jueves, 22 de mayo de 2014

¿Cómo estar solo y sentirme bien?

Klly Maria Alvares Gonzales


Mejor estar solo que mal acompañado dice el refrán.... La realidad es completamente al revés, muchas veces preferimos estar mal acompañados que estar solos. ¿Qué ocurre con esto de estar solos? A veces es una circunstancia real otras es una sensación interior. Hay gente que le da miedo estar sólo, en su casa, por ejemplo. A otros quizás les da miedo estar solos a nivel de pareja, tienen miedo a envejecer solos sin alguien a su lado que les acompañe durante el camino. Incluso hay personas que aún estando acompañadas se sienten solas. Una cosa es vivir la soledad cuando nos apetece, y la otra es encontrarse cara a cara con la soledad y no poder sostenerla. ¿Cómo podemos pues, aceptar la soledad y llevarnos bien con ella? Sigue leyendo..... La soledad incómoda
¿Cómo estar solo y sentirme bien?

Mejor estar solo que mal acompañado dice el refrán.... La realidad es completamente al revés, muchas veces preferimos estar mal acompañados que estar solos. ¿Qué ocurre con esto de estar solos? A veces es una circunstancia real otras es una sensación interior. Hay gente que le da miedo estar sólo, en su casa, por ejemplo. A otros quizás les da miedo estar solos a nivel de pareja, tienen miedo a envejecer solos sin alguien a su lado que les acompañe durante el camino. Incluso hay personas que aún estando acompañadas se sienten solas. Una cosa es vivir la soledad cuando nos apetece, y la otra es encontrarse cara a cara con la soledad y no poder sostenerla. ¿Cómo podemos pues, aceptar la soledad y llevarnos bien con ella? Sigue leyendo..... La soledad incómoda

Hay que diferenciar entre la soledad física y la emocional, ambas pueden ser incómodas pero son diferentes. La soledad física, la mayoría de veces la huimos no queremos estar solos, ocupamos nuestra agenda y nuestra actividad diaria de muchas cosas para no tener que quedarnos sin compañía o para no sentir ese sentimiento de soledad. La soledad emocional, se puede dar mientras estás en el centro de la ciudad rodeada de gente, es una vivencia interior. Cuando no tenemos más remedio que afrontar la soledad incómoda, nos podemos cuestionar si no es perder el tiempo, esto de estar solo. ¿Qué es lo que tanto incomoda de la soledad? Esta incomodidad puede ser señal del miedo a encontrarnos con nosotros mismos, miedo de escuchar la voz interior, miedo de enfrentarnos con la propia verdad. Preferimos seguir deslizándonos por la superficie de la existencia, no ir a fondo para no comprometernos, no sea que después no pudiéramos echar marcha atrás. No podemos escapar de nuestra soledad, porque va implícita con nosotros. Bueno sí, en cierta forma si que podemos, y de hecho lo hacemos cuando ocupamos nuestro tiempo, ponemos la tele para sentirnos acompañados o escuchamos música para sentir que no estamos solos. El ruido, la interacción, las muchas imágenes nos dispersan y nos evitan pensar en aquello que realmente nos puede hacer sufrir.

La pregunta sería: ¿Qué cosa estás evitando enfrentar? Quizás es miedo a quedarte solo, miedo a enfrentarte al dolor, miedo a enfrentarte a tu realidad, que quizás no es como te gustaría que fuera. Si logras responder esta pregunta ya estás dando el primer paso para poder empezar a tolerar la soledad.

La soledad que apetece

Hay momentos que nos apetece estar solos y no encontramos el momento ni lugar. Pero cuando lo conseguimos, es un instante de goce y disfrute, como si algo se pudiera calmar en nuestro interior. Si escogemos pasar un momento de soledad, está bien poder aprender de ella, vivirla con toda su plenitud, si la vivimos de esta manera, nos permite tomar distancia, pensar, observar y reflexionar sobre nosotros mismos y sobre nuestra vida. ¿Quién no ha buscado un lugar tranquilo para pasear, una playa desierta para poder reflexionar consigo mismo y relajarse? Si podemos gozar de la soledad, luego será mucho más fácil disfrutar también de la compañía. Podemos buscar momentos del día, íntimos, donde podamos hacer un paréntesis, momentos para nosotros mismos que nos permitan darnos cuenta de la vida que llevamos, de qué necesitamos, de qué cosas queremos y qué cosas estoy evitando o rechazando sin darme cuenta.

Reconciliarse con la soledad

Estar solo no tiene que ser un estado permanente, sino que se puede alternar con la compañía. La soledad es un viaje sin vuelta atrás, de confrontación con nosotros mismo. Poco a poco veremos que al estar solos, no lo estamos tanto, y que estando con los otros tampoco perdemos nuestra soledad jamás, ya que perder nuestra soledad significa perdernos a nosotros mismos. Yo solo me tengo que a mí mismo, por el resto de mi vida.El resto de personas será compañeros de viaje, más largo o más corto, pero compañeros de viaje.

