lunes, 10 de febrero de 2014

Esto puede molestar a algunos pero mira que he visto casos cuando la familia los empuja a recaer ( y no intencionalmente, aclaro )

Jose Ramirez

Tu familia te puede llevar al infierno, no exagero

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A mi amigo J, la familia de lo tragó. Hace casi 17 años que hablamos de eso y todavía está en las garras de la enfermedad. Enfrentar su familia enferma fue demasiado para él.  ¿No te das cuenta? Eres producto de un entorno familiar y tu enfermedad no se mantuvo aislada. Te llevaste a todos enredados con lo tuyo. Ellos amándote y sin desearlo, te ayudaron a consumir. ¿Quién la potenció? ¿Quién fue tu codependiente? Tu familia puede poner en riesgo tu recuperación. Aquí tienes tres pasos para sobrevivir a tu familia en recuperación.

1. Identifica los enemigos en tu familia

La recuperación es un regalo precioso que siempre está en riesgo. La familia tiene mucho poder sobre nosotros, hay que reconocerlo. En ocasiones por ejemplo, una sola palabra de nuestros padres nos puede herir hasta los huesos. Parece mentira pero adultos como somos, seguimos siendo los “niños o niñas” de papá y mamá y es inmenso el poder que sobre nosotros tienen. Quizás no nos dicen “ve y usa sustancias” pero nos critican de tal manera o nos hacen comentarios tan fuertes contra nuestros amigos de las juntas o nuestro proceso de cambio, que nos pueden afectar y llevar a una recaída. No queremos que eso suceda. Tenemos que estar vigilantes ante aquellos miembros de nuestra familia cuyas palabras o actitudes nos empujan al pasado. Nuestra recuperación es demasiado valiosa para perderla por ellos.
Recuerdo que no hace tanto, con quince años de recuperación, cada vez que salía con mi madre llegaba de vuelta a casa deprimido. Algo decía o hacía ella que tenía ese efecto en mi y la depresión era muy peligrosa para mi. Comencé a observar qué era lo que sucedía cuando estaba con ella. Cuándo era que algo en mi hacía click y daba un giro hacia la tristeza. Eventualmente lo descubrí.

2. Descubre lo que te afecta y decide que vas a hacer al respecto

Cuando observé lo que sucedía cuando estaba con mi madre descubrí que había momentos cuando ella era muy crítica, negativa y hasta amargada. No era una sola palabra lo que me afectaba de ella, era un patrón de conducta que me empujaba hacia una actitud negativa. Yo trataba de ignorarla, evadirla, cambiarle el tema pero no importaba lo que yo hacía volvía a lo mismo y me causaba dolor. Decidí tomar acción.
Llegó el día cuando salí con mi madre y comenzó con aquel patrón de negatividad que tanto me afectaba. Volvió a suceder como siempre, traté de ignorarlo y evadirlo pero nada funcionó. Decidí comunicarle lo que sucedía, le expliqué cómo su actitud me hacía daño y le pedí que por favor cambiara su actitud mientras yo estaba con ella. Fui claro, directo y firme. Su reacción fue burlarse de mi y de mi recuperación.

3. Actúa firme y sin miedo

Fue entonces cuando le advertí de las consecuencias de sus actos. Yapreviamente había decidido que no era saludable para mi estar con alguien que me hiriera de esa manera aunque fuera mi propia madre. Estábamos casi llegando a donde nos dirigíamos cuando decidí volver atrás y devolverla a su casa. Su sorpresa fue inmensa. Continuó la crítica hasta que la devolví a su hogar y yo tranquilo conmigo mismo pero molesto con ella, me quedé solo pero habiendo resuelto un problema que me ahogaba.

Resolución y otras maneras de sobrevivir

Hubo un cambio en mi madre desde aquel momento. Respetó mi individualidad y mis preferencias en lo que tenía que ver con su actitud negativa. En mi presencia evitaba la crítica, la burla y el desprecio. Pasó a ser mi mejor amiga y una aliada de recuperación. Tuve suerte. Ella estuvo dispuesta a cambiar. Si no lo hubiera hecho ya tenía un plan “b”:
  1. limitar mi tiempo con ella;
  2. visitarla en compañía de otras personas positivas;
  3. desmentir su negatividad con argumentos positivos y amorosos;
  4. entender que no era que ella no me amara sino que ella tan poco tenía que cumplir con mis expectativas y que tenía derecho a su negatividad y eso no la hacía mala persona;
  5. compartir lo sucedido con mi grupo de apoyo y en las juntas.
La humildad no consiste en ser alfombra de nadie. Humildad es reconocer quienes somos y aceptarlo. No somos invulnerables, tenemos puntos débiles y es responsabilidad de nosotros hacia nosotros mismos reconocerlos para protegernos de una recaída.

¿Tienes miembros de tu familia que te hacen daño?

¿Quién y de que manera es dañino para ti? ¿Que “toca en ti” esa persona que te hace daño? ¿Cómo has trabajado o trabajas con esa situación? Comparte con otros en los comentarios. Recuerda sólo conservamos lo que tenemos en la medida que lo compartimos con otros.
Foto original por: alphadesigner via Compfight cc (editada)

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