martes, 3 de marzo de 2015

SÍNDROME DE ABSTINENCIA:

FERNANDO REYES

SÍNDROME DE ABSTINENCIA: «El síndrome de abstinencia en una persona que desarrollado una completa dependencia física respecto a los opiáceos, es una experiencia desgarradora, incluso un médico acostumbrado a tratar con el sufrimiento humano considera muy dura prueba el contemplar las agonías de los enfermos que se encuentran en este estado [...].
Durante todo este periodo del síndrome, el infortunado toxicómano no puede ni dormir ni descansar. Calambres dolorosos lo mantienen en la cama presa de una agitación incesante. Bien se levanta y pasea, bien se echa en el suelo. Salvo cuando se .trata de un individuo excepcionalmente estoico (y pocos toxicómanos los son, puesto que normalmente los estoicos no se entregan a los estupefacientes), llena el aire con gritos de desesperación.
La cantidad de agua que segrega por los ojos y por la nariz es enorme, la cantidad de fluido expulsado proveniente del estómago y de los intestinos, increíble y el sudor que emana de su cuerpo es lo bastante abundante como para empapar la ropa de la cama y el colchón. Sucio, sin afeitar, desgreñado, embadurnado con sus propios vómitos y excrementos, el toxicómano presenta ahora un aspecto casi infrahumano. Sin comer sin beber, adelgaza rápidamente y en veinticuatro horas puede perder cinco kilos.





La debilidad puede llegar a impedirle levantar la cabeza. Por eso no es extraño que mucho médicos, llegado este momento, teman por la vida de sus pacientes y les den una inyección de droga, que casi al instante suprime los terribles síntomas. «Es una experiencia dramática observar a una persona miserablemente enferma recibir una inyección intravenosa de morfina y verle treinta minutos después afeitado, limpio, bromeando y riéndose.»
Pero esta vacación del infierno dura y muy poco; a menos que se administre otra vez la droga, los síntomas empezarán de nuevo cuando trascurran ocho o doce horas. Si no se le suministra ninguna otra droga adicional, los síntomas empezarán a debilitarse por sí solos al sexto o séptimo día, pero el paciente se habrá quedado extremadamente débil, nervioso e intranquilo y a menudo sufrirá de colitis pertinaz.

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