lunes, 17 de noviembre de 2014

CONTROLAR LOS IMPULSOS.

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Foto: CONTROLAR LOS IMPULSOS.

Las personas que tienen dificultades para controlar sus impulsos se encuentran incapaces de dejar de hacer algo que les es imposible no hacer --- aunque sepan que no deben hacerlo o que haberlo hecho, resulte perjudicial para sí mismos o los demás.
En las adicciones (alcohol, drogas, tabaco, juego, gastar el dinero, sexo) el adicto se siente impulsado a beber, fumar, jugar, comer, y lo que sea, siéndole imposible encontrar la manera de dejar de hacerlo.
Tiene que obedecer su impulso y satisfacerlo aunque, hacerlo, le duela más a largo plazo.
De acuerdo a lo que hemos comentado en el apartado de la psicoterapia psicoanalítica, para entender porqué estas personas no son capaces de "resistir sus impulsos" tenemos que observar qué está pasando por sus mentes en ese momento y qué se están diciendo a sí mismos --- ya que son pensamientos los que regulan la conducta. Pensamientos que siempre se originan en el pasado dinámico de los conflictos reprimidos. Por ejemplo, antes de abrir la puerta de casa y salir a la calle, hemos pensado algo parecido a "se antoja salir a dar una vuelta" o "voy a la tienda de la esquina". Sin embargo, a menudo sucede que las personas tienen la sensación de que no han pensado nada. Simplemente sienten la "necesidad" de fumarse un cigarrillo o beberse un vaso de vino. Esto es debido a que este tipo de pensamientos aparecen de forma rápida y automática, pudiendo conformar patrones de reacción aprendidos en la infancia. Es decir, forman parte del modo particular que tiene cada persona de ver el mundo.
Ese modo particular de ver el mundo en que se vive, se construye en la infancia como resultado de la interacción de las fuerzas del entorno con las agencias emocionales que regulan nuestras mentes.
A veces, pueden surgir como respuesta a una necesidad fisiológica. Por ejemplo, si alguien tiene la sensación de hambre, lo primero que piensa es "tengo hambre". Después evalúa lo que eso significa y toma una decisión respecto a cómo actuar. En función de cuál haya sido esta decisión actuará de un modo u otro. Es decir, si piensa "voy a comer ahora mismo, aunque me engorde y sea por el mero placer de hacerlo" irá derecho a la nevera. Si piensa "voy a esperar hasta la hora de cenar; puedo aguantar el hambre perfectamente, no comeré el azúcar", su conducta será muy diferente. Y si piensa "necesito comer algo ahora mismo y no puedo soportar no hacerlo", y así lo piensa muy a menudo, es muy probable que sea un comedor compulsivo a quien le resulta casi imposible esperar para comer a sus horas.
Generalmente, estas personas tienen lo que se denomina baja tolerancia a la frustración. Es decir, no soportan la privación, demora o frustración en la consecución de sus deseos. Las características de su pensamiento son:
Creer que uno tiene la obligación de obtener todo lo que quiere o exigir que se satisfagan sus deseos a toda costa. (Por ejemplo, "Si 'necesito' ver a mi amante codependiente, o si deseo llamarlo, tengo que hacerlo ya").
Creer que es necesario que las circunstancias no sean difíciles y que la vida tiene que ser fácil. (Por ejemplo: "Aunque quiera dejar de actuar de modo destructivo no lo hago porque es demasiado difícil").
Creer que cualquier dificultad, demora o inhibición es demasiado horrible para soportarla. (Por ejemplo, "No puedo estar sin ver mi amiga; es intolerable").
Es decir, estas personas creen que tienen que tener todo lo que quieren cuando lo desean y que es insufrible si no lo consiguen. Posponer les resulta imposible y viven de derrota en derrota, particularmente si lo que sufren es de codependencias hostiles. A veces, esta forma de pensar aparece sólo en una o dos situaciones o conductas determinadas, pero estas personas casi nunca, son capaces de tolerar la frustración en otras áreas de sus vidas. Otras veces, en cambio, se trata de un modo de ser más general que se extiende a muchos comportamientos y facetas de sus conductas. No "soportan" que se frustren sus deseos nunca; cualquier dificultad, incomodidad o tarea desagradable que tengan que llevar a cabo es vista como intolerable y como algo que ellos no tienen por qué hacer si no les resulta fácil, cómodo o agradable. Pero dado que la vida está llena de frustraciones y tareas ingratas por hacer, estos individuos están constantemente frustrados, malhumorados o deprimidos.
La depresión la toleran con mucha dificultad, como les agobian la soledad y el silencio.

