jueves, 27 de octubre de 2016

ENTONCES SOY ADICTA DESDE QUE RECUERDO…

Despertar Azul
ENTONCES SOY ADICTA DESDE QUE RECUERDO…
Si hago memoria sé que en mi vida he sido consumista continua de chocolate, café… Y como dicen, yo no pero alguien más de coca cola, cigarro, alcohol, marihuana, del juego, del sexo, de la televisión, etc.
Se llaman adicciones cuando no puedo dejar de consumir algo que por lo particular es nocivo para mi salud mental, espiritual y corporal. Teniendo entonces una dependencia a una sustancia, actividad, relación, acción o pensamiento; es cuando una persona no sea capaz de controlarlo y lo lleva a conductas compulsivas que perjudican su calidad de vida. Esto en particular me suena muy conocido.
Sí, que bien me he dado cuenta que no corro peligro, igual y un poco menos de coca cola, seguro quiero seguir tomando una taza de café diario hasta que me haga daño, el cigarro lo he dejado es un gran logro. Estas son ejemplo de mis adicciones conscientes ¿qué hay de aquellas que no he concientizado?
Suelo ¿enojarme seguido? ¿Estar algo triste un poco todos los días? ¿Necesito levantarme el ánimo con algo? ¿Me quejo de mi pareja a menudo? ¿Casi siempre encuentro la falla? ¿A todo me pregunto porqué? ¿Porqué a mi? Me doy cuenta que vivo en estrés continuo, llego tarde a todos lados, vivo al límite, presiono a las personas a mi alrededor, verifico si están en lo correcto, pienso que la gente habla mal de mí, si no lo hago yo sale mal, tiendo a verificar las cosas varias veces para estar seguro. Estos son algunos ejemplos de emociones, pensamientos que provocan que el cuerpo secrete sustancias a las que somos adictos. Ponen al cuerpo en un estado emocional.
Muchas veces el tema no es que alguien se haya equivocado, que yo no tenga el control, que llegue con demora, que alguien supuestamente me hizo enojar, la mente inconsciente va buscando cualquier escenario que le sirva para satisfacer su necesidad, a eso que está acostumbrado. Seguido lo negativo es la vía más corta para la mente, pues es más fácil enojarse, entristecerse, estresarse que hacerse responsable y actuar de otra manera que no sea la reactiva, la común, a la que estamos acostumbrados. En el momento de la explosión de la emoción estamos deseosos de gritar, de llorar, de culpar, de checar, de victimizar con todas las razones que al parecer en ese momento son obvias y legitimas. Nuestra mente empaña nuestra claridad y nuestra responsabilidad de nuestros actos, a decidir a que le entramos y a que no. Con toda la justificación de mi mundo iré y diré la razón por la cual estoy triste.
Repito no es que mi amiga no me hablo, el no me llamo, mi pareja hizo algo que no quería, es mi deseo arduo por sacar alguna razón que justifique mi rabia, mi sentido de control, de estrés. La verdad es que mi inconsciente anda buscando situaciones que afloren estas emociones para que mi cuerpo se sede por un rato y tenga las sustancias con las que está acostumbrado a vivir. Cuando no obtengo la sustancia, ando en busca de ella y comienzo a ser ineficaz en mis acciones hacia mí y los demás. Obtengo la situación de conflicto, luego la explosión de mi emoción, por consiguiente pensamientos adictivos y químicos que produce mi cuerpo, luego puedo tranquilizarme, y llego a momentos de claridad diciendo bueno la situación ya no esta tan mal, ok puedo perdonarlo, si tal vez podría hacerlo mejor, bueno de todas formas lo quiero, eso siempre no es tan importante.. Y un tiempo después el ciclo se repite. Intentando cambiar pero las situaciones no te lo permiten; eso solemos decir. Yo me atrevería a preguntarte si varias veces en tu vida te has visto en contextos similares, si sí quiero decirte que lo más posible es que tengas adicción a ciertas emociones, como todos los humanos.
¿Cómo me detengo? Restringiendo – dejando de actuar como comúnmente haces, entendiendo en el momento que tú eres el jefe de tu cuerpo y mente, ellos quieren actuar desesperadamente por los pensamientos o emociones que tienes. Corre y medita o salte de la situación y respira, apaga tu sistema mental por lo menos 2 minutos, viendo la TV, saliendo a caminar, deja de pensar. El pensamiento y la emoción es tu adicción, la secreción que tu cuerpo genera a partir de ellos es tu droga.
Por ejemplo si mi problema es que quiero comprar unos zapatos y no resuelvo si estará bien o no para mi comprarlos ahora, pues si me gasto ese dinero o si luego encuentro unos mejores, o que tal si en otro lugar están más baratos, o si ya se los compro algún amigo mío..
El problema aquí no es la duda de que será lo mejor para mí. Cuando caigo en este tipo de pensamientos acerca de algo, alguien o un acontecimiento. La duda, la dualidad, el pensamiento brincando de uno a otro acerca del mismo tema es el “problema real” no la compra de los zapatos, pues a esta mente parece que le gusta estar ocupada, ese es su objetivo, como si no pudiera estar en paz. Realmente al ser no le preocupa que quieras ni que pienses acerca de los zapatos para estar en paz, pero la mente va a hacer todo un tema de contenido y pensamientos acerca de cualquier cosa que se le ponga enfrente. Da igual que me lo compre o no. La trampa es que mi mente no puede creer que de igual, la trampa de mi mente es insertar la duda, esa incertidumbre me genera estrés, enojo, depresión, nerviosismo, a lo que soy adicta porque así vivo.
Cuando la persona se abstiene de su adicción esta provoca sensaciones, pensamientos y comportamientos que consumen a la persona y la llevan a comprometerse en ciertas actividades para conseguir la sensación o efecto deseado consciente e inconscientemente.
Las adicciones afectan negativamente y traen consecuencias en la vida la salud físico mental, deterioran la capacidad de funcionar efectivamente, destruyen al ser y sus relaciones. En un inicio no es fácil detectar cuando andamos en busca de una situación que nos genere ciertas emociones, cuando ya se generan las emociones ahí es más obvio darme cuenta que estoy en lo que generalmente hago, reaccionar. Aun ahí puedo detenerme, en seco, sin más ni menos e irme a hacer algo más productivo para mí y otros, como sería no pensar.
ALEJANDRA LLAMAS

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