martes, 2 de febrero de 2016

No es una sola la causa que ha determinado el comportamiento del toxicómano.


No es una sola la causa que ha determinado el comportamiento del toxicómano.
La dificultad para reconocer las propias necesidades básicas, como el sentido de pertenencia, el ser estimados, el ser amados, el darse un valor, el buscar y encontrar un sentido a la existencia, genera confusión para ejecutar comportamientos inadecuados. El drogadicto es incapaz de identificar las fuentes del placer, de la gratificación y de la felicidad. Es incapaz, además de orientarse por sí mismo entre los valores, las actitudes y los comportamientos que le proponen los abordajes terapéuticos que intentan curarlos.
No es una sola la causa que ha determinado el comportamiento del toxicómano. La adicción es una condición causada por muchos factores que interactúan entre sí y que se refuerzan recíprocamente. Es una enfermedad, pero es también un síntoma.
La drogadicción comporta un conjunto de síntomas que son reveladores de un drama angustioso que tiene que ver con el sentido mismo de la existencia, con la verdad del hombre, con su dignidad.
La droga representa una fuga con la cual se pretende llenar un vacío.
El hombre es un ser complejo por su carácter de "ser de valores" y de "ser de actitudes éticas". El hombre afirma su carácter absoluto como persona y su dignidad, en la realización del conjunto de sus valores.
El adicto presenta, en su esencia, un conflicto caracterológico definido por el enfrentamiento entre su conducta y sus valores. La adicción lo aparta de su ser un fin en sí mismo, para convertirlo en un instrumento, perdiendo su dignidad, su felicidad y su realización personal. La adicción le niega realizar los valores de una forma plena y completa.
Un adicto está en una lucha consigo mismo, en contradicción y tensión interna. Por un lado, su ser de valores, necesitado de trascendencia y sentido; por otro lado el sin sentido, la pérdida de valores y de virtudes, la insatisfacción y el vacío moral.
En las personas con la enfermedad de dependencia a sustancias químicas, las complicaciones físicas, el mal manejo de la mente y los desórdenes emocionales, van acompañados de manera similar de un deterioro espiritual y progresivo.
Según pasa el tiempo aparecen sentimientos de culpa, vergüenza y remordimientos; los sentimientos de autovaloración declinan. Como las relaciones significativas disminuyen o pierden calidad, el aislamiento social creciente los lleva al colapso espiritual. Al final sienten una intensa desesperación y desesperanza, llegando inclusive al suicidio.
El mundo es testigo de este creciente fenómeno y las autoridades han proclamado la urgencia en la acción mancomunada, en el esfuerzo de todos para conquistar la esperanza.

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