Afrontar situaciones mola, ¿sabes por qué?
Actualmente se están produciendo situaciones en mi vida que requieren de toda mi atención, y sobre todo implicación. Del mismo modo, afrontar estas situaciones exige la toma de decisiones, algunas de ellas muy importantes, que afectan al futuro de mi mujer e hijos.
Encontrarme en este momento de mi vida ha provocado que recuerde situaciones similares durante mi época de consumo, y es impresionante lo que ha cambiado todo.
¿SITUACIONES DIFÍCILES?, YO PASO
Y así era, el mero hecho de imaginar que se podría avecinar una situación difícil provocaba que mis niveles de ansiedad subieran hasta las nubes. Toda la negatividad, pesimismo y angustia posible se adueñaban de mí. De ningún modo yo quería verme en esas situaciones, únicamente quería la tranquilidad de la nada, el día a día sin sobresaltos, sin toma de decisiones, sin ser consciente o testigo de posibles problemas.
Esto no significa que en ningún momento hiciese nada frente a este tipo de situaciones, pero que se generasen sentimientos tan negativos previamente, provocaba que la forma en la que me manejaría no sería la mejor, pudiendo perjudicar a otros o a mí.
Claro, con este coctel de negatividad, angustia, ansiedad,… y tener que afrontar situaciones nada deseables para mi, era el caldo de cultivo perfecto para que tuviese la excusa perfecta para consumir. Eso en las épocas donde necesitaba alguna justificación, porque llega un momento que todo te da igual y lo haces sin más.
Como podréis imaginar, si la situación a resolver no estaba afrontada, ya fuera bien o mal, y se producía el consumo, esta quedaba relegada al mayor de los olvidos, haciendo todo lo posible por apartarla de mi vida y delegar en otros la responsabilidad de hacer algo frente a ella. En caso de tener que ser yo únicamente el que tuviese que afrontarla, me decantaría sin ninguna duda por no mover un dedo y preferir sufrir las consecuencias.
Todo esto puede parecer estúpido, incomprensible o increíble, pero te puedo asegurar que era el pan de cada día. La consecuencia de pérdida de oportunidades, dinero o problemas de salud al no afrontar estas decisiones, era constante. No realizarme pruebas médicas, pago de recibos, conversaciones laborales, realización de cursos para crecer personal o profesionalmente, conversaciones pendientes con mi pareja,… podéis añadir lo que se os ocurra, seguro que acertáis. Estos son algunos ejemplos de hasta donde llegaba mi aversión a afrontar, y responsabilizarme, de mi vida.
Los motivos de este comportamiento eran varios, algunos venían del pasado, que sumados a mi consumo y malas decisiones, provocaban este caos constante en mi vida y en la de aquel, o aquella, que decidiese estar a mi lado.
¿TOMAR DECISIONES MOLA?
Pues si amigas y amigos, tomar decisiones no solo “mola”, ayudan a multitud de cosas, como por ejemplo, y para mi más importante, ser tu quien tiene las riendas de tu vida y optas por vivirla, ya sea en los buenos o los malos momentos.
Y es que al final de eso va esto, ¿no?, de vivir la vida. Ahora mismo, cuando me veo en situaciones donde debo tomar decisiones importantes, donde debo afrontar situaciones complejas, o no tan livianas como las cotidianas, no puedo evitar sentirme bien.
No me malinterpretéis, no quiero decir que esté deseando que vengan mal dadas para tener que afrontarlo, pero si es cierto que el cambio de actitud frente a la vida, disponer de nuevas herramientas y ver que el resultado a la hora de actuar así es tan diferente, provoca que me sienta feliz de ser capaz de hacerlo.
Cuando una raya sobre una cartera, o un whisky en un vaso, han sido quienes han dirigido mi vida, verme con las riendas en la mano hace que todo lo observe de forma muy diferente. Las cosas podrán ir mejor o peor, pero seré yo quien decida qué hacer o cómo actuar.
¡Un abrazo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario