domingo, 24 de noviembre de 2013

VIDAS ADICTIVAS

Gabriela Jost

Cada persona es libre de escoger de qué manera quiere vivir. Sin embargo, muchas veces no nos damos cuenta y escogemos el peor camino, ya sea por miedo o por desconocimiento.

Una mala elección es el camino de la adicción, explica la psicóloga María Antonieta Solórzano, autora del libro Vidas adictivas.

"Esta vida es la que se sostiene gracias a las costumbres, hábitos, reglas y compromisos tóxicos que crean dependencia", asegura María Antonieta.

Las primeras etapas de este camino se pueden confundir con lo que llamamos "la vida normal", pues son silenciosas y engañosas.

En pocas palabras, la vida adictiva es aquella en la que se vive para consumir, es decir, aquellos que no pueden dejar de comprar, de trabajar, excitarse o emborracharse, o que se apegan a las personas aunque saben que no les hacen bien.

Por qué la adicción
La mayoría de las veces las personas se vuelven adictas a una persona, sustancia o actividad, con el fin de evadir la sensación de vacío interior, ya que inconscientemente creen que sus recursos internos son insuficientes para solucionar sus problemas.

Estas personas perdieron el control propio y recurren a sustancias, actividades y relaciones que los hacen aislar del sufrimiento.

Por lo general, pensamos que eso no nos puede pasar a nosotros, pero "cualquiera vive adictamente si se involucra en situaciones que le hacen daño y que había prometido evitar, es decir, cuando el propio deseo está en contra de la voluntad", dice María Antonieta.

Tipos de adicciones
"Carolina Vélez, una joven de 25 años, preocupada por no caer en una de las adicciones que le ofrece su entorno social, dice que "la tendencia es creer que uno solo se vuelve adicto a lo material, a las sustancias tóxicas como el alcohol, el cigarrillo o las pepas, y nunca se preocupa por lo demás".

La realidad es otra, pues una vida adictiva incluye muchas otras cosas, entre ellas las relaciones interpersonales.

"En las familias, por ejemplo, esto se puede ver cuando hay episodios que gustan y disgustan", escribe María Antonieta en su libro. Esto se refiere a las parejas que se golpean y se reconcilian al rato, padres que se alejan y regresan meses después pidiendo perdón y muy arrepentidos, confianza en un ser querido, pero miedo a su reacción; y sufrimiento con experiencias negativas de una relación, pero repitiéndolas una y otra vez.

Quién es un adicto
Muchos jóvenes, o hasta lo adultos, se escudan en la teoría de que no son adictos porque no consumen todos los días, pero aunque solo lo haga esporádicamente, el solo hecho de vivir para controlar el consumo de algo, ya lo hace un adicto, tenga éxito o no.

La negación
La mayor dificultad es reconocer íntima y públicamente que el consumo es compulsivo y al negar su situación hace más difícil la solución del problema.

Por lo general utilizan frases como "yo sé lo que hago y hasta donde llego", "todos mis amigos son iguales o peores", "cómo me piden que lo deje si yo tampoco soy perfecto".

Los más propensos
Aunque no siempre es una regla, hay personas que pueden caer más fácil en una adicción. Éstas son aquellas que tienen una predisposición genética, que viven en un entorno que privilegia las relaciones de dependencia, que en su infancia vivió con un adulto adicto, que atravesó por duelos o enfermedades o los que vivieron con violencia o abuso emocional y sexual.

Como salir de ahí
Cuídese de no caer en el camino adictivo fortaleciendo su autonomía y especialmente su autoestima, ya que estos son los escudo más fuertes, y en caso de hacerlo no se aferre a la negación, busque ayuda y apoyo de su círculo social para salir de ese nocivo camino.

Cómo se reconoce a un adicto
1 Deseo intenso de consumir
Esta intensidad varía mucho según el nivel en el que el consumo ha invadido la cotidianidad de cada una de las personas.

En este caso, los adictos se ven muy desesperados y ansiosos por consumir la sustancia química y tóxica a la que son adictos, sin importarles en lugar estén.

Además todo el tiempo demuestran una gran necesidad por desempeñar aquellas actividades, como salir de compras, que a veces les resultan tan dañinas, o a estar cerca de sus parejas o de esas relaciones afectivas que tanto les afectan sin tener en cuenta que hay momentos en los que se deben concentrar en otros asuntos.

2 Dificultad para controlarse
Aunque no sea algo que hagan diariamente, los adictos muestran una clara dificultad para controlar dichas sustancias.

Por ejemplo, un alcohólico no puede parar de beber en una fiesta hasta que ya no está lo suficientemente borracho y lo mismo un drogadicto, aunque no tenga que consumir todos los días.

Los adictos al trabajo no pueden dejar de hacerlo ni los días de descanso y todo el tiempo hablan y piensan en eso.

Con las relaciones afectivas es lo mismo, no pueden estar con otra gente o hacer actividades diferentes.

3 índrome de abstinencia
Este es el síndrome que muchas veces se manifiesta en el temperamento y en la ansiedad de la persona, y que aparece, ya sea cuando utilizan la sustancia para evitar los síntomas, cuando la disminuyen en gran cantidad o cuando la intentan detener para dejarla del todo.

En el afecto, sucede algo muy parecido, ya que los adictos a otras personas sienten como si se fueran a morir y hasta llegan a perder toda la energía de su cuerpo si descubren una amenaza de abandono o concluye la relación de la que tanto dependen.

4 Necesidad de mayores cantidades
En este caso los adictos empiezan a pedir más cada vez y necesitan ingerir más de la sustancia tóxica que consumen para alcanzar los mismos efectos originales que se producían con dosis más pequeñas al principio cuando se enviciaron, pues su tolerancia al producto va aumentando y el efecto se demora más para aparecer en su cuerpo.

En el ámbito de lo amoroso, siguen manteniendo vivas sus relaciones o actividades dañinas, únicamente gracias a los recuerdos de los primeros momentos, que en realidad fueron bonitos y normales, y no pierden la esperanza de volver a vivirlos igualitos y con esa misma pareja.

5 Renuncia a otras fuentes de placer
Estas personas llegan a tal punto de su adicción, que prefieren renunciar a otras fuentes de placer y diversión distintas a la sustancia o a la actividad y en ocasiones extremas hasta llegan a dejar su puesto de trabajo o su estudio. Incluso le dedican más tiempo a su búsqueda y tarda más en recuperarse de sus secuelas.

Respecto a las relaciones interpersonales, llega el momento en que solo pueden vivir para esas personas de las que dependen o en el peor de los casos para controlarla, pues esta adicción trae con sigo los celos descontrolados.

6 Siguen a pesar de las consecuencias
Los adictos son personas que aunque tengan pleno conocimiento de las diferentes consecuencias tan perjudiciales inducidas por estas sustancias o por las actividades que realizan, no dejan de consumirlas nunca, ni mucho menos cuando otras personas tratan de prevenirlas al respecto.

En la parte afectiva, aunque esta convivencia tóxica tenga graves consecuencias en su salud metal o física, o en su bienestar económico y social, no se aíslan ni se liberan de ellas fácilmente.

En esta situación solo se engaña el adicto y cuando toca fondo culpa a los demás.

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