Al pensar que tienen que obtener todo cuanto desean sin demora alguna, se dejan llevar por sus impulsos. Si desean algo lo cogen, actuando como si sus deseos fuesen necesidades orgánicas que exigieran ser satisfechas y el mundo estuviese allí para satisfacerlos. Pero lo cierto es que hasta las verdaderas necesidades fisiológicas pueden ser controladas voluntariamente, como hemos visto en el anterior ejemplo de alguien que siente hambre y es capaz de posponer ese impulso.
Hay que decir "no".
De este modo, nos encontramos con mujeres embarazadas que no "pueden" dejar de fumar o beber, compradores o jugadores compulsivos medio arruinados, pedófilos y violadores, pirómanos, adictos de todo tipo; o simplemente personas que viven continuamente frustradas porque tienen que hacer "demasiadas cosas desagradables". Como sería el acatar las exigencias y demandas de su posición en la vida o de su dignidad y autoestima personal.
Por el contrario, las personas que controlan sus impulsos actúan como intermediarios entre dichos impulsos y las limitaciones de la realidad, las costumbres, los objetivos de los demás, las prohibiciones, las leyes, los dictámenes que emanan de su conciencia moral y saben resistirse a sus impulsos o demorar la consecución de aquello que quieren y que no les conviene. Si sus deseos no son satisfechos sienten pena o se molestan pero no llegan a sentirse excesivamente perturbados (ansiosos, deprimidos, agresivos, o privados).
El primer paso, por tanto, consiste en identificar estos pensamientos automáticos y pre-conscientes, hacerse totalmente consciente de ellos y cambiarlos por otros más racionales y adaptadores que guíen la conducta de estas personas de manera más apropiada.
Las personas que tienen dificultades para controlar sus impulsos se encuentran incapaces de dejar de hacer algo que les es imposible no hacer --- aunque sepan que no deben hacerlo o que haberlo hecho, resulte perjudicial para sí mismos o los demás.
En las adicciones (alcohol, drogas, tabaco, juego, gastar el dinero, sexo) el adicto se siente impulsado a beber, fumar, jugar, comer, y lo que sea, siéndole imposible encontrar la manera de dejar de hacerlo.
Tiene que obedecer su impulso y satisfacerlo aunque, hacerlo, le duela más a largo plazo.
De acuerdo a lo que hemos comentado en el apartado de la psicoterapia psicoanalítica, para entender porqué estas personas no son capaces de "resistir sus impulsos" tenemos que observar qué está pasando por sus mentes en ese momento y qué se están diciendo a sí mismos --- ya que son pensamientos los que regulan la conducta. Pensamientos que siempre se originan en el pasado dinámico de los conflictos reprimidos. Por ejemplo, antes de abrir la puerta de casa y salir a la calle, hemos pensado algo parecido a "se antoja salir a dar una vuelta" o "voy a la tienda de la esquina". Sin embargo, a menudo sucede que las personas tienen la sensación de que no han pensado nada. Simplemente sienten la "necesidad" de fumarse un cigarrillo o beberse un vaso de vino. Esto es debido a que este tipo de pensamientos aparecen de forma rápida y automática, pudiendo conformar patrones de reacción aprendidos en la infancia. Es decir, forman parte del modo particular que tiene cada persona de ver el mundo.
Ese modo particular de ver el mundo en que se vive, se construye en la infancia como resultado de la interacción de las fuerzas del entorno con las agencias emocionales que regulan nuestras mentes.
A veces, pueden surgir como respuesta a una necesidad fisiológica. Por ejemplo, si alguien tiene la sensación de hambre, lo primero que piensa es "tengo hambre". Después evalúa lo que eso significa y toma una decisión respecto a cómo actuar. En función de cuál haya sido esta decisión actuará de un modo u otro. Es decir, si piensa "voy a comer ahora mismo, aunque me engorde y sea por el mero placer de hacerlo" irá derecho a la nevera. Si piensa "voy a esperar hasta la hora de cenar; puedo aguantar el hambre perfectamente, no comeré el azúcar", su conducta será muy diferente. Y si piensa "necesito comer algo ahora mismo y no puedo soportar no hacerlo", y así lo piensa muy a menudo, es muy probable que sea un comedor compulsivo a quien le resulta casi imposible esperar para comer a sus horas.
Generalmente, estas personas tienen lo que se denomina baja tolerancia a la frustración. Es decir, no soportan la privación, demora o frustración en la consecución de sus deseos. Las características de su pensamiento son:
Creer que uno tiene la obligación de obtener todo lo que quiere o exigir que se satisfagan sus deseos a toda costa. (Por ejemplo, "Si 'necesito' ver a mi amante codependiente, o si deseo llamarlo, tengo que hacerlo ya").
Creer que es necesario que las circunstancias no sean difíciles y que la vida tiene que ser fácil. (Por ejemplo: "Aunque quiera dejar de actuar de modo destructivo no lo hago porque es demasiado difícil").
Creer que cualquier dificultad, demora o inhibición es demasiado horrible para soportarla. (Por ejemplo, "No puedo estar sin ver mi amiga; es intolerable").
Es decir, estas personas creen que tienen que tener todo lo que quieren cuando lo desean y que es insufrible si no lo consiguen. Posponer les resulta imposible y viven de derrota en derrota, particularmente si lo que sufren es de codependencias hostiles. A veces, esta forma de pensar aparece sólo en una o dos situaciones o conductas determinadas, pero estas personas casi nunca, son capaces de tolerar la frustración en otras áreas de sus vidas. Otras veces, en cambio, se trata de un modo de ser más general que se extiende a muchos comportamientos y facetas de sus conductas. No "soportan" que se frustren sus deseos nunca; cualquier dificultad, incomodidad o tarea desagradable que tengan que llevar a cabo es vista como intolerable y como algo que ellos no tienen por qué hacer si no les resulta fácil, cómodo o agradable. Pero dado que la vida está llena de frustraciones y tareas ingratas por hacer, estos individuos están constantemente frustrados, malhumorados o deprimidos.
La depresión la toleran con mucha dificultad, como les agobian la soledad y el silencio.

