lunes, 28 de julio de 2014

Alcoholismo

Es una enfermedad que supone una intoxicación con alcohol etílico en forma prolongada y habitual y una dificultad para dejar de beber.
Durante los períodos de intoxicación se presenta un deterioro de la actividad y un aumento de
 la irritabilidad y de la agresividad.
Esta enfermedad comienza con un exceso en la ingesta de alcohol. La tolerancia significa que la persona se va acostumbrando a beber cada vez más y necesita ir aumentando la cantidad para obtener los mismos efectos a medida que pasa el tiempo. Durante este proceso, el individuo puede seguir haciendo su trabajo sin que nadie note que ha bebido.
La dependencia psicológica se manifiesta en:
* Predominio de beber por encima de otras actividades.
* La bebida ocupa el primer plano en la vida del sujeto; el resto (familia, trabajo, recreación, etc.) ocupa un lugar secundario.
* Compulsión a beber, sin poder parar. En este momento no se da cuenta de que ya no controla la ingesta de la bebida, ya no puede detenerse y fracasa en cada uno de sus intentos de dejar de beber. Si consigue abandonar la bebida lo hace por un corto período, los síntomas de la abstinencia se presentan rápidamente y hay muchas probabilidades de que vuelva a beber.
* La máxima manifestación de la dependencia la representa la abstinencia. Esta se manifiesta a través de un malestar general, sensación de desazón, anhelo de beber, temblor de manos, vómitos, mareos, etc. que se calman con la primera gota de bebida. El delirium tremens es un estado psicótico agudo producido tras un cuadro de abstinencia repentina. Este cuadro comienza con un período de ansiedad, inquietud, incoordinación motora y finalmente, delirios y alucinaciones. (vive como si soñara despierto, se siente perseguido por animales e insectos). Esta sugestión lo lleva a sentir que su habitación se agrieta, el techo se derrumba; a estas sensaciones se le agregan: aumento de tensión, de la presión arterial, temblores, deshidratación; hasta que finalmente cae al suelo, presentando un cuadro del tipo epiléptico.
Un problema habitual del alcohólico es que no reconoce serlo. Las consecuencias que produce el exceso de alcohol son: trastornos en el sueño (que van desde insomnio hasta pesadillas), gastritis, pérdida del apetito, anemia, agitación, hipertensión, trastornos hepáticos y sexuales, epilepsias de origen tardío.
Entre los factores psicológicos encontramos: episodios de confusión, pérdida de la memoria, sensación de que la gente lo mira mal, que no lo comprende, dificultades para mantener relaciones estables (pareja, hijos, amigos, compañeros de trabajo)
Algunos factores sociales que se observan en el comportamiento del alcohólico son: desavenencias conyugales, violencia, accidentes en la carretera, pérdida del empleo por marcados ausentismos; en casos límites se ha observado el vagabundeo y el suicidio.
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, cuando su concentración en la sangre se eleva, puede producir depresión y paros respiratorios y por este camino, la muerte.
Los jóvenes que consumen alcohol tienden a deshinibirse y a ejecutar acciones que habitualmente les avergonzarían: cortejar a una chica, entablar un diálogo o enfrentar una situación difícil. En un primer momento el alcohol actúa como euforizante, da coraje, reduce tensiones, etc. pero su efecto posterior es inverso, provocando estados de tristeza, ansiedad y depresión. El uso y abuso del alcohol se asocia con problemas emocionales y sociales, aunque los hijos de padres alcohólicos tienen una alta predisposición genética al consumo.
El alcoholismo es una enfermedad que no se cura, pero sí se rehabilita. El tratamiento consiste en dietas de desintoxicación y especialmente terapias individuales y grupales tanto para el enfermo como para su grupo familiar, ya que todo alcohólico está inmerso en una familia que necesita ayuda
.

Foto: Alcoholismo
Es una enfermedad que supone una intoxicación con alcohol etílico en forma prolongada y habitual y una dificultad para dejar de beber.
Durante los períodos de intoxicación se presenta un deterioro de la actividad y un aumento de la irritabilidad y de la agresividad.
Esta enfermedad comienza con un exceso en la ingesta de alcohol. La tolerancia significa que la persona se va acostumbrando a beber cada vez más y necesita ir aumentando la cantidad para obtener los mismos efectos a medida que pasa el tiempo. Durante este proceso, el individuo puede seguir haciendo su trabajo sin que nadie note que ha bebido.
La dependencia psicológica se manifiesta en:
* Predominio de beber por encima de otras actividades.
* La bebida ocupa el primer plano en la vida del sujeto; el resto (familia, trabajo, recreación, etc.) ocupa un lugar secundario.
* Compulsión a beber, sin poder parar. En este momento no se da cuenta de que ya no controla la ingesta de la bebida, ya no puede detenerse y fracasa en cada uno de sus intentos de dejar de beber. Si consigue abandonar la bebida lo hace por un corto período, los síntomas de la abstinencia se presentan rápidamente y hay muchas probabilidades de que vuelva a beber.
* La máxima manifestación de la dependencia la representa la abstinencia. Esta se manifiesta a través de un malestar general, sensación de desazón, anhelo de beber, temblor de manos, vómitos, mareos, etc. que se calman con la primera gota de bebida. El delirium tremens es un estado psicótico agudo producido tras un cuadro de abstinencia repentina. Este cuadro comienza con un período de ansiedad, inquietud, incoordinación motora y finalmente, delirios y alucinaciones. (vive como si soñara despierto, se siente perseguido por animales e insectos). Esta sugestión lo lleva a sentir que su habitación se agrieta, el techo se derrumba; a estas sensaciones se le agregan: aumento de tensión, de la presión arterial, temblores, deshidratación; hasta que finalmente cae al suelo, presentando un cuadro del tipo epiléptico.
Un problema habitual del alcohólico es que no reconoce serlo. Las consecuencias que produce el exceso de alcohol son: trastornos en el sueño (que van desde insomnio hasta pesadillas), gastritis, pérdida del apetito, anemia, agitación, hipertensión, trastornos hepáticos y sexuales, epilepsias de origen tardío.
Entre los factores psicológicos encontramos: episodios de confusión, pérdida de la memoria, sensación de que la gente lo mira mal, que no lo comprende, dificultades para mantener relaciones estables (pareja, hijos, amigos, compañeros de trabajo)
Algunos factores sociales que se observan en el comportamiento del alcohólico son: desavenencias conyugales, violencia, accidentes en la carretera, pérdida del empleo por marcados ausentismos; en casos límites se ha observado el vagabundeo y el suicidio.
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, cuando su concentración en la sangre se eleva, puede producir depresión y paros respiratorios y por este camino, la muerte.
Los jóvenes que consumen alcohol tienden a deshinibirse y a ejecutar acciones que habitualmente les avergonzarían: cortejar a una chica, entablar un diálogo o enfrentar una situación difícil. En un primer momento el alcohol actúa como euforizante, da coraje, reduce tensiones, etc. pero su efecto posterior es inverso, provocando estados de tristeza, ansiedad y depresión. El uso y abuso del alcohol se asocia con problemas emocionales y sociales, aunque los hijos de padres alcohólicos tienen una alta predisposición genética al consumo.
El alcoholismo es una enfermedad que no se cura, pero sí se rehabilita. El tratamiento consiste en dietas de desintoxicación y especialmente terapias individuales y grupales tanto para el enfermo como para su grupo familiar, ya que todo alcohólico está inmerso en una familia que necesita ayuda.

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