

Una enfermedad que ha tenido a Sergi 23 años abusando del alcohol, mientras su mujer intentaba sobrevivir a su lado.

AHOGADOS POR EL ALCOHOLISMO

“¡Me han despertado Ester, me han despertado!” – Esa frase no la olvidaré jamás.

Sergi y Ester se conocieron en una pista de atletismo. Él corría la media maratón, ella era una gacela de los 800 metros. Lo suyo fue amor a primera vista. Ester tenía 22 años y Sergi 28 cuando decidieron dar el paso y decir “sí, quiero”.  Lo que no podían saber, ninguno de los dos, es la enfermedad que iba a perseguirles durante 23 años… Una enfermedad que ha tenido a Sergi 23 años abusando del alcohol, mientras su mujer intentaba sobrevivir a su lado. Nunca se ha separado de él, aunque las veces que ha pensado en dejarle sólo ella lo sabe… Hoy publicamos su carta:
 “He tenido hasta ganas de quitarme la vida, era él o yo. No podía más. Y hoy de lo único que me arrepiento es de no haberos encontrado antes. Lo de alcohol es algo tan normal para el resto de los mortales que tú mismo no eres consciente de lo que está pasando, de lo que puede llegar a suceder cuando abusas así de una sustancia…
En la empresa de logística para la que trabajaba siempre se iban unos cuantos al bar después de terminar la jornada. En realidad no quieres verlo pero empecé yendo a  buscarle al bar cuando tardaba demasiado. Ahí ya pensaba que algo no iba bien, cada vez le veía bebiendo más y él pasaba unas noches horribles vomitando… Pero para eso estaba yo, para cuidarle, en lo bueno y en lo malo.
El día que se quedó sin trabajo porque la empresa cerró fue cuando me llevé las manos a la cabeza y pensé: esto es el final. Se me vino el mundo encima, no por el dinero, siempre hemos salido adelante, y sí porque lo peor que le podía pasar a él era quedarse sin trabajo. ¡No iba a hacer otra cosa que beber! Mi disgusto y preocupación era imaginar a mi marido todo el día en el bar bebiendo descontroladamente cerveza y absenta.
Más de una vez me vi llamando a la ambulancia… ¡Y a la Policía! Y ellos me decían que lo teníamos que arreglar entre nosotros, pero es que yo sola ya no podía con él. Estaba tan desesperada… En una de sus buenas rachas llegué a pensar que ya no volvería a beber más y tuvimos a nuestra hija (hoy tiene 15 años,) pero esos buenos momentos son fugaces, el problema no te lo quitas, radica en el cerebro. Y cada vez peor, todo el sufrimiento por el que tenemos que pasar los familiares, para mí ha sido como vivir en un campo de concentración.
También llegó mi ansiedad, por algún sitio me tenía que salir todo aquello… Me mareaba, no podía respirar, me sentía totalmente fuera de control… Hasta que empecé a tomar pastillas para dormir porque marido estaba terminando con los dos. Todo el día detrás de él, visitando médicos, psicólogos, homeópatas, la seguridad social… pero nunca conseguíamos nada, se piensan que con unas pastillas lo solucionan todo.
Todo era por culpa del alcohol, esas discusiones, ese malestar, esa nube negra… Como una depresión constante,  sobre todo para él, le estaba matando, yo le estaba viendo caer y no sabía qué más podía hacer. La enfermedad la tienes en el cerebro, no estamos preparados para lidiar con algo así, nadie lo está. Los ven como borrachos y son enfermos. Mi marido tuvo un trauma cuando era pequeño, fue maltratado por su madre y por su abuelo y eso le dejó tocado; eso le ha terminado pasando factura, así me lo explicaron los psicólogos de Tavad.
Doy gracias al cielo que siempre he tenido a mis ángeles, acompañándome. Nunca he querido dejarle aunque me hayan sobrado las ganas por todas partes. Los últimos meses, antes de realizar el tratamiento de alcoholismo de Tavad, para mí ya no tenía sentido vivir, todo lo hacía por inercia y sin aliciente alguno. ¿Pero cómo iba a dejarle solo? Tenía claro que estaba en este mundo para ayudar a mi marido, ha sido mi constante, lo que me ha dado fuerzas a seguir y a levantarme de la cama todos los días; había una voz que me decía: “Tú lo curarás, tienes que hacerlo”.
Y entonces aparecisteis vosotros… Me lo tomé como el último cartucho, la última oportunidad. Había muchísimos videos vuestros, comentarios, resultados pero siempre desconfías… Después de 23 años intentándolo ya no te crees nada, él estaba ahogado en el alcoholismo y el cambio que veía en los vídeos me parecía espectacular, no podía ser.  
Pero estaba decidida, llamé y pedí hora sin consultarle a mi marido. Ya me las apañaría después, somos de Barcelona y había que viajar hasta Madrid. Estuve hablando durante varios días con una de vuestras psicólogas para que me explicara las fases del tratamiento de alcoholismo.
Para variar el día que salíamos hacia Madrid, me tocó ir a buscarle al bar, le llamaba por teléfono y no me decía dónde estaba, me mentía. Pero le encontré. De camino paramos a comer y lo cierto es que le dejé beber todo lo que quiso. Iba a ser la última vez que bebiera, aunque fuera la última cosa que hiciera por él, me lo había prometido a mí misma.
Cuando ingresó en el Hospital de Tavad los médicos nos dijeron que su hígado estaba destrozado pero que iba a recuperarlo. ¡Yo no podía creer nada de lo que decían! Pero eran médicos, cómo van a mentirte. A la mañana siguiente empecé a notar algo en él pero creo que la frialdad de los últimos años me impedía ver lo que realmente estaba sucediendo. Salí con mi hija a dar un paseo y cuando volvimos a verle hasta me dio un beso, se interesó por nosotras. Le encontré animado, más tranquilo y sereno; no podéis imaginar lo que me sorprendió todo aquello…
De hecho cuando salimos del hospital le pregunté, para ver cómo reaccionaba:“¿Vamos al bar a tomar una cerveza?” Y me soltó un – “Pero cómo vamos a ir, yo ya no voy a beber más, además no me apetece”- . Mis ojos, como platos, no era capaz de asimilar lo que estaba escuchando… “¡Me han despertado Ester, me han despertado!” – Jamás se me olvidará esa frase, no paraba de repetirla una y otra vez.
El cambio fue espectacular, es para grabarlo. Lo que en años no había hecho, ahora todo de golpe, sin pedírselo y con una sonrisa en la cara. Algo que me tuvo varios días en shock: 23 años aguantando una tortura y 3 días después de salir del hospital verle lleno de vida, de energía y de buen humor… Es como si me hubierais cambiado de marido o hubiera vuelto a  ver al Sergi que conocí en aquella pista de atletismo… He estado varios días llorando, a veces me viene sin más pero es de alegría. Mi hija ha llegado a decirme que tampoco se lo creía, que seguro nos estaba mintiendo. Todavía hay algún día que si veo que tarda en llegar a casa… ¡voy a buscarle al bar pero no está! Me río al pensarlo, cuando me dice: “¡Pero si ya no voy al bar! No me vayas a buscar allí que ya hemos tenido bastante, he estado a punto de perderte.”
Parece que todos sabemos de todo pero nadie sabe lo que es esto, hasta que te toca porque no lo ves venir. Un día tienes todo encima y te das cuenta que tu marido está enfermo, viviendo ahogado en el alcoholismo y, o le sacas tú adelante o le pierdes por el camino.
Ahora, un año después de su tratamiento de alcohol, acaban de darle el alta terapéutica. Hoy hace más de 365 días que no bebe ni un gramo de alcohol, por eso os escribo. Ha sido el regalo más bonito que he podido tener por Navidad. ¡Y encima un mes después de realizarle los análisis clínicos nos han confirmado que su hígado está perfecto!  El médico de la Seguridad Social no puede creérselo pero los resultados ahí están.
Después de un año sin beber alcohol, Sergi ha adelgazado 20 kilos sin hacer ninguna dieta, trabaja, vuelve a hacer deporte, estoy contentísima porque hemos vuelto a salir a caminar y estamos entrando para hacer el Camino de Santiago. Me ayuda en las tareas del hogar, está motivado… ¡Qué más se puede pedir!
No tengo palabras para dar las gracias mil y una de veces a Tavad, os tengo en un pedestal, gracias a vosotros hemos empezado a vivir de nuevo. He pedido con tanta fuerza que mi marido saliera del alcoholismo que alguien ha debido de oírme. Sólo me arrepiento de no haberle traído antes porque no os conocía. Cuando ingresó en Tavad, era un momento crítico, Sergi estaba muy mal, ya casi no se levantaba de la cama, vino sin voluntad alguna y le curasteis. Y ahora tengo marido para rato, es maravilloso.
Si mi testimonio sirve para personas que no somos adictas a nada pero que sufrimos las consecuencias, a esas personas yo les digo que sois vosotros quienes debéis de tomar una decisión y no ellos, porque viven en la oscuridad. No es feliz la persona que huye de los problemas y se divorcia, yo he encontrado lo que es realmente ser feliz logrando ver a mi marido sin un vaso de alcohol, es el mayor triunfo de toda mi vida. Y hoy todavía no te lo acabas de creer.
Si hay alguna persona que quiera saber más por favor que me escriba aquí o que llame a Tavad y se pongan en contacto conmigo. Cuando llamé a Tavad todo era como muy bonito pero entiendo que cueste creérselo. Por eso insisto en que si puedo ayudar a alguien hablando y contándole nuestra experiencia, estaría encantada. Nos habéis cambiado la vida y esto tiene que saberlo la gente. He estado al borde del suicidio, quizá llega todo un poco tarde pero hemos logrado encontrar la felicidad y creedme, ahora puedo decir que es muy bonita.
Hoy, cuando quiere ver el fútbol se va al bar, se va pero no entra. Se queda viéndolo desde fuera, tras el cristal. Yo sé que ya no va a beber pero él prefiere no entrar, y le entiendo.

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