domingo, 16 de octubre de 2016

Adictos y Familias:

Adictos y Familias:
F. Reyes.
El adicto: Niega, no habla de su adicción, es hostil, busca culpar, miente, es indiferente, inclusive a la aceptación, piensa que nadie lo quiere, desconfía de quienes lo estiman, se frustra con facilidad, manipula, tiene fuertes sentimientos de soledad, infunde miedo o temor, amenaza con suicidarse.
La familia patológica: Niega el problema, le resta importancia, se angustia, se desorganiza, reina la confusión, tratan de cambiar al adicto/a, tiene violencia verbal, violencia física, no enfrentan el problema como de todos, se resisten a solicitar ayuda, el único enfermo es el adicto/a, le depositan la enfermedad.
La familia que pide ayuda: Reconoce la enfermedad, pide ayuda, acepta que el problema es de todos, conoce que la dependencia es una enfermedad, busca una nueva manera de comunicación, reconoce sus propios sentimientos de miedo, la culpa, la vergüenza, el resentimiento, cada miembro de la familia reflexiona sobre su propia conducta, aprende a escuchar, no esta pendiente de la conducta del adicto, se informa sobre las drogas, pone límites al adicto/a, no le recrimina su intoxicación, no le miente, le dice que conoce de su problema, habla de la adicción, informa que esta es una enfermedad que puede recuperarse, que se esta dispuesto a ayudar.
Las personas que son adictas o dependientes…
"Las personas que son adictas o dependientes a una o más sustancias psicoactivas sufren debido a su inmadurez, a causa de su eterno infante egoísta y demandante que llevan consigo".
El rasgo fundamental del adicto es la inmadurez, habiéndose quedado detenido en una etapa de su desarrollo, y no queriendo crecer.
El adicto/a deja en el camino posibilidades y logros, porque es caprichoso, banal, desagradecido, pide aceptación, se enoja, se ofende, culpabiliza a los otros, teme al futuro, es obsesivo, intolerante, anárquico, actúa sus emociones sin pensar, es celoso, posesivo, envidioso, negador, tira sus experiencias por la borda, no tiene proyectos, es cruel y dependiente.
Todas estas características y las antes descritas, son emociones que no se corresponden con la edad que tienen, haciéndoles conducirse como niños/as sin ya serlo.
Si bien en todo adulto existe un niño, en el adicto/a con las sustancias psicoactivas, la parte madura se debilita y la parte infantil invade toda su personalidad, involucionando cada vez más, lo único que crece es el abuso o la dependencia al alcohol o a otras drogas.


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