martes, 2 de febrero de 2016

¿Qué motivaciones tiene un drogadicto? ¿Qué tratamientos hay para curarlo?


Fernando Antonio Reyes Crespo
¿Qué motivaciones tiene un drogadicto? ¿Qué tratamientos hay para curarlo?
Las motivaciones son varias: curiosidad, aceptación por parte de los pares, búsqueda de placer, desafío de autoridad, para sentirse más seguro o para "ser más hombre" o "más mujer".
Es normal que frente a un dolor físico, la angustia de una situación difícil o a un estado de temor o inseguridad se apele a algún recurso para eliminarlos, pero muchas veces ese recurso suele estar dado por medicamentos que se consumen por decisión propia, sin prescripción medica. Influyen en esta conducta diversos factores: el consejo de familiares o amigos, la costumbre de probar remedios, la inseguridad ante los problemas de la vida.
Para curar a un drogadicto se procede a desintoxicarlo con un procedimiento terapéutico destinado a eliminar los efectos de una intoxicación aguda o crónica.
Dos principios básicos deben preceder cualquier programa de desintoxicación.
- Primero, el paciente debe estar convencido realmente de lo pernicioso de la adicción y debe querer rehabilitarse y estar dispuesto a esforzarse y sacrificarse para conseguirlo; el médico y el entorno familiar y social deben influirle en este sentido, pero la decisión firme y constante es estrictamente personal.
-Segundo, las toxicomanías son problemas crónicos, en los que la experiencia de millones de casos en todo el mundo ha demostrado la elevada frecuencia de la recaída y la necesidad de volver a iniciar la terapia; lo menos frecuente es la curación definitiva, por lo que se debe evitar desánimos, rechazos y decepciones en el entorno del toxicómano o alcohólico.
Existen muchas modalidades terapéuticas, con importantes similitudes para las distintas sustancias. Siempre deben incluir dos facetas: el rechazo a la sustancia y el apoyo personal y al entorno. Se debe conseguir y mantener un potente rechazo y aversión hacia la sustancia nociva mediante estímulos psicológicos de muy distinta índole, tanto en el caso del paciente ambulatorio como el ingresado, y utilizando a veces sustancias de apoyo (antagonistas, como el disulfiram para el alcohol y la naltrexona para los opiáceos, o agonistas, como la metadona para los opiáceos). El apoyo para desarrollar una vida nueva, totalmente desligada de los anteriores círculos y costumbres, debe incluir las facetas personal (existencial), laboral, familiar, sexual y social (amistades).


 

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