jueves, 6 de marzo de 2014

Una adicción esconde un gran dolor


El título de esta entrada proviene de una frase que encontré en Puerto Rico Addiction Research Foundation que decía,”una adicción esconde un gran dolor “. Tan pronto la leí sentí que era cierto para mi y me pregunté, “¿qué dolor quería aplacar con la drogas o el alcohol?

Yo huía de algo y en las sustancias encontré alivio

Cuando usaba era feliz y mis problemas se desvanecían. Entonces quedaba libre para vivir. Eso me encantaba. Me sentía desencadenado eufórico, capaz, libre. Nunca podré olvidar la expectativa que sentía al acercarme a la sustancia. Era el cielo en la tierra, la gloria encarnada.
Lástima que el efecto durara poco. Cada día tenía que usar más para sentir lo mismo. Llegó el momento cuando ya no sentía euforia ni libertad. La misma sustancia se volvió una cadena. Era esclavo de ella y eso me pesaba y me dolía. Tanto, que tuve que buscar ayuda. Estaba desesperado. Entonces ya no había alegría al acercarme a la sustancia todo era tedio y amargura, disgusto, asco de ella y de mi.
Desesperado busqué varias salidas pero ninguna funcionó. Hasta que llegué a losDoce Pasos.

En los Doce Pasos descubrí mi dolor

Repasando mi vida con los Doce Pasos. Siendo honesto conmigo y con otros por primera vez en años admití que siempre me sentí diferente. Desde pequeño fui muy retraído y melancólico. Creo que estaba deprimido. Algo no estaba bien en casa. Mi padre era alcohólico y mi madre se avergonzaba mucho por eso. No se hablaba de ello pero alrededor de la vergüenza giraba mi familia.
Mi madre veía a mi padre como un hombre débil. No lo pronunciaba en palabras pero si con desdén y menosprecio. Yo era hijo de mi padre, el primogénito.

“Who shames the father shames the son”

Quién avergüenza al padre avergüenza al hijo leí o esciché alguina vez, en algún sitio. Se me quedó grabada. Creo que porque revelaba mi gran problema: siempre me sentí avergonzado de ser hijo de mi padre.
Siendo su hijo era por decir así, otro él, su alter-ego. Asumí el rechazo de mi madre como mío y me sentí poca cosa, débil e insignificante como ella decía que era él. El rechazo hacia mi padre lo convertí en mi auto rechazo, me desprecié.

Las sustancias me libraron de la vergüenza y me proporcionaron un grupo de amigos.

Al usar mi vergüenza se desvaneció. Me sentí capacitado, seguro, extrovertido y poderoso. El dolor de la vergüenza se evaporó con las sustancias. Era rica esa sensación. Era otro yo.
Con las sustancias también encontré una confraternidad de borrachos o adictos que me acogieron. Allí no me sentí diferente.
No podía perder el alivio al dolor y la hermandad de enfermos sin obtener algo a cambio. Mi vida carecería de sentido. Los Doce Pasos me dieron algo a cambio.

En la confraternidad de doce pasos encontré amigos y sanación.

Los Doce Pasos me permitieron trabajar con mis heridas. Descubrí mi dolor y pude sanarlo. También encontré un grupo que me amaba incondicionalmente. El temor a vivir sin sustancias y con dolor se esfumó frente al programa de Doce Pasos.

El dolor fue mi camino a la felicidad y a la vida plena

Decía mi segundo padrino Joe, que tenía que agradecer todo lo que me trajo aquí, refiriéndose a la confraternidad de Doce Pasos y a una nueva vida. Sin aquella vergüenza, sin aquel dolor nunca habría caido tan bajo y no habría necesitado los Doce Pasos ni el precioso regalo de la recuperación. Aquel dolor fue en sí mismo un don. Gracias.

¿Qué te dolor ocultaste con las drogas?

¿Te identificas con el titulo de esta entrada? ¿Había un gran dolor tras tu alcoholismo, drogadicción o dependencia? Comparte en los comentarios, es importante para ti y para otros. Sólo conservas lo que tienes en la medida que lo compartes con otros.
Foto original por: Lel4nd via Compfight cc Editada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario