miércoles, 25 de julio de 2012

Identifiquemos todo aquello que produce tibieza y frialdad y desechemos todas esas cosas para no ser reprobados.


Marginado Cazador Cazado


"Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la verg:uenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias." (Apocalipsis 3:14-22)

"El que tiene oídos, oiga" Esta frase se repite una y otra vez en la Biblia. Es una invitación a prestarle atención a lo que el Espíritu habla y tomar una acción inmediata en obediencia. Es no permitir que nuestros intereses, deseos ni egoísmo creen una barrera entre la voluntad de Dios y nuestras obras. Es atender la voz de Dios y actuar con urgencia el mandato. "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias." (Apocalipsis 3:14-22)

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