viernes, 10 de enero de 2014

BUSQUE A SU PADRE Y PERDONELO, NO SABIA LO QUE HACIA.......

Dimac Familia
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Por ejemplo, un niño que haya vivido rechazos, seguirá buscando a su padre y seguirá encontrando figuras paternas rechazantes; es su destino aprendido. El adagio lo recuerda también: "Uno no busca quién se la hizo sino quién se la pague".
De ahí la clave del slogan mencionado al inicio; busque a su padre y perdónelo. Por supuesto que no se habla ahora del padre real, la figura externa, sino al que se dio forma en el mundo interno y que molesta y mueve la actuación neurótica.
Es preciso "buscarlo" en el interior de cada uno, hacer una pesquisa de aquellas huellas y resarcirlas allí, donde están vivas. Biro y Cueli (1978) lo han demostrado en uno de sus trabajos de psicocomunidad: que la falta de perdón de los hijos a lo que sintieron de sus padres, es el camino a perpetuar de generación en generación, los mismos "pecados".
Este perdonar propuesto NO consiste únicamente en olvidar las ofensas; en su lugar, se trata de realizar un esfuerzo elaborativo de comprensión de los móviles inconscientes que empujaron a alguien, a hacer algo que devino en daño para otro.
Se hablaba antes de las fantasías inconscientes que puede suscitar un evento. Se trata de pequeñas historietas que se despiertan por fenómenos externos y que alimentan fuerzas inconscientes; así, se construyen causas ficticias para efectos reales.
Un ejemplo de lo anotado podría ser un lactante con hambre. Al llorar, "demuestra" su necesidad, Si NO aparece la madre para saciar el deseo de inmediato, el chico vive una pequeña frustración. En las primeras etapas de la vida, no existen (en la mente infantil) las nociones de tiempo y espacio reales del adulto. De tal suerte, si la madre no está, es —para el infante— como si no existiera, como si se hubiera muerto.
Una fantasía inconsciente que se puede formar el niño en ese caso, es la siguiente: "no me dan de comer, porque soy malo, me están castigando". Una "explicación" que se puede dar a sí mismo, a la falta de satisfacción de su necesidad.
Si el evento se repite (por ejemplo, por una madre poco solícita en la atención del hijo), la explicación esgrimida ("soy malo") va ganando fuerza hasta hacerse la única verdad que el niño acepte. Resultado: irá por el mundo con un deseo insatisfecho que pugna por satisfacción; con un sentimiento de culpa muy activo y con un aprendizaje de rechazo, que podrá repetir neuróticamente y de modo inconsciente; buscará una y otra vez ser castigado por aquella falta imaginaria, que se construyó para explicar la ausencia de afecto.
Prácticamente cualquier intercambio emocional entre padres e hijos es un disparador de fantasías inconscientes. Sobreviven solamente las fantasías que son una y otra vez alimentadas, reiteradas, estimuladas por actuaciones repetidas de los padres.
En ese orden de ideas, se ha cambiado el concepto de "trauma". Antes se creía que eventos graves, aislados, podían marcar definitivamente a una persona; hoy se sabe que un hecho aislado no significa casi nada; pero si tal hecho se reitera o sus significados son representados de diversas maneras, el trauma llega a adquirir cuerpo.
Por ejemplo, la vivencia de rechazo para un hijo, puede surgir de que un padre le diga directamente al hijo: "no te quiero”. También puede originarse en manifestaciones más sutiles como lo indiferencia o la simple dificultad del padre para manifestar cariño; existen padres muy “secos”, serios, poco comunicativos; sus hijos pueden vivir esto como u n rechazo y –a partir de allí-- desencadenar sentimientos de amargura, frustración, desengaño, y rencor; la falta de expresión de dichos sentimientos, tiende a dejar al individuo que los sufre con un deseo vindicativo.
En lo inconsciente, se puede gestar la fantasía "no me quiere me voy a vengar” Y ¿cómo es la venganza? Por desgracia, suele actuarse contra los propios hijos en la siguiente generación, y si no es así por el sentimiento de la CULPA, la mejor manera de vengarse es adquiriendo una adicción para destruirse a si mismo por ser "tan malo" y merecer ese castigo.

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