viernes, 7 de marzo de 2014

Hay palabras que mas que hablarse, buscan el silencio para revelarse

 Joel Lucero

Somos como niños en el cuento de kafka, muertos por haberse dejado enterrar en una caja cuya tapa nadie se preocupa por levantar.
“En mi casa, por la noche, buscaba el amor de mi alma. Lo busque y no lo encontré, me levante y recorrí la ciudad por las calles y las plazas buscando el amor de mi alma”.
El ser humano es un “Ser” arrojado a su futuro, la existencia. Ese futuro se construye con lo que nos paso en la vida , donde en este proceso, no tenemos otra cosa que un conjunto de recuerdos, de vínculos, de anhelos, de vacíos, fracasos, de esperanzas y con eso armamos nuestro proyecto de vida , por lo que lo arrojamos hacia delante y decimos “yo quiero hacer eso” que seria ser eso. La historia de vivir nos lleva a transitar por cuatro etapas evolutivas, el niño que fuimos, pensaba de una manera, tenia cierta manera de estar a través del juego y de lo imaginario. El joven que también tuvo otra manera de ver el mundo que incluye la sexualidad, la pareja, la transgresión, el sentirse individuado. Luego nos transformamos en otro que es el adulto, y por ultimo la vejez donde surge el tema muerte, que siempre angustia. Donde uno se cuestiona talvez lo vivido o el porque de las cosas, será porque no sabemos a donde vamos?, Porque no sabemos de donde venimos, donde comenzamos a sentir el vértigo del vacío. Vacíos comenzamos a escapar tratando de cubrir el hueco de nuestra existencia, sabernos no escuchado, no duele y el eco de nuestras quejas nos ensordece, querer ser uno mismo se interioriza como culpa, se exterioriza como queja, para poder escuchar y discernir el susurro que habla desde lo  profundo, es necesario callar las miles de preguntas con las que ahogamos las respuestas.
Profundamente en su interior, el hombre anhela inconcientemente y temerosamente, temeroso de admitirlo, unificar el haz de sus días en esa plenitud. Llenar se llena desde adentro desde afuera se apila, nada se unifica.
Reducido en la estrecha red de los pensamientos de esa ausencia de unidad, siente ese llamado que le habla como un vacío, como una llaga que pide ser calmada, atendida y escuchada, un reclamo de unidad, una vos que el hombre sepulta.
Reconocer el paso ultimo de la integración como hombre, es reconocer la existencia de Dios el desarraigo que genera la razón con la que se edifica la soledad al no lograr dicha integración.
Pues habría que recordar que esta ansia existencial de lo contingente por lo absoluto se basa todavía en una necesidad y es una forma de pasión espiritual, un impulso ciego.
Hay una muerte y una resurrección, el hombre vuelve de nuevo a la vida transformado e iluminado, es como el viejo sabio, compasivo vuelve al lugar del mercado a salvar a todos los seres sensibles ahora su amor es un nuevo amor y él es un hombre nuevo, una nueva creación, algo ha muerto algo nuevo a nacido.
Ès parte del proceso de integración cuando se llega a dicha madurez una se da cuenta que giro sobre si mismo no dando paso a esa corriente afectiva como salud mental y espiritual de sujeto desintegrado a sujeto integrado en una unidad. 

                                                                                          


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