martes, 29 de octubre de 2013

Camarero por favor, ración doble de frustración a la plancha.



En muchas ocasiones durante mi vida me he sentido frustrado por no conseguir aquello que me había propuesto, por sentir ese amargo sabor que recorre cada célula de tu cuerpo y se regodea ampliamente en el estomago produciendo una sensación realmente desagradable. Hasta aquí, creo que es lo mismo que le pasa a la mayoría de los mortales. Pero a mí en particular estas sensaciones, situaciones y emociones, me transportaban a otro nivel, al nivel donde mi "enanito"(craving) era el tío más feliz del mundo, donde se hacía fuerte y se sentía importante, donde mi voluntad, por llamarlo de alguna manera, se rendía sin apenas luchar y donde utilizando la frase de Sun Tzu "Rendir al enemigo sin combatir, es la excelencia de la habilidad", yo me rendía y entregaba las puertas de la ciudad.

Muchas han sido las ocasiones en las que mi baja tolerancia a la frustración (BTF) ha ayudado a que consumiese a discreción. Me abanderaba con el ya famoso y mil veces usado entre los adictos "pobrecito de mí" y capitaneaba la cruzada de que nada me sale bien y que los demás tienen mucha suerte y yo no.

En fin, excusas de mal pagador que diría mi abuelo, pero es una realidad, que así funcione durante muchos años y con el paso de los mismos y al conseguir recuperarme, me di cuenta de la importancia que tiene gestionar mis emociones y educarme a nivel emocional.

Los adictos no solo estamos mal física y psicológicamente sino también y mucho emocionalmente, ya que , los tóxicos interrumpen nuestro proceso de maduración y sobre todo, en personas que han empezado a consumir desde jóvenes, como es mi caso, no hemos podido aprender a vivir, con todo lo que ello conlleva, a frustrarnos y superarlo, a trabajarnos la autoestima, a adquirir valores puros y no intoxicados, a todo eso que cualquier persona que no haya usado tóxicos a los niveles que los adictos lo hacemos, llegan a través del aprendizaje que la vida te va ofreciendo mientras la vives.

Por supuesto que lo primero es estar abstinente de cualquier toxico y a través de la psicoterapia, tanto grupal como individual, ir dando pasitos y subiendo escalones, pero además, al menos a mi me paso, hay que ensuciarse las manos y ponerse a escavar en todo aquello que la adicción fue tapando y sustrato tras sustrato dejo bien lejos de la superficie.
Camarero por favor, ración doble de frustración a la plancha.


En muchas ocasiones durante mi vida me he sentido frustrado por no conseguir aquello que me había propuesto, por sentir ese amargo sabor que recorre cada célula de tu cuerpo y se regodea ampliamente en el estomago produciendo una sensación realmente desagradable. Hasta aquí, creo que es lo mismo que le pasa a la mayoría de los mortales. Pero a mí en particular estas sensaciones, situaciones y emociones, me transportaban a otro nivel, al nivel donde mi "enanito"(craving) era el tío más feliz del mundo, donde se hacía fuerte y se sentía importante, donde mi voluntad, por llamarlo de alguna manera, se rendía sin apenas luchar y donde utilizando la frase de Sun Tzu "Rendir al enemigo sin combatir, es la excelencia de la habilidad", yo me rendía y entregaba las puertas de la ciudad.

Muchas han sido las ocasiones en las que mi baja tolerancia a la frustración (BTF) ha ayudado a que consumiese a discreción. Me abanderaba con el ya famoso y mil veces usado entre los adictos "pobrecito de mí" y capitaneaba la cruzada de que nada me sale bien y que los demás tienen mucha suerte y yo no.

En fin, excusas de mal pagador que diría mi abuelo, pero es una realidad, que así funcione durante muchos años y con el paso de los mismos y al conseguir recuperarme, me di cuenta de la importancia que tiene gestionar mis emociones y educarme a nivel emocional.

Los adictos no solo estamos mal física y psicológicamente sino también y mucho emocionalmente, ya que , los tóxicos interrumpen nuestro proceso de maduración y sobre todo, en personas que han empezado a consumir desde jóvenes, como es mi caso, no hemos podido aprender a vivir, con todo lo que ello conlleva, a frustrarnos y superarlo, a trabajarnos la autoestima, a adquirir valores puros y no intoxicados, a todo eso que cualquier persona que no haya usado tóxicos a los niveles que los adictos lo hacemos, llegan a través del aprendizaje que la vida te va ofreciendo mientras la vives.

Por supuesto que lo primero es estar abstinente de cualquier toxico y a través de la psicoterapia, tanto grupal como individual, ir dando pasitos y subiendo escalones, pero además, al menos a mi me paso, hay que ensuciarse las manos y ponerse a escavar en todo aquello que la adicción fue tapando y sustrato tras sustrato dejo bien lejos de la superficie.

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