Algo que nos puede servir para paliar la soledad emocional y poder sostenerla mejor es imaginarnos a nuestros padres, detrás nuestro, dándonos fuerza y compañía, esta es una visualización muy potente, ya que si tenemos a nuestros padres juntos en nuestro corazón, de alguna manera nunca estaremos solos.

La soledad nos hace pensar en los pequeños vínculos, el tipo de vida que llevamos, nuestros proyectos, y frustraciones. Una ocasión para profundizar, ver los puntos débiles de cada uno y los recursos que disponemos.Si buscamos vivir y conocernos de manera profunda, esto implica reconciliarnos con nuestro sentimiento de soledad, comunicarnos con ella, sin huir ni escapar con pensamientos o distraccionesHay que diferenciar entre la soledad física y la emocional, ambas pueden ser incómodas pero son diferentes. La soledad física, la mayoría de veces la huimos no queremos estar solos, ocupamos nuestra agenda y nuestra actividad diaria de muchas cosas para no tener que quedarnos sin compañía o para no sentir ese sentimiento de soledad. La soledad emocional, se puede dar mientras estás en el centro de la ciudad rodeada de gente, es una vivencia interior. Cuando no tenemos más remedio que afrontar la soledad incómoda, nos podemos cuestionar si no es perder el tiempo, esto de estar solo. ¿Qué es lo que tanto incomoda de la soledad? Esta incomodidad puede ser señal del miedo a encontrarnos con nosotros mismos, miedo de escuchar la voz interior, miedo de enfrentarnos con la propia verdad. Preferimos seguir deslizándonos por la superficie de la existencia, no ir a fondo para no comprometernos, no sea que después no pudiéramos echar marcha atrás. No podemos escapar de nuestra soledad, porque va implícita con nosotros. Bueno sí, en cierta forma si que podemos, y de hecho lo hacemos cuando ocupamos nuestro tiempo, ponemos la tele para sentirnos acompañados o escuchamos música para sentir que no estamos solos. El ruido, la interacción, las muchas imágenes nos dispersan y nos evitan pensar en aquello que realmente nos puede hacer sufrir.
La pregunta sería: ¿Qué cosa estás evitando enfrentar? Quizás es miedo a quedarte solo, miedo a enfrentarte al dolor, miedo a enfrentarte a tu realidad, que quizás no es como te gustaría que fuera. Si logras responder esta pregunta ya estás dando el primer paso para poder empezar a tolerar la soledad.
La soledad que apetece
Hay momentos que nos apetece estar solos y no encontramos el momento ni lugar. Pero cuando lo conseguimos, es un instante de goce y disfrute, como si algo se pudiera calmar en nuestro interior. Si escogemos pasar un momento de soledad, está bien poder aprender de ella, vivirla con toda su plenitud, si la vivimos de esta manera, nos permite tomar distancia, pensar, observar y reflexionar sobre nosotros mismos y sobre nuestra vida. ¿Quién no ha buscado un lugar tranquilo para pasear, una playa desierta para poder reflexionar consigo mismo y relajarse? Si podemos gozar de la soledad, luego será mucho más fácil disfrutar también de la compañía. Podemos buscar momentos del día, íntimos, donde podamos hacer un paréntesis, momentos para nosotros mismos que nos permitan darnos cuenta de la vida que llevamos, de qué necesitamos, de qué cosas queremos y qué cosas estoy evitando o rechazando sin darme cuenta.
Reconciliarse con la soledad
Estar solo no tiene que ser un estado permanente, sino que se puede alternar con la compañía. La soledad es un viaje sin vuelta atrás, de confrontación con nosotros mismo. Poco a poco veremos que al estar solos, no lo estamos tanto, y que estando con los otros tampoco perdemos nuestra soledad jamás, ya que perder nuestra soledad significa perdernos a nosotros mismos. Yo solo me tengo que a mí mismo, por el resto de mi vida.El resto de personas será compañeros de viaje, más largo o más corto, pero compañeros de viaje.
Algo que nos puede servir para paliar la soledad emocional y poder sostenerla mejor es imaginarnos a nuestros padres, detrás nuestro, dándonos fuerza y compañía, esta es una visualización muy potente, ya que si tenemos a nuestros padres juntos en nuestro corazón, de alguna manera nunca estaremos solos.
La soledad nos hace pensar en los pequeños vínculos, el tipo de vida que llevamos, nuestros proyectos, y frustraciones. Una ocasión para profundizar, ver los puntos débiles de cada uno y los recursos que disponemos.Si buscamos vivir y conocernos de manera profunda, esto implica reconciliarnos con nuestro sentimiento de soledad, comunicarnos con ella, sin huir ni escapar con pensamientos o distracciones