Juan Guillermo Valderrama Santamaria
Cocaína despreciable y ruin,
dictadora de leyes y mandatos,
maquinadora de guerras vanas y sacrificios inútiles.
Falsificadora de ideas,
compradora de conciencias,
jueza mezquina de balanza inclinada.
Opulenta reina
venerada y temida por mandamiento propio.
Arrogante maniquí de ilusiones falsas,
diosa eterna de las almas muertas,
vendedora de plagas,
compradora de esclavos.
Manantial inagotable de irónicas ofensas,
memoria oculta de injusticias viles,
forjadora constante de fatídicos sueños.
Culpable absoluta de nuestro insomnio infinito,
carcelera de la libertad que cambiamos por una mísera aspirada,
aglutinación de títeres en las casas de vicio,
dulcemente cautivados por tu amargo sabor.
… y de nuevo van mis alhajas a las casas de empeño,
para seguir muriendo, para seguir el sueño…
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