jueves, 28 de marzo de 2013

Depresión en niños un riesgo :


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La depresión en niños, vinculada a riesgos cardiacos en la adolescencia
Los adolescentes que estaban deprimidos cuando eran niños son mucho más propensos que el resto a ser obesos, fumar y llevar una vida sedentaria, aunque ya no sufren depresión, según concluye una investigación realizada por científicos de la Escuela de Medicina St. Louis de la Universidad de Washington y la Universidad de Pittsburgh, ambas en Estados Unidos.
   El estudio, que presentó este viernes en la reunión anual de la Sociedad Psicosomática Americana que se celebra en Miami, Florida (Estados Unidos), sugiere que la depresión, incluso en los niños, puede aumentar el riesgo de problemas del corazón más tarde en la vida.
   "Una serie de estudios recientes han demostrado que cuando los adolescentes tienen factores de riesgo cardiacos, son mucho más propensos a desarrollar enfermedad cardiaca en la edad adulta e incluso a tener una vida más corta", dice el primer autor del estudio y profesor de psiquiatría de la Universidad de Washington, Robert M. Carney.
   "Los fumadores activos adolescentes tienen el doble de probabilidades de morir a la edad de 55 años que los no fumadores, y no vemos riesgos similares con la obesidad, por lo que encontrar este vínculo entre la depresión infantil y los factores de riesgo indica que es necesario vigilar muy de cerca a los jóvenes que han estado deprimidos", alerta este experto.
   Los investigadores han sabido durante años que los adultos con depresión son propensos a sufrir ataques cardiacos y otros problemas de corazón, pero no estaba claro que los factores de riesgo para sufrir enfermedades del corazón, como el tabaquismo, la obesidad y el sedentarismo, cuando se unen a la depresión aumentan el riesgo de problemas del corazón.
   "Sabemos que la depresión en adultos se asocia con la enfermedad cardiaca y un mayor riesgo de morir de un ataque al corazón o sufrir complicaciones graves", afirmó Carney. "Lo que no sabemos es en qué etapa de la vida se comenzaría a ver la evidencia de la asociación entre la depresión y los factores de riesgo cardiaco", agrega.
   Estos científicos estudiaron a niños que habían participado en un estudio de 2004 sobre la genética de la depresión, que en ese momento tenían una media de 9 años. Los investigadores encuestaron a 201 niños con antecedentes de depresión clínica, junto a 195 de sus hermanos que nunca habían estado deprimidos, además de recopilar información de 161 niños sin relación con el resto y sin antecedentes de depresión.
   En 2011, uando los participantes del estudio tenían 16 años, los investigadores les encuestaron de nuevo, anlizando las tasas de tabaquismo, obesidad y físico en los tres grupos de adolescentes. "De los niños que estaban deprimidos a los 9 años, el 22 por ciento era obeso a los 16 años. Sólo el 17 por ciento de sus hermanos era obeso y la tasa de obesidad fue del 11 por ciento en los niños no emparentados que nunca habían estado deprimidos", subraya Carney.
   Carney y sus colegas encontraron patrones similares cuando estudiaron el tabaquismo y la actividad física. "Un tercio de los que estaban deprimidos en su infancia se había convertido en fumador diario, comparado con el 13 por ciento de sus hermanos no deprimidos y sólo el 2,5 por ciento del grupo de control", resalta.
   En cuanto a la actividad física, los adolescentes que habían estado deprimidos eran los más sedentarios, mientras que sus hermanos eran un poco más activos y los miembros del grupo de control eran los más activos. Cuando los investigadores utilizaron métodos estadísticos para eliminar otros factores que podrían haber influido en las tasas de tabaquismo o la obesidad de los niños deprimidos, encontraron que los efectos de la depresión se agudizaron.
   "Los hermanos de niños con depresión tenían cinco veces más probabilidades de fumar que los miembros del grupo de control del estudio, por lo que la depresión no era el único factor de riesgo para fumar", explica. "Pero los niños deprimidos en el estudio tenían otras dos veces y media más de probabilidades de fumar que sus hermanos no deprimidos", destaca Carney.
   Además, los factores de riesgo de enfermedades del corazón fueron más comunes en los niños que estuvieron deprimidos o aún no estaban deprimidos clínicamente en el momento de la segunda encuesta, ya que en la mayoría de los adolescentes la depresión estaba en remisión en el momento en que se llevó a cabo la segunda encuesta en 2011, con sólo un 15 por ciento de los informes de depresión.
   Los resultados sugieren que los antecedentes de depresión en la niñez parecen influir en la presencia de factores de riesgo cardiovascular en la adolescencia, según Carney. "Puede haber algunas influencias genéticas relacionadas que dan lugar a la depresión y la enfermedad cardiaca, o por lo menos a este tipo de conductas de riesgo cardiaco, pero se necesitan más estudios antes de sacar conclusiones firmes sobre ello", concluye.

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