Amor incondicional: una experiencia que cambió mi vida totalmente.
Estaba aterrado ante el Quinto Paso. Terminé mi Cuarto Paso y tenía que compartirlo con mi padrino. Cuando hice el inventario no pensé en que lo escrito en el Cuarto Paso iba a ser compartido en el Quinto Paso. Estaba paralizado por la verguenza. ¡Eddie, mi primo y padrino se iba a enterar de que yo era aquello que había escrito! “¿Y si se lo dice a otros?”, me pregunté ¡Que verguenza!, añadí muy preocupado. El temor me acosaba.
Estaba aterrado ante el Quinto Paso. Terminé mi Cuarto Paso y tenía que compartirlo con mi padrino. Cuando hice el inventario no pensé en que lo escrito en el Cuarto Paso iba a ser compartido en el Quinto Paso. Estaba paralizado por la verguenza. ¡Eddie, mi primo y padrino se iba a enterar de que yo era aquello que había escrito! “¿Y si se lo dice a otros?”, me pregunté ¡Que verguenza!, añadí muy preocupado. El temor me acosaba.
Tus secretos tienen que salir a la luz para liberarte del poder que tienen sobre ti
Sabes Tú que hice el Quinto Paso sólo porque estaba rendido y sin reservas. Acordé con Eddie una hora y un día a la semana para reunirnos. Llegado el día me senté frente a él, hicimos una oración y comencé a leer el Cuarto Paso. Estuve una hora así. Terminó la reunión, Eddie me dió un abrazo y me despidió. De vuelta a casa mis pensamientos no cesaron. ¿Qué pensará Eddie de mi?, me pregunté una y otra vez. El temor era insistente.
Repetimos esa rutina semanalmente por unos tres meses. A veces el miedo y la verguenza me ganaron y me inventé excusas para no ir y compartir con Eddie el inventario. No dejó de ser incómodo nunca y sin embargo seguí a pesar de mi temor, con el Quinto Paso. La rutina no varió: hacíamos una oración, yo leía, llegada la hora Eddie me despedía con un abrazo y yo, ¡muerto de miedo de vuelta a casa!
Eddie nunca habló mientras yo leí. Sólo escuchó. Pasé tres meses, una vez a la semana leyendo frente a él mi Cuarto Paso y aquel hombre, ¡no dijo nada! El último día pensé que si eso era el Quinto Paso, era una soberana pérdida de tiempo pero leí como acostumbraba, llegué al último punto, mire a Eddie y se sonrió. “¿Terminaste?”, me preguntó. “Sí”, contesté. Me abrazó más fuerte que nunca y me dijo “Te quiero.”
Sabes Tú que hice el Quinto Paso sólo porque estaba rendido y sin reservas. Acordé con Eddie una hora y un día a la semana para reunirnos. Llegado el día me senté frente a él, hicimos una oración y comencé a leer el Cuarto Paso. Estuve una hora así. Terminó la reunión, Eddie me dió un abrazo y me despidió. De vuelta a casa mis pensamientos no cesaron. ¿Qué pensará Eddie de mi?, me pregunté una y otra vez. El temor era insistente.
Repetimos esa rutina semanalmente por unos tres meses. A veces el miedo y la verguenza me ganaron y me inventé excusas para no ir y compartir con Eddie el inventario. No dejó de ser incómodo nunca y sin embargo seguí a pesar de mi temor, con el Quinto Paso. La rutina no varió: hacíamos una oración, yo leía, llegada la hora Eddie me despedía con un abrazo y yo, ¡muerto de miedo de vuelta a casa!
Eddie nunca habló mientras yo leí. Sólo escuchó. Pasé tres meses, una vez a la semana leyendo frente a él mi Cuarto Paso y aquel hombre, ¡no dijo nada! El último día pensé que si eso era el Quinto Paso, era una soberana pérdida de tiempo pero leí como acostumbraba, llegué al último punto, mire a Eddie y se sonrió. “¿Terminaste?”, me preguntó. “Sí”, contesté. Me abrazó más fuerte que nunca y me dijo “Te quiero.”
El amor incondicional liberara tu humanidad
Lloré de vuelta a mi casa. Sabes Tú que jamás me habia sentido tan querido y amado como me sentí aquella tarde. Poco a poco comprendí, según pasaron los días, que Eddie con su silencio me comunicó su aceptación total. Mis “defectos” no me alejaron de su amor. Mi humanidad, con sus luces y sombras, toda ella, la acogió con su sonrisa y su abrazo. ¡Ese era el amor incondicional!
Poco a poco comprendí que Tu amor se encarnó en Eddie para mi.
Al experimentar muestras de amor incondicional en las reuniones de Doce Pasos y con mi padrino, aprendí a aceptarme un poco más y comencé a ver el jucio como una gran mentira basada en mis espectativas de perfección y en el rechazo a mi humanidad. Así, el juicio junto con la verguenza y el temor, pasó a ser otro defecto de carácter más a ser incorporado al Sexto Paso y el amor sin límites la herramienta más efectiva contra el temor.
Foto original por: Maya Ibuki (editada)
Lloré de vuelta a mi casa. Sabes Tú que jamás me habia sentido tan querido y amado como me sentí aquella tarde. Poco a poco comprendí, según pasaron los días, que Eddie con su silencio me comunicó su aceptación total. Mis “defectos” no me alejaron de su amor. Mi humanidad, con sus luces y sombras, toda ella, la acogió con su sonrisa y su abrazo. ¡Ese era el amor incondicional!
Poco a poco comprendí que Tu amor se encarnó en Eddie para mi.
Al experimentar muestras de amor incondicional en las reuniones de Doce Pasos y con mi padrino, aprendí a aceptarme un poco más y comencé a ver el jucio como una gran mentira basada en mis espectativas de perfección y en el rechazo a mi humanidad. Así, el juicio junto con la verguenza y el temor, pasó a ser otro defecto de carácter más a ser incorporado al Sexto Paso y el amor sin límites la herramienta más efectiva contra el temor.
Foto original por: Maya Ibuki (editada)
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