martes, 11 de agosto de 2015

Con los principios espirituales siempre se gana, nunca se pierde

Con los principios espirituales siempre se gana, nunca se pierde


amor
Mi amigo anónimo, me envió este correo que es tan interesante como el anterior.
Querido amigo José Nelson:
Nuevamente quiero agradecerle sus publicaciones en Principios Espirituales, me han ayudado muchísimo. Hoy deseo compartir con usted una experiencia reciente sobre la que no he encontrado nada escrito en su blog. Si puede, dígame qué opina sobre lo que sigue.
Recientemente conocí a una mujer extraordinaria y me enamoré de ella. Con ella apliqué lo aprendido en recuperación: a dar desinteresadamente, sin esperar nada a cambio, haciendo lo correcto, colocando los resultados en manos de Dios. Actué a partir de los principios espirituales contenidos en losDoce Pasos, serví y amé a mi pareja. Los resultados sin embargo, no fueron los que esperaba ya que ella no tuvo la misma disposisión que yo para entregarse desinteresadamente. Por eso, a mi juicio, la relación fracasó.
Me sentí muy mal al ver que tenía expectativas erradas. También me dolió mucho admitir que me había equivocado, al presumir que mi pareja amaría como yo. Me culpé, me resentí conmigo por creer y confiar ciegamente y, como tantas otras veces, me prometí no volver a entregarme así. Fue entonces que sucedió algo inesperado que le comparto: comencé a sentir orgullo por mí, por ser íntegro, por actuar según principios, por confiar en Dios y experimenté sobre todo, un gran amor por mi; como si todo el amor que había dado volviera a mí para decirme, “vales mucho, te amo”.
Hoy lejos de ver la relación como un fracaso, la veo como una lección inmensa sobre el valor del los principios espirituales contenidos en los Doce Pasos. Mi fe en la recuperación se ha multiplicado exponencialmente y mis deseos de amar nuevamente se han reanimados. Mi conclusión es esta: cuando trabajo según principios nunca pierdo, cada derrota es la puerta a una victoria y cada aparente pérdida solo genera más riquezas. Ese es el gran misterio de la espiritualidad, una economía de la paradoja, de la inversión, una nueva manera de ser que nos revela como en nuestra vulnerabilidad, en nuestra humanidad, herida y fragmentada, reside nuestra divinidad. ¡Si solo aceptáramos esta realidad! Ya devarío… 
¿Qué le parece?
Su amigo,
A.
Me parece excelente. Yo pase por una experiencia similar hace mucho y concluí exactamente lo mismo. En recuperación aprendemos lecciones extraordinarias y no podemos esperar otros se encuentren receptivos a recibir esas lecciones. Recuerda, nosotros no estuvimos receptivos por mucho tiempo y el miedo a ser heridos o a equivocarnos, causó estragos en nuestras vidas. Lo maravilloso es que, como tú dices: si damos el máximo, si permanecemos fieles a los principios espirituales, aun cuando los resultados no sean los deseados, siempre ganamos. Gracias por compartir tu experiencia conmigo.
Imagen por Alfonsina Blyde (editada)

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