lunes, 22 de junio de 2015

SOBRE PROTECCIÓN***

Sobreproteger no es amar, es dañar y subestimar***

A muchas personas les cuesta trabajo comprender cómo el darle todo a quien aman y tratar de protegerlo de todos los peligros – me refiero a padres y madres, al igual que a muchas parejas, hermanos y personas en general -, es algo que pueda hacer tanto daño afectando al ser amado en su seguridad, su confianza personal y su autoestima, en lugar de lograr su objetivo de hacerlo feliz.

No alcanzan a comprender que, una manera muy efectiva de anular a una persona, es evitando que se esfuerce, que trabaje, que enfrente por sí mismo los retos y dificultades en su vida, que  es la forma más  efectiva para fortalecer las habilidades de todo individuo a través de la experiencia directa, el aprendizaje a través de prueba y error.

Si los padres – o en cualquier otra relación, aquel que se considera “el fuerte” -, con la idea de que el otro no sufra (el débil), o no se tenga que arriesgar, hacen todo por él, lo están debilitando y minimizando. Es una muy clara de subestimar al otro y hacerlo sentir inferior e incapaz.

Hay muchos padres de familia que, por culpa o por miedo de convertirse en “malos padres” – lo mismo ocurre en las otras relaciones donde se juegan los roles de fuerte & débil -,  están dispuestos a darlo literalmente todo al ser amado, sin ser conscientes de que con esto están mermando sus capacidades, su creatividad y sus recursos.

Para decirlo más directamente, están enviando el mensaje a la otra persona de no ser capaz, por sí misma, de lograr lo que necesita,  que es débil y que, por tanto, tiene que depender de los demás pues no es lo suficientemente hábil para lograr las cosas.

Por la otra parte,  quien ofrece la sobreprotección, se coloca en una posición de superioridad:  “Yo sí puedo con lo mío y con lo tuyo”; “Soy más capaz, más fuerte, tengo más poder que tú”. “Tú me necesitas, pero yo no te necesito”.

Una persona que no se esfuerza para alcanzar lo que quiere o para superar sus limitaciones y a quien otros le resuelven la vida, se convierte en alguien perezoso, limitado, inseguro y se estanca en su desarrollo personal.

El hombre o la mujer que carecen de iniciativa y desaprovechan sus potencialidades y fortalezas, se sienten inferiores y se ven lastimados en su dignidad y en su autoestima.

Las víctimas eternas que “lo merecen todo” sin hacer nada.

Aquellos individuos que recibieron todo en su infancia, sin tener que esforzarse o esforzándose muy poco, se convierten, de adultos en las víctimas eternas que sólo saben quejarse y reclaman constantemente cuando no reciben todo lo que quieren sin hacer nada para ello más que manipular.

Esas personas fueron condicionadas por sus padres a que todo lo merecían con tan sólo extender su mano. Y como aprendieron eso en su familia,  creen que todos los demás tienen la misma obligación de cuidarlos y cubrir todas sus necesidades.

Son individuos que, muchas veces, se sienten incapaces de esforzarse,  de realizar un trabajo digno, o de tratar para lograr hasta las cosas más sencillas, tratan de obtener todo sin esfuerzo, pues, en el fondo, tienen miedo de no ser capaces de lograr obtener algo a partir de sí mismos y esto, en el fondo, les genera una sensación de inferioridad ante los demás.

Es muy frecuente ver la dificultad de personas, que han recibido todo,  para esforzarse e intentar convertirse en sujetos responsables de sí mismos y menos de otros, simplemente porque no se sienten capaces, o porque no quieren perder su lugar de privilegio.

Están convencidos de que todos los que están a su alrededor o cualquier otro, son los responsables de ellos y deben ayudarles siempre para resolver los problemas grandes o pequeños.

Si el apoyo no llega, culpan a todos – y a la vida misma – de injustos, de egoístas por negarse a darles “lo que ellos merecen” simplemente porque sí.

Sólo los padres más déspotas impiden que sus hijos desarrollen sus propios potenciales para vivir. Ellos creen que están haciendo bien, pero están empleando una forma de abuso al anular a sus descendientes.