martes, 13 de enero de 2015

El verdadero ser de un veterano en recuperación:

Jason Morera



El verdadero ser de un veterano en recuperación:
Los miembros más nuevos esperan que los veteranos sean estables, sólidos y tengan principios, y a menudo somos así. Pero siempre habrá ocasiones en las que nos quedemos cortos. Una vez que perdemos la sensación de ser adictos «normales y corrientes» como todos los demás, cuesta mucho recuperarla. Recurrimos a compañeros que han tenido la misma experiencia y les preguntamos cómo lo manejaron. Somos adictos en recuperación que hacemos todo lo posible por aprender a vivir. Cuando lo recordamos, el resto se pone en su sitio. La conciencia puede cambiar gracias al entorno, sin necesidad de hacer nada. «En un momento dado — compartió un miembro—, como no soportaba tanta atención, intenté que los focos se dirigieran a otro.» Este es nuestro terreno de aprendizaje y a veces nos hacemos un lío durante el proceso. Puede resultarnos maravillosamente útil para librarnos de nuestra necesidad de aprobación. «Por fin no me importa lo que la gente piense de mí», compartió un veterano. En última instancia, nos damos cuenta de eso cuando estamos seguros de nosotros mismos: llevamos el mensaje sin decir palabra. El tiempo es el tiempo, pero al final lo que nos garantiza es un lugar en la reunión, como a todos los otros. Acudimos para disfrutar de nuestro propio anonimato, aunque a veces los demás sigan considerándonos especiales. Cuando compartimos de corazón, por lo general no recordamos mucho de qué hablamos. Desconectamos del ego y sucede algo diferente: nos llega la verdad y cobra vida propia. Después de hablar nos dan las gracias, pero sabemos que no tiene que ver con nosotros. El amor que ha fluido a través de nosotros es el que nos enseña algo a todos en ese momento. El amor que sentimos en la sala es más poderoso que cualquiera de las palabras que hemos compartido. Cuando vislumbramos lo que es, tenemos la posibilidad de canalizarlo y recibimos una auténtica lección de humildad. La mejor manera de dar forma a la recuperación es recorrer el camino y mostrarnos honestos y reales. Cuando nos mostramos a medias y somos honestos a medias, estamos «medio» en peligro. Debemos recordar que nuestro trabajo principal, siempre, es permitir que nos salven la vida. Compartir lo que es real para nosotros es un beneficio para nuestra recuperación y una responsabilidad para los que vienen detrás, aunque no quedemos bien. «Recuerdo a los compañeros que estaban aquí cuando llegué y cómo abrían su corazón, y seguí el ejemplo. Es un beneficio para mi recuperación y una responsabilidad para los que vienen detrás.» Aprendemos de las respectivas experiencias. Compartir nuestro viaje con los demás es nuestra manera de enseñar y aprender al mismo tiempo. Compartir honestamente resulta siempre atractivo, aunque hablemos de cosas muy poco atractivas. Cuando somos honestos y abiertos, resuena en los demás. Cuando somos humildes, los otros lo perciben y… nosotros también. Felices 24 grupo.
Texto tomado del libro vivir limpios el viaje continúa pag: 137

No hay comentarios:

Publicar un comentario