lunes, 16 de noviembre de 2015

SOBRE EL ALCOHOL Y SUS EXCESOS:

Alcoholismo enfermedad crónica y habitualmente progresiva producida por la ingestión excesiva de alcohol etílico, encontrándola en forma de bebidas alcohólicas o como constituyente de otras sustancias. La OMS define el alcoholismo como la ingestión diaria, superior a 50 grs. En mujeres y 70 grs. Los hombres.
El alcoholismo parece ser producido por la combinación de diversos factores fisiológicos, psicológicos y genéticos. Se caracteriza por una dependencia emocional y a veces orgánica y produce un daño cerebral progresivo y finalmente la muerte. Los primeros síntomas muy sutiles, incluyen la preocupación por la disponibilidad de alcohol, lo que influye poderosamente en la elección por parte del enfermo de sus amistades o actividades.
Al principio el alcohólico puede aparentar una alta tolerancia al alcohol, consumiendo más y más y mostrando menos efectos nocivos que la población normal. Sin embargo el alcohol comienza a cobrar cada vez más importancia en las relaciones personales, el trabajo, la reputación e incluso la salud física. Las personas tienden a perder el control sobre el alcohol y es incapaz de evitarlo o moderar el consumo. Produce un efecto toxico y sedante.
El tratamiento primario comienza con el reconocimiento del alcoholismo como un problema subyacente como se hacía en antaño. A medida que la sociedad se conciencia de la verdadera naturaleza del alcoholismo, disminuye su consideración como estigma social, los enfermos y sus familias lo ocultan, retrazaran la recuperación del enfermo.
El alcohol se esta consumiendo cada vez más como una droga que modifica el estado de animo, y menos como, una costumbre social.
Supongamos una persona con baja tolerancia a la frustración y problemas de habilidades sociales. En situaciones interpersonales siente una ansiedad de la que quiere huir a toda costa. Entonces descubre que un modo de hacerlo es recurrir al alcohol, tabaco o droga. Cuando lo hace se desinhibe, se tranquiliza y puede disfrutar de sus relaciones con los demás.
Conforme pasa el tiempo su dependencia a la adicción aumenta, su deseo de huir del dolor (en este caso la ansiedad interpersonal) es mayor que cualquier otro; pensar en el daño que le está haciendo la adicción es sumamente desagradable... por tanto, mejor no pensarlo... mejor centrarse sólo en el ahora; y ahora se siente bien.
Una vez adquirida la adicción, aparece un problema añadido: el síndrome de abstinencia, magnificado también por su baja tolerancia al sufrimiento, es algo que no quiere soportar. Ya no bebe para sentirse a gusto con los demás, sino porque lo pasa mal cuando no recibe la dosis que le pide su cuerpo. El sufrimiento es cada vez mayor, el deseo de aliviarlo también. Pero, paradójicamente, aquello que causa el dolor es lo mismo que lo alivia. Por eso para el adicto es tan difícil escapar de su adicción.
El caso de los fumadores es distinto. Pues los cambios fisiológicos producidos en el organismo por el tabaco desaparecen al cabo de una semana aproximadamente sin fumar. Las sustancia adictivas actúan produciendo cambios fisiológicos en el organismo.
Una vez que el cuerpo se habitúa a ese estado, si esa sustancia empieza a disminuir aparece el síndrome de abstinencia. Si al cabo de una semana o poco más, el organismo del fumador ha vuelto a la normalidad, una persona no debería tardar mucho en adaptarse a eso y superar la adicción en un plazo de un mes como mucho.
Sin embargo, no ocurre así. Si bien puede haber desaparecido la adicción física, no ha desaparecido el hábito, es decir una conducta aprendida y practicada tal vez cientos de veces. Dejar un hábito es difícil y frustrante, significa dejar de hacer algo hacia lo que nos sentimos impulsado. Significa, en definitiva controlar un impulso que puede estar siendo provocado por muchos desencadenantes ambientales, como comer, de modo que cuanto más baja sea la tolerancia a la frustración de esa persona más difícil le resultará dejarlo. Es una molestia demasiado grande que muchos no están dispuestos a soportar. Centrados más en el ahora, en satisfacer el deseo del momento, prefieren no pensar en las consecuencia a largo plazo, que es un pensamiento que produce malestar.
F. Reyes.

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