jueves, 27 de noviembre de 2014

Depresión


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Muchos de nosotros habremos sufrido depresión hasta cierto grado. Parece que las mujeres son dos veces más susceptibles de ser afectadas que los hombres, aunque muy bien puede ser que los hombres manifiesten su depresión de diferentes maneras (por ejemplo, entregándose al alcohol).
La depresión nos hace sentir tristes, agota nuestras energías, nos hace sentir que nada valemos, que no servimos para nada y hasta nos puede llevar a la desesperación. Estos estados de ánimo decaído pueden pasar después de unos pocos días o semanas. Sin embargo, en ocasiones pueden apoderarse de alguien y, a pesar de todos los esfuerzos de amigos y parientes para que pueda recuperarse, esa persona se sigue hundiendo cada vez más en ellos, hasta el punto de llegar a necesitar ayuda profesional para superar el problema.
La depresión a menudo surge como reacción ante una pérdida importante, como la muerte de un ser querido, !a pérdida del trabajo, un fracaso en los exámenes, la ruptura de un matrimonio, inclusive por la pérdida de un miembro como consecuencia de un accidente o de una enfermedad. Pareciera que cuando se produce una pérdida tan importante como las mencionadas, en realidad uno pierde mucho más de lo que a simple vista podría apreciarse. Podemos perder nuestra identidad (como el marido o la mujer de alguien), o nuestro prestigio y autoestima (como un comerciante exitoso o un importante miembro de la comunidad), o hasta incluso nuestra propia imagen (al perder un miembro uno se convierte en un "lisiado" en una sociedad que favorece a la persona "entera"). Este tipo de depresión es conocido como depresión por reacción, producida como respuesta a un acontecimiento externo.
En ocasiones, sin embargo, la depresión puede aparecer sin que haya ningún acontecimiento externo evidente. Esta afección es conocida como endógena (es decir que se produce desde adentro). También se habla de ella como depresión psicótica, si hay síntomas que son de naturaleza psicótica. En el caso de la depresión endógena el acento se coloca en los factores genéticos y bioquímicos, quedando el ambiente como el estímulo que desata el episodio. Menos común que la depresión por reacción, la depresión endógena puede ser particularmente perturbadora, ya que el paciente encuentra muy difícil identificar las causas en algo concreto, como podría ser un duelo, y hasta puede también experimentar alucinaciones.

Foto: Depresión
Muchos de nosotros habremos sufrido depresión hasta cierto grado. Parece que las mujeres son dos veces más susceptibles de ser afectadas que los hombres, aunque muy bien puede ser que los hombres manifiesten su depresión de diferentes maneras (por ejemplo, entregándose al alcohol).
La depresión nos hace sentir tristes, agota nuestras energías, nos hace sentir que nada valemos, que no servimos para nada y hasta nos puede llevar a la desesperación. Estos estados de ánimo decaído pueden pasar después de unos pocos días o semanas. Sin embargo, en ocasiones pueden apoderarse de alguien y, a pesar de todos los esfuerzos de amigos y parientes para que pueda recuperarse, esa persona se sigue hundiendo cada vez más en ellos, hasta el punto de llegar a necesitar ayuda profesional para superar el problema.
La depresión a menudo surge como reacción ante una pérdida importante, como la muerte de un ser querido, !a pérdida del trabajo, un fracaso en los exámenes, la ruptura de un matrimonio, inclusive por la pérdida de un miembro como consecuencia de un accidente o de una enfermedad. Pareciera que cuando se produce una pérdida tan importante como las mencionadas, en realidad uno pierde mucho más de lo que a simple vista podría apreciarse. Podemos perder nuestra identidad (como el marido o la mujer de alguien), o nuestro prestigio y autoestima (como un comerciante exitoso o un importante miembro de la comunidad), o hasta incluso nuestra propia imagen (al perder un miembro uno se convierte en un "lisiado" en una sociedad que favorece a la persona "entera"). Este tipo de depresión es conocido como depresión por reacción, producida como respuesta a un acontecimiento externo.
En ocasiones, sin embargo, la depresión puede aparecer sin que haya ningún acontecimiento externo evidente. Esta afección es conocida como endógena (es decir que se produce desde adentro). También se habla de ella como depresión psicótica, si hay síntomas que son de naturaleza psicótica. En el caso de la depresión endógena el acento se coloca en los factores genéticos y bioquímicos, quedando el ambiente como el estímulo que desata el episodio. Menos común que la depresión por reacción, la depresión endógena puede ser particularmente perturbadora, ya que el paciente encuentra muy difícil identificar las causas en algo concreto, como podría ser un duelo, y hasta puede también experimentar alucinaciones.
Resultan particularmente importantes las estrategias preventivas, entre ellas las de autoconciencia y control de sí mismo, para aquellas personas que sufren estos ataques de depresión endógena.
Manifestaciones y síntomas. Alguien que esté deprimido experimentará una serie de síntomas. Puede llegar a sentirse muy culpable por asuntos de poca importancia; puede sentirse triste e inútil; también puede sentir que ha fracasado en el pasado, sea esto correcto o no. Entre las manifestaciones exteriores se cuentan la lentitud al caminar, tendencia a querer quedarse en cama, andar con la cabeza baja y los hombros caídos. Una persona deprimida puede querer evitar a los demás, incluso a los amigos íntimos y a la familia. Se produce una disminución del apetito y por lo tanto el paciente come cada vez menos.
Resultan particularmente importantes las estrategias preventivas, entre ellas las de autoconciencia y control de sí mismo, para aquellas personas que sufren estos ataques de depresión endógena.
Manifestaciones y síntomas. Alguien que esté deprimido experimentará una serie de síntomas. Puede llegar a sentirse muy culpable por asuntos de poca importancia; puede sentirse triste e inútil; también puede sentir que ha fracasado en el pasado, sea esto correcto o no. Entre las manifestaciones exteriores se cuentan la lentitud al caminar, tendencia a querer quedarse en cama, andar con la cabeza baja y los hombros caídos. Una persona deprimida puede querer evitar a los demás, incluso a los amigos íntimos y a la familia. Se produce una disminución del apetito y por lo tanto el paciente come cada vez menos.





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