Se llega a la
conclusión de que de todas las terapias ensayadas para ayudar a los fumadores a
abandonar el tabaco, ninguna había tenido tanto éxito ni poder de convicción
como el infarto de miocardio. En efecto a tenor de las estadísticas que me
mostró y que demuestran que ninguno de los métodos empleados habitualmente
alcanza una tasa de efectividad de más de un 25 % al cabo de un año y no llega
al 10 % después de tres años por el alto número de individuos que aunque
consiguen abandonar temporalmente el tabaco, éste arraiga en lugares tan
recónditos del carácter tabaquista que reinciden impulsados por los múltiples
estímulos publicitarios que les tientan constantemente a consumir esta droga
legal cuya nocividad nadie discute actualmente.
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Ni siquiera la angina de pecho, que es ese dolor lacerante y transitorio que
constituye un aviso previo de que puede producirse un verdadero infarto de
miocardio obtiene tan buenos resultados en la clasificación de motivos que
animan a abandonar el tabaco, aunque ocupa la segunda posición, seguida a corta
distancia por el embarazo, con una notable curiosidad: cuando en la pareja los
dos componentes son fumadores, el varón suele continuar fumando sin sentirse
obligado por solidaridad con su futuro hijo ni con la mujer que sí suele
abandonar el hábito, aunque el índice de recaída posterior continúa siendo
bastante alto, pero así nuestras futuras mamás aunque hayan dejado de inhalar
su propio humo, se convierten en fumadoras pasivas.

Como el tema me interesó estuve leyendo los datos del Sistema Nacional de Salud, que permiten afirmar con rotundidad que frente a
cualquier procedimiento quirúrgico con anestesia la tasa de éxito es superior
en sujetos no fumadores y su propia interpretación de este hecho incuestionable
se basa en la sospecha de que los pacientes que eran fumadores antes de entrar
en el quirófano, cuando salen de él, deben enfrentarse a una recuperación
lastrada por el trauma y estrés que supone el abandono de la nicotina que en
ningún caso se suministra en los centros hospitalarios y que hace que el
paciente se enfrente al síndrome de abstinencia y el decaimiento que le
acompaña perjudicando sus expectativas de recuperación de la intervención.

También señalar que en el Reino Unido de la Gran Bretaña e
Irlanda del Norte, vecinos y maestros nuestros en muchas cosas, directamente se
excluye de la lista de futuros trasplantes de corazón a los pacientes que no
abandonen el hábito de fumar con suficiente antelación para no enfrentarse al
síndrome de abstinencia después de recibir el órgano, pues en ese caso las
expectativas de éxito y supervivencia no aumentan con el trasplante sino que
incluso disminuyen.
Hace
algunos años un ciudadano británico fumador recalcitrante y enfermo coronario
llevó a los tribunales al Sistema Sanitario Británico de Salud por vetarle la
posibilidad de recibir un corazón trasplantado al negarse el sujeto a dejar de
fumar como se solicita en el protocolo para posibles receptores de corazón y
destinar el que le hubiera podido corresponder a otro paciente que lo
aprovechará estadísticamente mejor que el litigante.
No sabemos que resultado hubiera tenido el pleito ya que el sujeto falleció y
su familia y derechohabientes desistieron de la demanda, privándonos de conocer
la decisión que hubieran tomado en este caso los tribunales británicos, aunque
todo hace suponer que hubiera sido desfavorable para el enfermo.
Ahora cada
uno debe reflexionar y tener en cuenta la experiencia aportada y recopilada por
otros para proteger la vida propia y ajena de los ataques de esta mortífera
bestia y una precaución básica es no proporcionarle pistas sobre nuestro
paradero produciendo esas señales de humo que sin duda alguna es una de las
cosas que atraen sus preferencias a la hora de elegir víctimas que llevarse a
la estadística.


Y ya sabéis, si fumáis mirad de vez en cuando a vuestro alrededor, como hago yo, para estar
prevenidos cuando el lobo coronario ruja a vuestra espalda anunciando que
vuestra vida está a punto de cambiar.... suponiendo que sobrevivamos a su
ataque, claro.
Yo voy a reflexionar y os invito a hacerlo vosotros... Buen fin de semana y saludos.
Yo voy a reflexionar y os invito a hacerlo vosotros... Buen fin de semana y saludos.