martes, 17 de diciembre de 2013

Primer intento fallido

David Valero Garcia
"Tenía 17 años, todos los sueños e ilusiones que rondaban por mi cabeza durante mi adolescencia se habían difuminado poco a poco. Deporte, escritura, fotografía, todo había quedado atrás, ya no tenían hueco en mi día a día. Todo giraba en torno a una cosa..."

¡Buenos días a todos!

Comparto con vosotros mi último post.

¡Un fuerte abrazo!

abrazo-adiccionHaber entrado en el mes de diciembre y llevar 2 años justos sin consumir nada, han hecho que recuerde la primera vez que intenté dejar de consumir drogaspor primera vez. La primera de muchas, ya que han sido varias las ocasiones, a lo largo de 20 años de consumo, las veces que me he dicho a mí mismo que sería la última.
INVIERNO DE  1994
Tenía 17 años, todos los sueños e ilusiones que rondaban por mi cabeza durante mi adolescencia se habían difuminado poco a poco. Deporte, escritura, fotografía, todo había quedado atrás, ya no tenían hueco en mi día a día. Todo giraba en torno a una cosa, salir, consumir, trapichear, sentirte parte de algo, olvidar…
Aquella nochevieja fue diferente, una simple actitud, que me diferenció del resto, hizo que me diese cuenta de todo lo que me estaba ocurriendo. Decir no a ir en el coche de mis “amigos” para cambiar de local al no confiar en su estado provocó que todo cambiase.
Aún no me explico porqué dije que prefería ir en taxi. No hubiese sido la primera vez que ponía en riesgo mi vida al ir con gente en lamentables condiciones en coche o moto, incluso yendo en vehículos robados. Pero la cuestión es que dije que no.
Al llegar al siguiente local en taxi recibí únicamente reproches por el “feo” que le había hecho. La desaprobación por su parte era palpable, me ignoraron, pero curiosamente no me sentí ofendido por ello. De pronto comencé a verme desde fuera, a ver la situación. Me resultaba incomprensible que mi decisión provocase esa reacción. Me di cuenta que los tres años que había estado con esos “amigos” habían sido una esperpéntica ilusión.
CONSECUENCIAS DE LO OCURRIDO
Esto provocó que decidiese cortar por lo sano con todo lo que había estado haciendo hasta ese momento. No volví a llamar a nadie para quedar, no volví a consumir. Fue una época durísima. Jamás recibí una llamada de nadie, descubrí lo poco que significaba para ellos, de lo sólo que realmente estaba. Aquellas ilusiones por creer que pertenecía a un grupo, por creer que era parte de algo y alguien, se vinieron abajo, la realidad me golpeó como si fuera un bate de beisbol en pleno corazón. A esto había que sumarle el dejar de consumir de forma drástica, consumo que era considerable.
Recuerdo las noches en mi habitación llorando como un niño enroscado en la cama, me resultaba imposible parar. O los fines de semana sentado en la terraza mirando a través de la barandilla a grupos de amigos riendo. No entendía porqué no podía ser uno de ellos.
De pronto me vi perdido, no tenía con quien estar, no sabía que hacer. De los 14 a los 17 años me había limitado a ir a discotecas, consumir, trapichear y poco más. No encajaba en ningún sitio. Aquellos que me conocían de antes no tenían un interés especial en estar conmigo por lo que había estado haciendo durante esos tres años. Sí hubo un amigo de la infancia con el que quedé alguna vez, pero me sentía incómodo, me resultaba imposible socializar sin drogas de por medio. Me sentía extraño, inseguro, a la defensiva, ese no era mi terreno. Además, la desagradable experiencia de sentirme despreciado provocó que la desconfianza hacia los demás se hiciese fuerte, creando esto una gran coraza que impedía conectar.

Hoy recuerdo a aquel David con tristeza por todo lo que aprendió, y por desgracia no pudo aprovechar. Tristeza por el gran esfuerzo que hizo y no poder sacar partido de ello. Pero también le recuerdo con ternura, la ternura que se siente al ver a un chaval perdido, confundido, que desde la madurez y la experiencia ves con claridad qué es lo que necesita y sabrías como ofrecérselo.
No puedo evitar que se escape alguna lágrima imaginándome abrazando a aquel chico. Mirarle fijamente a los ojos y decirle que todo va a ir bien. Que es un gran tipo que llegará a ver alguno de esos sueños olvidados cumplido.
Hoy, desde la distancia, le tiendo la mano, porque siempre ha estado ahí, dentro de mí, pidiendo ayuda, y ahora se la puedo ofrecer. Le ofrezco ese abrazo que no le pude dar, le miro a los ojos y le digo que ahora están naciendo algunos de esos sueños. Que ahora tenemos una familia fantástica. Fuerzas e ilusión como nunca por trabajar en lo que nos ilusiona y creemos. Que ahora somos fuertes, un poquito más sabios, pero sobre todo, sabemos quiénes somos, y que no estamos sólos.

¡Un abrazo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario