lunes, 10 de junio de 2013

Me parece precioso y profundo,me gusta.

Joel Lucero
Cuando hay palabras que no dicen nada hay que borrarlas por que quitan silencio a otras

El camino del alma que busca al padre perdido

Esta búsqueda conduce a un camino que se dirige hacia el agua, a ese espejo oscuro que esta en su base.
Quien a elegido por si el estado de pobreza espiritual ha alcanzado el camino del alma que conduce al agua. Esto no es entonces una expresión metafórica sino un simbolismo viviente de la oscura psique.
Por eso es necesario el descenso hasta el lago para provocar el milagro de la vivificación del agua.
El halito del espíritu que sopla sobre ella es empero inquietante como todo aquello que se desconoce, donde el hacedor del miedo llega hasta ti, como una ráfaga de viento frió y tu te estremeces.
Quien desciende a lo inconciente cae en la estrechez de la subjetividad egocéntrica y en ese callejón sin salida queda librado al asalto de las alimañas que se supone albergan las cavernas del inframundo psíquico.
Es cierto que quien mira en el espejo del agua, ve ante todo su propia imagen. El que va hacia si mismo corre el riesgo de encontrarse consigo mismo. El espejo no favorece, muestra confidelidad la figura que en el se mira, nos hace ver ese rostro que nunca mostramos al mundo, porque lo cubrimos con la persona, la mascara del actor. Pero el espejo esta detrás de la mascara y muestra el verdadero rostro. Esa es la primera prueba del coraje en el camino interior, una prueba que basta para asustar a la mayoría, pues el encuentro consigo mismo es una de las cosas mas desagradables y el hombre lo evita en tanto puede proyectar todo lo negativo sobre su mundo circundante, para no ver y soportar el saber que tiene su propia sombra, esa parte viviente de la personalidad y que quiere entonces vivir de alguna forma.
Hay que llegar a conocerse así mismo para saber quien es uno. Estamos en un mundo donde yo soy inseparablemente esto y aquello, donde yo vivencio en mi al otro y el otro me vivencia en mi como yo.
Objetividad amplia como el mundo y abierta al mundo, soy objeto de todos los sujetos en una inversión total de mi conciencia habitual en la que siempre soy un sujeto que tiene objeto. Allí estoy en tal medida incorporado a la mas inmediata compenetración universal, que con toda facilidad olvido quien soy en realidad. “Perdido en si mismo”.

Por eso hay que saber quien es uno, donde solo hay un camino, que te conduce a las cavernas para adentrarse en ese rió subterráneo que corre dentro de nosotros mismo.

Silencio que el ruido contamina


Joel Lucero

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