Ocho años en recuperación y lloraba en la cama como el día en que me rendí. Sufrí una desilusión inmensa. Aposté todo por la recuperación de una compañera y fracasé. Tenía que soltar, rendirme, entregar pero luchaba, no se me hacía fácil. Por eso mi angustia. Tenía que aceptar que yo no dirijía la recuperación de otro, que eso era asunto del otro y de Dios.
Ver la recuperación de otro es un regalo inmenso pero no es tuyo
Conocí a V. en mi tercer año de recuperación. Estaba comprometido con el servicio y ella siempre me pedía ayuda. Después de cada reunión compartía con ella mi recuperación. Una tarde me confesó aspectos muy delicados sobre su vida y mientras ella hablaba vi a Jesús detrás de ella. En ese momento comprendí que Jesús quería que la ayudara y yo hice un compromiso con el Poder Superior: la ayudaría en todo.
Eventualmente nos casamos. Durante la convivencia vi una nueva vida desarrollándose frente a mi. Fue un proceso extraordinario. ¡El Programa de Doce Pasos funcionaba! El Poder Superior obraba en otro ser humano y una persona con buena disposición salía adelante aplicando los Principios Espirituales de la recuperación.
El programa transforma los problemas en lecciones y juntos podemos
Claro que hubo dificultades y tropiezos. Imposible crecer sin ellos. Pero éramos un buen equipo, compartíamos un lenguaje común de recuperación, unas herramientas que nos ayudaron a sobreponernos y a seguir como pareja uniéndonos en vez de separarnos por los problemas. Los problemas se transformaban el lecciones con las herramientas.
A los tres años de matrimonio V. quedó embarazada. Nueve meses después nació G., nuestra hija. Yo viví el cielo en la tierra verdaderamente. Experimenté lo que era seguir la voluntad de Dios y disfruté los máximos frutos del amor: una hija hermosa y saludable, la primera mía y una pareja que amaba creciendo junto a mi.
Hay problemas de otro que te afectan y tú no tienes la solución
Desde que nació mi hijita decidí cuidarla. Mi trabajo me permitía la flexibilidad necesaria y me quedé en casa con mi hija. La alimenté, la llevé al parque, la vi gatear, dar su primeros pasos, pronunciar sus primera palabra, “papá”.
Una tarde sonó el teléfono. Era la policía. Surgió una situación legal complicada que implicaba a V. Mi vida se desplomó en aquel instante. Comenzaron dos años horribles de terapias, de más problemas con las autoridades, de abogados, de funcionarios de gobierno pendientes a la salud de la menor que era mi hija. Corría peligro, me advirtieron, si no tomaba una decisión las autoridades podían tomar custodia de mi hija. No tenía control sobre el problema de V. sólo podía controlar mi decisión, el milagro de su recuperación no me pertenecía, tenía que asumir mi responsabilidad y no la de ella.
La recuperación del otro no está hecha a tu medida
Tuve que divorciarme. Por eso lloraba. Traté de salvar a alguien para Jesús, mi Poder Superior, intenté tener una familia producto de la recuperación y fracasé. Ese era mi punto de vista entonces, eso era lo que mi mente decía.
Eventualmente comprendí que no fue como mi mente decía. Ví los cinco años de relación con una óptica más balanceada y descubrí, después de un inventario, muchos aspectos positivos, regalos productos de mi relación con V. El más grande: ¡mi hija! Y no, no fracasé, dí el máximo de mi e hice lo que tenía que hacer y comprendí que los resultados le pertenecían a Dios.
Si eres fiel a los principios espirituales el Poder Superior estará contigo
Una noche, al salir de mi casa, un año después, una voz interior me dijo, “Has sido un siervo fiel. De ahora en adelante todo es para ti.” Al día de hoy no entiendo esa frase pero fue muy consoladora. ¿A que se refiere el “todo”? Aún no se.
Dime sobre tu experiencia con la recuperación de otro
¿Has sufrido como consecuencia de la recuperación de alguien que quieres? ¿Crees que es un problema de control? ¿Has podido desprenderte del deseo por controlar tu pareja o amig@? Comparte en los comentarios.
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