miércoles, 22 de enero de 2014

Cuando ni saltar al vacio es una opción.

Kike Sanz


Hay un momento en la vida del adicto en activo, en todas las vidas de adictos en activo en la que nos planteamos seriamente que no podemos seguir así, que este tipo de vida ya no es una opción y que algo hay que hacer y cambiar.

No hace falta que nos lo diga nadie, a pesar de que nuestro entorno más cercano nos lo recuerda casi a diario, las broncas, los problemas, los destarifos que producimos por nuestra enfermedad, son como luceci
tas de navidad que se van encendiendo y apagando intermitentemente y nos señalan que las cosas no van nada bien.

Digo que hay momentos en la vida de todo adicto, porque el que diga lo contrario miente, pero no miente a nadie, sino a sí mismo, cuando el nivel de desastre ya ha llegado a nuestras vidas, es imposible no pensar que algo no funciona.

Lo que realmente importa es ese momento, en el que por segundos le ganas la partida a tu enfermedad y eres capaz de razonar y pensar, en el que te dices a ti mismo, necesito ayuda. Lo realmente importante es ser capaz de hacerte fuerte en esos instantes y conseguir surfear esa idea hasta llegar a materializarla pidiendo ayuda, algo que para los "normales" puede parecer muy fácil, pero para los adictos nos resulta realmente difícil.

Las hordas defensivas de nuestra adicción perciben el peligro y ponen en marcha la maquinaria de guerra para hacernos creer que no es para tanto, que no estamos tan mal, que seremos capaces de reconducir la situación sin ayuda, y que "esta vez sí" lo conseguiremos. Maldita enfermedad, sibilina y traicionera que nos manipula a nosotros mismos y nos hace tener un debate interno que ya en los inicios, lo tenemos perdido sin saberlo.

Pero existen otras ocasiones, en las que somos capaces de aprovechar la inercia del pensamiento, que a modo de resistencia francesa, lucha contra los invasores teutones, y conseguimos hacerlo fuerte, verbalizarlo y pedir ayuda. Ese momento en el que decidimos aceptar esa ayuda que tanto nos habían ofrecido, y tan pocas veces habíamos escuchado.

Cuando realmente aceptas que necesitas ayuda y te pones en tratamiento, llega la liberación, el peso desaparece y creemos que todo va a ir rodado, la energía que se crea dentro de nosotros es brutal, pero realmente sigue siendo nuestra "sibilina" enfermedad la que se frota las manos y piensa, como es un largo camino ya volveré a tener mi oportunidad. Aun así, una vez inicias el tratamiento, sea el que sea, dejarnos guiar es la mejor estrategia contra las hordas invasoras y comenzar a reconquistar el terreno perdido ante una enfermedad, que no se ve, no tiene síntomas aparentes pero que conquista el 100% del territorio sin apenas haber encontrado resistencia.

Por Adicc2u

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