lunes, 8 de julio de 2013

Escribiendo una musa: Depurando

Cuando cierro los ojos y me adentro en este cuarto oscuro, siento el silencio de mi mismo, que me conduce a transitar  una expedición por los  pasillos oscuros de la mente  que en imágenes muestran todo aquello vivido, hasta lograr aquietar la mente apartando toda imagen de sí que perturbe el interior, es una caída a un abismo cada vez mas vertiginosa hacia las profundidades del corazón, es un despertar del ojo interior que susurra al oído la sequedad de aquello que creemos y suponemos que somos, por nuestra propia historia aquello que entendimos por historia por esa desidia en la cual el hombre cerrado a su razón a dejado de escuchar desde su oído cardial,  la palabra el verbo como pan de vida lo que anudaría la vida en relación con Dios. Esa búsqueda que mueve los cimientos del hombre mecanizado enfeudado en la biblioteca de su razón buscando respuestas que solo lo hacen caer a uno en la repetición de sus proyecciones y transferencias sus temores lo cual apoya sobre los pies de su destino, el encierro que le impide ver  donde se siente tristemente sacudido como si se lo arrojara a un mar de inseguridades, son las heridas del pasado que se levantan como una barrera dentro de uno y los demás, el que va hacia sí mismo corre el riesgo de encontrarse consigo mismo. El espejo no favorece, muestra con fidelidad la figura que en el se mira, nos hace ver ese rostro que nunca mostramos al mundo, porque lo cubrimos con la persona, la mascara del actor. El espejo siempre esta detrás de la mascara y muestra el verdadero rostro. Pero no se llega al conocimiento de sí  mismo si no se tiene la experiencia entre muchas caídas y recuperaciones de este modo se llega a la estabilidad esa estabilidad no es otro que el conocimiento sincero de nosotros mismos y de nuestras disposiciones interiores. Hay que comenzar este proceso aceptando toda clase de verdades con la que nos mentimos, esa es la primer prueba del coraje al camino interior una prueba que basta para asustar a la mayoría pues el encuentro consigo mismo es una de las cosas mas desagradables, por eso decía  Cristo que el camino hacia ese despertar del reino interior  es estrecho y angosto, es el que cuesta entrar para  verse consigo mismo para no quedarse en los bordes de la razón  y desde  allí dar el salto a la Fé.  Ancho y espacioso es el que lleva a la perdición, la comodidad de no verse consigo mismo encerrado en si mismo en su cadena de repetición.
Entonces el hombre siente el silencio de Dios como un reproche cuando es un  llamado para anudar su vida en relación con Dios, es una cena interiorizada que surge desde adentro del corazón es volver a ese minuto olvidado y dejado por todos que no es por capacidad si no que es una opcion que uno puede ir construyendo en el día a día, es volver al lugar de la escucha donde uno es naciente.
Es parte del proceso de integracion cuando se llega a dicha madurez uno se da cuenta que giro sobre si mismo no dando paso a esa corriente afectiva como salud mental y espiritual, la renuncia el desapego que estanque el fluir de la vida, el camino de la desnudez. " Si el trigo no muere no da vida"
                                                                                                         
                                                                                              Joel Lucero


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