sábado, 20 de diciembre de 2014

Como contener la lujuria


Como contener la lujuria


lujuria
La lujuria es un deseo desordenado, incontrolable, por algo. Usualmente se refiere al deseo sexual. Para aquellos con problemas de adicción es particularmente grave, pues comparte con esta rasgos como la obsesión y compulsión. La lujuria, como la adicción, conduce a una relación enfermiza con el objeto deseado y tiene las mismas consecuencias: dependencia e ingobernabilidad. La lujuria no se cura, se arresta, se contiene. Esto se logra mediante la modificación de conductas que estimulan el deseo sexual como lo son: la exposisión a pornografía, a material erótico o a personas con características que estimulen el deseo que provoca lujuria.
Lo primero que debes hacer para trabajar con la lujuria es reconocer que es un problema. Te darás cuenta de eso por las consecuencias de tu lujuria: si gastas dinero exageradamente por satisfacerla, si eres infiel a tu pareja, si deseando controlar el comportamiento o tus pensamientos lujuriosos te das cuenta de que, sencillamente, no puedes. Todos son indicios de que la lujuria es un poder contra el cual careces de voluntad suficiente y provoca desorden en tu vida.
La imaginación ocupa un papel importantísimo en la lujuria. Ella vive de la promesa de deleite y sin embargo, la satisfacción que se pretende con la lujuria nunca llega. Todo lo contrario, desencadena una sucesión infinita de medias satisfacciones que aumentan el deseo, a la vez que provoca dolor, angustia y sufrimiento en nuestra vida. La lujuria miente.
Para arrestar la lujuria se deben aplastar las fantasías en su infancia pues, una vez se desarrollan, adquieren un poder sobrecogedor que ocupa todo el espacio mental que, a su vez conducen, a comportamientos compulsivos. La vista es puente directo a la elaboración de la imaginación lujuriosa y que el control de ella debe ser prioritario.
La vigilancia es importantísima para una enfermedad que no tiene cura, como lo es la lujuria. Si eres propenso a la lujuria debes desarrollar un estado vigilante perenne. Esto no es tan difícil como parece.
Mediante el trabajo de los Doce Pasos y en particular, durante los inventarios personales, caí en cuenta de que tenía un problema con la lujuria en tanto, era propenso a relaciones extramaritales y fantasiosas. Estas relaciones, cuando las tuve, ocuparon mi mente obsesivamente, me llevaron a comportamientos insanos y causaron mucho daño. Pero más importante fue, que reconocí que las promesas placenteras propuestas por mis fantasías nunca fueron satisfechas y que al contrario, la lujuria solo me condujo al dolor.
Como resultado del Cuarto Paso, decidí controlar sobre todas las cosas la vista; ser fiel a la regla de las reuniones de “los nenes con los nenes y las nenas con las nenas” y; no fantasear con relaciones idealizadas. Esto me funcionó hasta que rompí la regla de cada sexo por su lado y desembocado entré en una relación poco saludable que me ocasionó grandes problemas. Ahí toqué fondo.
Desde entonces he mantenido la imaginación en su sitio sobre todo reconociendo que las fantasías y las idealizaciones son solo eso fantasías e ideas que prometen mucho pero producen poco. En verdad, las fantasías basadas en relaciones idealizadas son el camino al desastre.
Observando mi experiencia, esto fue lo que hice:
  1. Reconocí que tenía un problema con la lujuria y admití las consecuencias funestas que ella tenía para mi vida.
  2. Desarrollé un estado de vigilancia contra el estímulo de imágenes lujuriosas. Para ello desarrollé la práctica de los inventarios diarios y deoración y meditación.
  3. Evité a toda costa el germen de las fantasías. Me abstuve completamente de todo aquello que promovía la lujuria: imágenes, lecturas, conversaciones.
  4. Corté la fantasía de inmediato y reconocí su verdad y como se nutre del engaño. Puse la fantasía en perspectiva. Reconocí el daño que causaban sus falsas promesas y el sufrimiento que las acompañaban.
  5. Cuando caí en las garras de la lujuria, lo compartí de inmediato con otro ser humano, busqué ayuda, la saqué a la luz, ella se nutre de estar escondida.
La lujuria es un problema grave que no debemos subestimar. Su capacidad para hacer daño es inmensa. Lo peor es que para quienes padecen de adicciones, muchas veces la lujuria se convierte en el camino de vuelta a la recaída.
Imagen original por: Ickle Munhkin. Editada.

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