Al pensar que tienen que obtener todo cuanto desean sin demora alguna, se dejan llevar por sus impulsos. Si desean algo lo cogen, actuando como si sus deseos fuesen necesidades orgánicas que exigieran ser satisfechas y el mundo estuviese allí para satisfacerlos. Pero lo cierto es que hasta las verdaderas necesidades fisiológicas pueden ser controladas voluntariamente, como hemos visto en el anterior ejemplo de alguien que siente hambre y es capaz de posponer ese impulso.
Hay que decir "no".
De este modo, nos encontramos con mujeres embarazadas que no "pueden" dejar de fumar o beber, compradores o jugadores compulsivos medio arruinados, pedófilos y violadores, pirómanos, adictos de todo tipo; o simplemente personas que viven continuamente frustradas porque tienen que hacer "demasiadas cosas desagradables". Como sería el acatar las exigencias y demandas de su posición en la vida o de su dignidad y autoestima personal.
Por el contrario, las personas que controlan sus impulsos actúan como intermediarios entre dichos impulsos y las limitaciones de la realidad, las costumbres, los objetivos de los demás, las prohibiciones, las leyes, los dictámenes que emanan de su conciencia moral y saben resistirse a sus impulsos o demorar la consecución de aquello que quieren y que no les conviene. Si sus deseos no son satisfechos sienten pena o se molestan pero no llegan a sentirse excesivamente perturbados (ansiosos, deprimidos, agresivos, o privados).
El primer paso, por tanto, consiste en identificar estos pensamientos automáticos y pre-conscientes, hacerse totalmente consciente de ellos y cambiarlos por otros más racionales y adaptadores que guíen la conducta de estas personas de manera más apropiada.

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