viernes, 29 de noviembre de 2013

El enfermo se miente a sí mismo no miente al familiar,

pero tanta fe y convicción tiene en ello que el familiar llega a creerse también la película. Y al mentir pasa de ser el creador de un mundo a ser dominado por él y entonces es cuando mentimos por necesidad, por enfermedad.
En otro relato contaba que había un señor ciego durante las últimas décadas, y un especialista le afirma que puede curarle, pero la mujer se opone porque se sentía vieja y fea.
Al principio los familiares nos creemos las mentiras porque bueno, tenemos confianza en él. Conforme avanza la enfermedad vamos reflexionando,nos planteamos, nos cuestionamos, dudamos, pero no, nuestro familiar no, él no consume, él no abusa, él no es un enfermo. Nos ponemos una venda muy grande delante de los ojos para no ver la cruda realidad, ¡POR QUÉ?, pues simplemente para evitar el sufrimiento, el dolor de afrontar una enfermedad. Mientras los familiares siguen con la venda el enfermo continúa construyendo su mundo que cada vez es mayor y que avanza a pasos temibles.
Hay veces que el familiar no llega a ponerse la venda, otras la venda les dura poco y en otras muchas familias continúa con la venda hasta que se da ese momento en que todo cambia. Por un accidente, una agresión, una fuga, un engaño, un día en que el familiar respira hondo, toma impulso y comienza a luchar. Es cuando vienen los enfrentamientos y las discusiones con el fin de hacerles ver la realidad que no quieren aceptar. Cuando nos cansamos pasamos a la indiferencia, a la impotencia y a la indecisión. Y por último terminamos en el desasosiego y en el abandono.
Es triste pero suele ser así,por desgracia lo mas frecuente.