lunes, 6 de febrero de 2017

La adicción es una de las formas en que puede exteriorizarse la actividad de la parte psicótica de la personalidad.

No todo el que experimenta con drogas se hace adicto.
Existen bases, individuales, familiares y sociales que condicionan la posibilidad de una adicción.
La adicción es una de las formas en que puede exteriorizarse la actividad de la parte psicótica de la personalidad.
Toda adicción constituye una vía hacia la muerte, es decir una práctica suicida a corto o a largo plazo, dependiendo de una amplia gama de variables.
Todo adicto en forma consciente procura mediante técnicas psicopáticas 
no exentas de seducción histérica, conseguir "feligreses" para su grupo.
Estos viven huyendo de sus angustiantes y a veces horroríficas vivencias de vacío interior y soledad, para lo cual aprendieron en su contexto familiar y social que las drogas psicotóxicas son un instrumento para lograr este objetivo y que además le brindan una ilusión de identidad, generalmente grandiosa y hasta épica.
La droga no representa algo, sino es algo para el adicto. Estamos frente a una ecuación simbólica, es decir que están operando los niveles concretos del funcionamiento mental.
Esto significa que está en actividad la parte psicótica de la personalidad.
El adolescente al hacerse adicto adquiere una nueva identidad ya es alguien: "un adicto", y si logra en el contexto en que vive que se agreguen otros miembros a su causa, además de sentirse menos solo, podrá llegar al ideal inducido que "ellos son el ser superior".
El adicto sabe en su interior "que vendió su alma al diablo", pero necesita negarlo. "Yo dejo cuando quiero", "lo hago por placer", "mi vida es mi vida y hago lo que quiero con ella", etc..
Pero cayó en la esclavitud y esta percepción es trágica, no puede aceptarla, él que creyó burlar su castración está condenado a muerte, la máxima castración.
Pero, por su debilidad del yo no puede aceptar esta terrible verdad, y aquí surge la veta psicopática movilizada por la envidia.
Los adictos pertenecientes a su grupo de "amigos" rápida o lentamente intentarán sabotear sus logros, pues sino su esclavitud se les vuelve patética y en cambio intentan salvarse maniacamente realizando racionalizaciones como: "mal de muchos, consuelo de tontos", "somos los adictos, los demás son los caretas", etc.
Como hemos dicho anteriormente un adolescente por experimentar con drogas no se vuelve necesariamente adicto, existe una personalidad previa en la cual coexisten factores predisponentes que hacen que ciertas personas sean vulnerables al proselitismo del adicto.
Pero en un mundo en crisis como el que vivimos actualmente, estos factores predisponentes existen con una frecuencia abrumadora.

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