lunes, 27 de enero de 2014

Yo me drogo. Guardo dosis de mi droga en el refrigerador.

Es triste pero es así ,antes de acabar a ver si sabéis a que droga me refiero.
Yo me drogo. Me he drogado de forma consistente desde que tengo 16 años. La droga que he usado no es poca cosa, es la tercera droga más adictiva en humanos -sólo está antes de la heroína y la cocaína- y es la número uno en daños al consumidor y a terceros.
Me he drogado por años.
Yo me drogo. Guardo dosis de mi droga en el refrigerador.
Me he drogado consistentemente en todos y cada uno de mis últimos 20 cumpleaños. Me he drogado en todas las navidades y años nuevos. Me drogué en cada una de mis graduaciones académicas.
De hecho no me he drogado solo. Me he drogado con mis mejores amigos y amigas. Me he drogado con mi esposa frecuentemente desde el primer día. Me he drogado con mis familiares, incluso en el bautizo de mi bebé toda mi familia se drogó en su honor. Me he drogado con los compañeros de trabajo, todos mis jefes me han invitado en más de una ocasión a drogarme con ellos en sus casas y me han deseado buena suerte drogándose conmigo.
Me drogo mientras bailo y juego con mi niña. Me drogo mientras hago reparaciones en la casa. Me drogo cuando lavo mi carro. Me drogo cuando corto el pasto. Me drogo cuando regreso del trabajo. Me drogo el doble cuando hace calor. De hecho, en mi refrigerador nunca faltan dosis de mi droga y en varias presentaciones, siempre listas para cuando quiero drogarme.
Mi droga es una sustancia sicoactiva muy fuerte, rompe uno a uno los controles nerviosos del cuerpo. Los primeros en caer son los que nos mantienen tensos y alertas, los segundos en caer son los que nos inhiben de hacer estupideces o actos atrevidos, los terceros en romperse son los que controlan el movimiento y los músculos. Finalmente se puede perder la conciencia e incluso llegar al coma.
Mi droga es legal.
Al ser legal mi droga no incita a sus comerciantes a la acumulación de potentes arsenales para proteger su rutas.
A pesar de ser tan peligrosa, mi droga es una droga legal. Se vende mi droga en los aviones, en los restaurantes, en las discotecas, en los supermercados y en las tiendas de la esquina. Se ve muy bien regalar presentaciones costosas de droga en fiestas y eventos. Se anuncian las diferentes marcas de mi droga en la televisión y radio. Las empresas que producen las miles de presentaciones diferentes de mi droga son empresas prósperas que generan millones de empleos. Yo enseño los métodos de fabricación de mi droga líbremente en la universidad y hago que mis estudiantes admiren el ingenio de los bioquímicos que han estudiado y perfeccionado su producción.
Pero mi droga también tiene controles supervisados por el gobierno. No se puede conducir bajo su influjo. No se puede vender droga a menores de edad, tampoco en ciertos días y horarios. No se puede anunciar mi droga en programas infantiles ni tampoco incitar directamente a su consumo. Los envases de mi droga traen claras advertencias de su peligro. Los niños y jóvenes llevan en la escuela decenas de temas en los que aprenden de los daños que causa.
Se ha reconocido que la educación es la principal arma para evitar el consumo desmedido de esta droga pues mi droga causa miles de muertes en accidentes de automóviles, en daños fisiológicos y en violencia intrafamiliar o callejera. Mi droga destruye vidas y genera millones de adictos incontrolados. Pero a pesar de esto sigue siendo una droga legal.
Mejor se ha decidido involucrar a prácticamente todas las Secretarías de Estado en su regulación. La Secretaría de Hacienda verifica que las empresas estén registradas y paguen los impuestos correspondientes. La Secretaría de Salud organiza tremendas campañas de prevención de daños a la salud y tiene métodos científicos para ayudar a los adictos. La Secretaría de Educación tiene campañas permanentes para concientizar a los niños y jóvenes de sus peligros. La Secretaría de Seguridad verifica que nadie se drogue en la vía pública o que venda droga sin permiso. La Secretaría de Agricultura realiza extensas investigaciones en la conservación de la agroindustria de la materia prima.
Las cárceles no están llenas de gente que produce, transporta y comercializa a mi droga. Mi droga no genera ninguna guerra de baja intensidad .
No siempre fue así, hubo un tiempo que mi droga estuvo prohibida, especialmente en Estados Unidos y fue un desastre sangriento. Surgieron poderosas mafias que controlaban su tráfico. Se generó una corrupción horrible y terribles luchas por el control de los mercados en todas las ciudades norteamericanas que puso en peligro la gobernabilidad de aquella nación. Afortunadamente la razón prevaleció y la droga se legalizó nuevamente. Casi inmediatamente toda la violencia sicótica asociada a su prohibición desapareció.
Mi droga se produce de plantas.
Mi droga se produce de extractos vegetales, especialmente de la caña, las uvas y el centeno, todos estos cultivos son legales en todo el mundo y su producción y procesamiento es considerado un arte. En México los investigadores científicos estudian a nuestras presentaciones de drogas locales para mantenerlas vigentes en el gusto de los consumidores.
No hay necesidad de gastar millones de dólares ni arriesgar vidas humanas para destruir a las plantas que se usan para producir mi droga.
Mi droga es el etanol, o comúnmente conocida como alcohol. A pesar de haber sido un bebedor fuerte de alcohol en la universidad no me hice adicto a la droga. Y esto no fue por mis poderes sobrenaturales, fue por las advertencias abiertas a mi alrededor, fue por la educación pública que recibí, por compartir conocimiento con otros fanáticos de la droga para saber conocer la justa medida para no dejar que rompa todos los controles nerviosos, por aprender a disfrutar y apreciar las características de la droga mas que la acción de la droga misma, y especialmente porque el alcohol como droga no es tabú.
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