viernes, 23 de agosto de 2013

Desde mi interior:


Joaquín Roberto Jiménez Carrillo

Hoy es uno de esos días en los que mi amiga la melancolía ha venido a visitarme, pero no viene a hacerme daño, ni a hundirme en una tristeza sin fondo, más bien todo lo contrario. Es bien cierto que todo viene provocado por razones muy concretas y no muy agradables, pero sé cómo gestionarlas y eso me anima a la introspección sin victimismos, sin buscar culpables, sino simplemente a intentar averiguar qué rol juego yo en todo este entramado. En realidad es la única parte de la situación con la que yo puedo trabajar, es decir, con mi parte. Y de mi parte ya voy teniendo cierta experiencia y habilidad para poder examinarla con acierto. Hoy es un día en el que me encuentro extenuado y no sin motivos, me los provocan las relaciones con los demás, las dificultades económicas, el trabajar sin tener la seguridad de los esperados resultados. Sé por experiencia en mi vida que los resultados nunca están garantizados, pero hay momentos en que son tan necesarios que sean los que uno espera que es prácticamente imposible no sólo desearlos, sino también esperarlos. Y mi vida, como la de cualquiera, nunca ofrece garantías de ella, la vida es como es y punto, unas veces te da y otras te quita, ella se limita a ser, ella fluye y a esto es a lo que hay que agarrarse, aceptar el hecho de que esto es así e intentar ser lo suficientemente flexible como para balancearse con ella, a su antojo, que algunas veces coincidirá con los míos y otras no. La historia de mi vida está llena de situaciones en las que me he enfrentado tercamente a la realidad para sólo conseguir salir dañado y rebotado de mi choque contra ella. Evidentemente este no es el camino acertado de vivir, para mí el camino acertado sólo es uno y consiste y tiene mucho que ver con aceptar y estar agradecido de cada uno de los acontecimientos, los que conducen al éxito son fáciles de encajar, pero las circunstancias adversas van a ser las que te ofrezcan la oportunidad de aprender algo, de cambiar alguna actitud ante algo, de asimilar y entender nuevas formas de hacer las cosas, pero, como siempre, esto es bastante más fácil decirlo que ponerlo en práctica. Lo que ocurre es que no hay otra, o aprendo de los errores o estaré condenado a repetirlos sine quanon y esta última opción no me gusta un pelo. Yo proclamo que para este aprendizaje necesito toda la ayuda posible, las experiencias y sugerencias de otras personas que hayan estado y pasado por las mismas dificultades y, a este respecto, tengo que admitir que existen y, mejor aún, conozco a los que me la puedan ofrecer y dar, así que considero que tengo mucha suerte, que soy muy afortunado. La única pega que se me ocurre es que ellos me van a ofrecer el guión adecuado, pero la acción la tengo que poner yo y en ello estamos, otra vez los viejos dilemas, aprender o repetir los mismos errores esperando resultados diferentes, crecer o estar condenado a ir para atrás porque yo soy de los que cree que el ser humano no puede permanecer estático, evoluciona o involuciona, es aquello de que “camarón que no nada se lo lleva la corriente”, así que manos a la obra, o como decía El Nano, “tiren palante que empujan atrás”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario